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miércoles, 2 de marzo de 2022

Marzo de 2022



¿Envidia, quién? ¿Envidiosa yo, que voy en un 405 repleto oyendo an la radio de chofer a un pelado facho insoportable? ¿Yo, que vuelvo a casa saturada de calor y que no aguanto el tapabocas que llevo puesto desde las siete y media de la mañana? ¿Yo, que almorcé media pascualina que compré por ahí, pura masa y poco gusto? ¿Yooo? No sé de qué me hablan. Buenas tardes.



Quienes han estado en casa saben que la habitación que más uso es la cocina. Ahí (además de lo típico) tengo cosas no tradicionales como mi mesa de trabajo, el escritorio y una biblioteca. A un metro de mi silla hay un par de ventanas que dan hacia la puesta de sol, un panorama abierto que llega casi hasta el horizonte, donde me paso sacando fotos del atardecer. Recién estaba mirando youtube cuando algo en el cielo de la noche atrajo mi atención periférica: era parecido a un avión, pero se desplazaba muy (muy) lento y sin sonido. Mi casa está en la ruta de algunos vuelos; estoy acostumbrada a las luces , movimiento y sonido de los aviones comerciales, pero esto era raro. Aunque en el video no se ve, lo que había eran tres luces blancas paralelas encendiendo y apagando todo el tiempo. Demoré varios minutos en empezar a filmarlo, y cuando dejé de verlo subí al dormitorio y siguió varios minutos más, aunque ahí ya la cámara del celular dejó de captarlo. De repente, oscuridad. Se apagó. Chau. Pónganle que pasaron ocho o diez minutos. Acabo de buscar fotos y videos de cómo se ve un dron por la noche y no se parece en nada a lo que yo vi, que además se percibía muy alto y lejano sobre el horizonte. ¿Sería eso? Avión seguro que no. ¿Ovni? Mhhh…






Ni me rindo ni abomino de la otra mitad de mi pueblo. Un enojo pasajero, vaya y pase; después hay que recordar que “fuimos, somos y seremos una fuerza constructora”. ¿Qué fueron 15 años en la historia de este país? Un suspiro. No alcanzó para mover las estructuras de dominación a las que hemos sido (y somos) sometidos desde siempre. Nuestro trabajo recién empieza, y el que se ponga contra el pueblo se cae del barco. Celebro que somos la mitad de la población (es decir, infinitamente más de lo que cada integrante de la coalición puede soñar para su partido); seguimos caminando y nos vemos en la calle como siempre y en las urnas en octubre de 2024. Parece una eternidad, pero va a pasar. Igual que ellos.





La ciudad al mediodía de hoy es una fiesta. Gente por todos lados, gente preguntando, gente ofreciendo respuestas, gente con pinta de no salir muy seguido de su casa. Los circuitos del colegio donde voté tenían una espera de 10 o 15 minutos. _Hasta las diez no había un alma, pero ahora vinieron todos.- charlaba el organizador de mi mesa con un votante. Hasta ahora todo lo que vi tiene un buen clima; la única escena de violencia la presencié en una feria vecinal, donde una señora veterana estaba manoseando de malos modos unas bananas y el verdulero le llamó amablemente la atención: _Pero no me las tirés así, que las machucás… _¡Están todas podridas! Yo las miré de reojo: estaban de lo más bien. La veterana parecía estar de malhumor. _¿Cómo? _Que la mitad están podridas- bajó un cambio la señora. —Que feo que una señora mayor como usted sea tan maleducada…-dijo con tristeza el verdulero. La historia me quedó interrumpida, porqué seguí caminando. Llegué a un puesto de quesos: compré magro y parmesano. El viejito que lo atendía era muy amable y me dio a probar cada cosa que le pedía. _Va a tener que esconder este parmesano, ¿eh? Qué es muy rico y le puede durar muy poco. Me va a durar poco aunque lo esconda, pensé, pero no dije nada. Preferí preguntarle por las abejas, que andaban revoloteando por todos los rincones de su puesto. _Ah, es por el dulce, sabe… Se meten por el olor a dulce y después demoran mucho en encontrar la salida. Pobres abejas, ¡andan con un hambre! Cada vez hay menos flores. Amé al viejito de los quesos. Voy a volver a esta feria otro domingo. Pasé por el costado del ex zoológico y las palomas tenían un encuentro multitudinario. Paré en una panadería a comprar una tarta de verduras y casi le pago con la credencial. Desde el patio de colegio Isasa se domina un panorama amplísimo que abarca media Montevideo. O una buena parte, por lo menos. Cosas que una percibe cuando anda con tiempo, de ojos abiertos y con las ilusiones intactas. Bueno, quizás con las ilusiones un poco preocupadas pero ahí están, y seguirán estando. Mañana será otro día, y todos seguiremos viviendo bajo el mismo cielo (que hoy en mi cabeza se ha pintado de rosado). Acabo de tomar mi Moka de pistacho en una mesita exterior de la cafetería, oyendo a uno de los porteros del shopping que cada vez que pasa un rato sin que entre una persona se pone a cantar bajito una canción de Timón y Pumba. Él también debe tener las ilusiones intactas. Y en eso estamos. Buenas tardes.





