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domingo, 12 de abril de 2020

Historias desde la cuarentena, 27. A veces dudamos



A veces hace frío en diciembre. Salimos con abrigos y gorros de lana; nos miramos como víctimas de una estafa y resoplamos de manera ruidosa, para acelerar el trámite del calor a pura queja. A veces hace frío, salimos abrigados para ir a ver la obra de una amiga y descubrimos al llegar que Google Map nos ha mentido y que nuestro destino queda en la misma calle pero a ocho cuadras. Caminamos arrastrando nuestra fría humanidad de diciembre enfundada en ropas de otros tiempos, mientras sentimos cómo el viento nos infla el pelo y llena nuestros ojos de pelusas amarillas. A veces hace frío, caminamos abrigados muchas cuadras y nos sentimos un poquito idiotas. A veces llegamos justo a tiempo para ver cómo sale de la oscuridad de la vereda y entra al teatro sin vernos alguien a quien hemos buscado desde hace muchos veranos y más inviernos, desde la época en que creíamos en algo. A veces dudamos. A veces nos vemos gordos, viejos, despeinados, recordando. Sin que medie una orden el cerebro empieza a pasar imágenes: paseos por la rambla en bicicleta, tardes de sol en Valizas, noches de lluvia y mates por la mañana. Manos que quedaron vacías y extendidas, palabras sin respuesta, preguntas que no se hicieron. Unos ojos incapaces de abrir puertas, una voz que no logro retener en la memoria y una piel que no se va. Una piel que no se va. A veces es diciembre y hace frío adentro y afuera, tanto que el cerebro y el corazón ordenan desesperadamente iniciar la retirada, pero el cuerpo se niega a que lo olviden. Sigue caminando, y entra.

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