Post apolítico (aviso) 11 de la mañana: termino de sacudirme la inacción de domingo y salgo a votar y hacer mandados. Paso por un árbol enorme y escucho un gato maullando entre las ramas. Otro, como ayer. Este es el fin de semana de los felinos que saben subir pero no bajar, pienso, un segundo antes de darme cuenta de que no llevaba tapabocas. Doy vuelta: dos cuadras. Un señor veinte años menor que yo me dice “buenos días mi amor” y me sorprende que alguien tan joven pueda ser tan vintage. Esquivo pozos de agua en el callejón que tomé para ahorrar tiempo: la mañana está soleada y veraniega pero se ve que llovió de noche, o tal vez es un acumulado de lluvias anteriores. Vuelvo a pasar por el árbol enorme y escucho otra vez los maullidos, pero ahora además veo a la emisora: es una gata de tres colores que mira hacía lo alto. Me acerco. Su gatito negro y blanco anda de gira en algunas de las ramas más finas y no se anima a bajarse. Él también maúlla, lastimero. La gata madre y yo lo llamamos desde la base del tronco, miramos hacia arriba, le hacemos todas las invitaciones del mundo. Él intenta bajar un par de veces, pero cuando llega al tronco no se anima, y se vuelve a trepar a las alturas. La calle está desierta. La gata madre y la humana circunstancial nos miramos con tristeza: este pendejo no va a bajar, por ahora. Ella deja de maullar, se refriega contra mi pierna como diciendo “lo intentamos”, sube a la ventana de una casa a un par de metros de árbol y se queda ahí, esperando, mientras yo me voy a votar, tratando de no sentirme tan inútil.






"No digas gay" es el nombre que le dieron en Florida a una ley que prohibe a los profesores hablar de temas de género y de identidad sexual a sus alumnos en cualquier etapa de su formación. Lo que no se pone en palabras no existe, parece ser la idea. Ante esto Disney (por presión de sus empleados) sacó un comunicado en respaldo a la comunidad LGTB, pero a la vez apoyó a los legisladores que promulgaban la ley, y a partir de ahí Pixar denuncia que hay escenas que se eliminan, presiones de todo tipo y una visibilidad que no pasa de algún extra o una referencia de pasada al fondo del plano. Queerbaiting se llama eso: es sugerir que va a haber un respaldo a la comunidad gay, que al final no se cumple. Como una carnada. Sacar un Mickey con arco iris, por ejemplo, pero sin la menor referencia LGTBIQ+. Negocios. Otro concepto interesante el queercoding, que es un código que plantea que los personajes homosexuales solo pueden aparecer en películas si se muestran de modo negativo, por ejemplo en villanos o caracteres ridiculizados. Todo esto aprendí en el desayuno de hoy escuchando un programa de radio de ayer (que dejo en un comentario, por si gustan). Mientras tanto en mi liceo, cuando propongo un trabajo de escritura con tema libre, los personajes se enamoran de quien los enamore, la violencia de género se condena y las mujeres aparecen desempeñando los más diversos roles, sin que ello constituya el eje de la historia. Es lo natural, ellos así lo sienten y por lo tanto así lo expresan. Después analizamos si utilizaron recursos literarios, qué tipo de narrador, qué estructura, cuáles son los personajes principales y etc, pero la gracia es que los gurises de esta generación no pretenden ser revolucionarios: lo son (al menos los de mi liceo). Todo esto para salir por un rato del tema del día por estos lados. Nervocalm, grajeas, ¿tienen?






No hago nada en Tw salvo likear y retuitear cosas, ni mucho menos me interesa el fútbol, pero hoy empecé a seguir a varios cuadros: primero a Progreso, después a Villa Española y ahora a uno que no sé qué es pero se llama Club Atlético Yale, es decir, a cualquiera que denuncie y repudie lo que pasó ayer en el partido entre Progreso y Cerro. ¡Las cosas que logran los dinosaurios! Solo me falta empezar a ir al Estadio* (y en ese caso, vestida de rosado -¡ro sa do!-). (*al Centenario fui dos veces en la vida: a un mega recital con Olimareños e ainda mais en 1984 y a Roger Waters hace un par de años)





Historia de Arbolito en 10 escenas
Primera escena: se escucha insistentemente el maullar de un gato en la vereda. Segunda escena: salgo a ver pero no veo nada. Tercera escena: mi vecina de al lado también sale. Buscamos al/la de los maullidos, que al final encontramos: es una gata negra y blanca, no sabemos de quién, pero del barrio, que continúa maullando desesperada. Cuarta escena: el hijo de mi vecina se suma a la inquietud. La gata está a unos tres metros, en la rama más delgada de un árbol muy frondoso, y ni ellos ni yo tenemos escalera. Quinta escena: Pasa una vecina joven con dos nenas en patines. Se acerca a mirar la escena y en ese momento todos percibimos una agitación entre las ramas. Sexta escena: la gata pega unos maullidos más fuertes y termina bajando por el tronco, mientras en las ramas del árbol continúa el movimiento: era una paloma. No entendemos quién estaba acosando a quién, pero la tarde está gris y no da para andar de detectives. Séptima escena: me meto en mi casa, y la gata ardillita se me cuela entre los pies. Octava escena: la saco por la ventana. Novena escena: el gato viejo sigue pidiendo comida imperturbable, como siempre. Décima escena: necesito vacaciones.
Fin.




Diálogos de liceo _Profe, ¿el trabajo puede ser con lápiz? _ Eeeh… Si no es muy clarito, sí. _¿Y hay extensión máxima? _ No… Pero digamos que entre una y dos carillas. _ Bueno. (Por qué, por qué, por qué los dejo hacer(me) esto???)





"Te traje algo que era de mi madre y me parece que tiene que ser para vos" dijo mi amiga antes de sacar el pequeño envoltorio de papel rosado del interior de su cartera. Muchas gracias, le dije, es precioso, y seguimos conversando de otros temas. Hoy de mañana, entre la tormenta y las pocas ganas de corregir pruebas diagnósticas, lo primero que hice fue buscarle un lugar al recuerdo: me pareció que cerca del Quijote y acompañado por algunos clásicos el gato de expresión traviesa iba a estar cómodo, y ahí lo dejé, conociendo el territorio. Durante el recorrido visual por repisas y estantes me di cuenta de algo: mi casa está llena de adornos. Llena. Hay incluso un par de muebles cuya única función es que yo les ponga encima algo que me suene a viaje, a hallazgo callejero o regalo de un ser querido. "Uno nunca termina de ver las cosas de tu casa" me dijo alguien no hace tanto, y me gustó esa expresión. Claro que no limpio mucho; debe ser por eso que la acumulación no supone (casi) un trabajo extra. Los hogares son rompecabezas. Las piezas que nos componen a veces parecen no encajar, pero (quizás por un tiempo) tienen que estar ahí. "Todo lo que poseo en el mundo cabe dentro de mi mochila", es otra frase de alguien que me viene a la memoria. En su momento me pareció admirable tanto desapego (que además era cierto). Ahora no. Me gusta ir a casas ajenas y preguntar cada vez la historia de una o dos cosas, como para ir dejando que las imágenes se acomoden y comiencen a trazar puntos de encuentro. Una vez (hace años) dejé de salir con alguien después de visitarlo por primera vez y encontrarme en las páginas de una revista de decoración. Todo limpio, nuevo, reluciente. No había ni un recuerdo (ni tampoco un libro). No se puede vivir sin recuerdos, sin algo que no tenga sentido, que no combine con los colores, que se escape del estilo del entorno. Está buena la memoria. Sirve para muchas cosas. Para decorar la casa, para votar, para saber a qué tiempos no volver, para todo. Reinventarse cada día, sí, pero sabiendo que hubo un antes para integrar, rememorar o (intentar) comprender. Y en eso estamos. (este iba a ser un post político en el que yo hablara de lo mal que me siento viviendo miedos y prohibiciones que creía ya desterradas de mi presente, pero la escritura tiene sus propias reglas, y a veces _tal vez para protegernos_ nos saca de los planes iniciales)





Diálogo de liceo Sexto año, trabajo en subgrupos. Estoy anotando algo en la libreta cuando las tres chicas de primera fila, al lado de mi escritorio, se quedan en silencio y una de ellas me alcanza un papel dobladito. Lo abro. "Profe, no sabemos cómo decirte, pero tenés abierto el cierre del pantalón" _Ups. Gracias. _De nada. Y continuamos con el trabajo.





Hace unos años en la previa a la presentación de un libro de poemas me puse a charlar con una señora muy interesante: era historiadora y se dedicaba al tema de la búsqueda de barcos hundidos frente a las costas de Maldonado. Todo iba muy bien, hasta que conté en qué trabajaba y el tema derivó para el lado del bullying, que ella opinaba que se solucionaba expulsando al agresor, y listo. Yo vengo de otra escuela, y defiendo la educación para todos, porque sacarte el "problema" de enfrente de los ojos (es decir, dejar de tener al victimario en tus aulas) no hace más que trasladar la situación a otra parte. Ni ayuda a corregirse al agresor (que un poco lo siente como una validación, es tan recio que lo tuvieron que expulsar) ni a la víctima (que sigue con miedo, porque no supo defenderse en el pasado y no sabe si podrá hacerlo en el futuro). Esto sin contar al coro, a los testigos, que también deben ser educados para ayudar a diluir el bullying y no a comprar pop para mirarlo desde lejos. Con esa señora no logramos entendernos. Hay esquemas que están muy instalados en algunas cabezas, tal vez porque son simplificadores y dan una sensación de seguridad que se asemeja mucho a una zona de confort falsa pero tranquilizadora. Si pueden escuchen esto; es una historia de bullying y superación contada en primera persona pero no se queda en eso. Va más allá, mucho más allá. Una historia de caminos misteriosos, como la vida misma.

https://www.youtube.com/watch?v=AVlwQNPu24o





En las redes sociales hemos de acordar que algunos “likes” nos emocionan más que otros. El día del toque por el SÍ en el Velódromo compartí “El violín de Becho” en la guitarra del maestro Julio Cobelli, y la publicación tuvo arriba de 400 compartidos y más de 100 likes, entre ellos el de Idiana. Listo: a Idiana le gustó algo que compartí. Era eso. 🌸 Saludos desde un paseo por el barrio en mi hora puente. Buenos días.






Toda la vida me ha interesado Egipto, aunque no sé si es un país que realmente quiero visitar algún día. Desde las historias de la apertura de la tumba de Tutankamon ("¿qué hay ahí adentro?" "cosas maravillosas"...), las maldiciones a los violadores de recintos sagrados, los documentales de cámaras secretas abiertas en vivo por Zahi Hawass en History Channell, charlas con amigos, lecturas, películas, "Muerte en el NIlo" y todo eso... Acabo de leer un artículo y me di cuenta de dónde me venía la fascinación, porque me desbloqueó el recuerdo de un libro que leí varias veces a los 8 o 9 años: "Los hijos del faraón", de Emilio Salgari. Yo pensaba que la historia era solo una bella ficción, que los faraones Mirinri y Pepi eran invenciones del escritor, y ahora siento que me reencuentro con dos viejos amigos, y TENGO que releer la novela, que parece que en realidad se llama "Las hijas de los faraones", lo cual supone un interesante cambio de perspectiva respecto al librito de tapas amarillas de la colección Robin Hood que leí hace (x) años*. Y ahora con su permiso me voy yendo, que Crea 2, las libretas digitales y un montón de pruebas diagnósticas están llamando tímidamente para devolverme a un mundo sin faraones, cocodrilos ni leones del desierto. Buenos días. * The daughters of the pharaohs, 1905.





Diálogo de liceo Yo: _ Nos quedan dos cuentos de los que hicieron por subgrupos; ¿quién lee uno? Él: _ Yo. Yo: _ Bueno, te escuchamos. -y tras varios segundos de silencio:- ¿Estás generando expectativa? Él: _ No, profe. Es que hay un renglón en blanco.






 “Comiendo con el enemigo” pienso mientras tomo en silencio mi Moka en la cafetería de Carrasco rodeada de señoras paquetas, bellas y con pinta de no tener problemas. Después pienso que en verdad no sé nada de sus vidas, que soy una persona prejuiciosa y que ellas probablemente sí tengan problemas, como todos. Por ejemplo, algunas quizás están un poquitito aterradas ante la posibilidad de que tal vez, quizás, en una de esas, el próximo domingo empecemos a volver. 
Lo dicho: soy una persona prejuiciosa. 
Sigo tomando mi Moka en silencio y sin mirar a los costados. 
Prejuiciosa y adicta a la cafeína. 
Ya no da criollas el tiempo. 
Buenas tardes.







Breve historia en dos capítulos
1. Domingo, cuatro de la tarde. Ya desde la calle Durazno (decime que lo leíste con voz de Jaime) comienzo a oír los tambores de la primera comparsa desfilando en Isla de Flores. Apuro el paso. Al llegar a la esquina donde empezaba la movida tengo un momento de indecisión entre seguir a los que habían partido o quedarme a esperar la salida de los siguientes, y es en ese momento que lo veo caminando hacia mí. Alto, delgado, canoso, bello, con tambor a la espalda: el hombre de mi vida, listo. Pero el hombre de mi vida pasa a medio metro y sigue de largo sin registrar mi presencia. Malditos altos con la mirada perdida en el horizonte. Está buscando a los suyos, pienso, mientras lo sigo media cuadra bajo un paisaje de cielo azul y banderas rosadas. Por un instante me distraigo tratando de ubicar a mi amiga entre la multitud; dejo de verlo y lo pierdo. El hombre de mi vida ha dejado de estar visible. Pasan las comparsas, pasan las cuadras, pasan las horas. Nos cruzamos con y acompañamos a gentes con banderas, gentes vestidas de rosa, gentes bailando, aplaudiendo o caminando. Una comparsa, otra, otra... ¿Dónde está el hombre de mi vida en forma de tamborilero que votará por el SÍ este domingo? Ya estábamos mi amiga y yo iniciando la retirada cuando al fin lo veo de nuevo. Su imagen pasa como un relámpago en medio de una comparsa que avanza cerrada rumbo a Santiago de Chile: va por la acera opuesta, yo no puedo cruzar la calle y para cuando la muchedumbre deja algún espacio es hora de aprovechar el claro y subir al auto estacionado en medio de Isla de Flores, para sacarlo de la zona transitada. El sol ya se había puesto y comenzábamos a sentir frío. La última comparsa dobló y enfiló hacia la rambla. El hombre de mi vida acababa de esfumarse.
2. Los lunes son los únicos días en que puedo comprar café de la panadería en la esquina del liceo, porque entro a segunda hora y cuando paso por ella ya está abierta. Voy contando las monedas con ánimo de sacarme de encima hasta las más pequeñas cuando veo a dos pasos al hombre de mi vida pagando unos bizcochos y saludando al panadero. Quedo mentalmente con la mandíbula contra el piso (al mejor estilo de los dibujos animados de mi infancia cuando algo los sorprendía de repente) y en medio del shock creo escuchar la voz del panadero preguntándome si al café lo iba a llevar con azúcar o con edulcorante. El hombre de mi vida pasa una segunda vez por mi lado sin percibir mi presencia y se va de la panadería, mientras yo empiezo a pensar que si esta historia está guionada me gustaría mucho tener unas palabras con el libretista.
Fin.





Apuntes del reSÍtal de ayer * Tengo tan poco carnaval encima que casi me meto en el estadio de Central. * La Cosse se sentó en la popular. * Kobba (hip hop) abrió la noche, tan emocionado que todos lo quisimos como hijo. * Mochi es gigante. Maravillosa. La mejor. (no la conocía) * El maestro Cobelli nos estremeció hasta las lágrimas. * Hacía frío. * Sonido y luces muy bien. * Gabriela Iribarren leyó una proclama y se invitó al escenario a Idiana, la señora de 88 años con la bandera del sí. Aplauso cerrado de pie. * Empezó a hacer hambre. * Unas señoras de adelante habían ido con almohadón. Sabias ellas. * Larbanois y Carrero siguen siendo indistinguibles. * Hicieron la mitad de "A don José" y el resto lo cantamos a capela, con sus guitarras sonando bajito. Emoción, emoción, emoción. * Cada vez hacía más frío. Mis amigas y yo con pañuelos en la cabeza. Al rato ellas se fueron "a caminar" entre las gradas para entrar en calor. No nos dio para los dos últimos (que queríamos ver, pero). Fin.





Andaba medio random buscando algo para escuchar mientras arreglaba un poco el piso de arriba y buscaba ropa rosada cuando lo vi. Era un video de Andy Gibb. For so long You and me been finding each other for so long 🎵 Los dos primeros segundos me llevaron veloz y absolutamente a los 13 o 14 años, a las charlas en los recreos del liceo, los posters en la pared y los programas de radio donde a veces lo nombraban. El odio a Victoria Principal, que se había casado con él pero no lo valoraba. La incomprensión de por qué los hermanos barbudos no lo incluían en los Bee Gres (que también me encantaban, pero menos). La total estupefacción ante un video en que él cantaba y una chica sentada en el escenario en lugar de mirarlo ¡se ponía de espaldas para mirar a su novio!! Cosa rara la memoria, cómo se activa así, en un segundo. Saludos desde un bus rumbo al velódromo, a ver si creamos nuevos recuerdos para activar en un día futuro. Buenas noches.





Intérpretes de sueños ajenos se buscan (salvo que se llamen Plácida Linero). Voy volviendo a casa y en el camino encuentro diversas cosas, entre ellas unas revistas Selecciones que me guardo para llevarle a mis viejos. Alguien me espera en otra parte, una amiga o quizás una hermana. En cierto momento me pongo a leer un artículo mientras camino y de repente me doy cuenta de he perdido una de las revistas. Dejo de leer y miro a mi alrededor. No sé dónde estoy, es un barrio raro. Empieza a hacerse tarde. Veo un atajo que podría tomar para ahorrar mucho tiempo, pero implica atravesar el jardín de una casa. Intento cruzar, llegan los dueños de hacer compras y quedo en evidencia invadiendo su propiedad. Hay una escalera angostísima por la que intento bajar, pero los dueños me cortan el paso y a continuación me someten a una especie de juicio. Una mujer me aconseja que entre a una habitación a través de una puerta blanca que me señala a un costado, porque por allí ella y su hermana se metían antes y saben que hay una forma de salir. Una vez adentro de la habitación descubro que estoy encerrada y aparecen muchas figuras humanas con aire sobrenatural. Parece que representaran un papel: se divierten, me hablan, me persiguen. Gritan al estilo de una película cómica y muy rara; pueden ser peligrosos si no los sé llevar. Voy deduciendo que se trata de una habitación donde solamente si uno duerme aparecen los fantasmas. Allí se pierden las leyes de lo lógico y todo puede pasar. Hay una forma de salir, pero no me dijeron cuál. En cierto momento una fantasma me persigue con un cuchillo real y yo me asomo gritando a la ventana: desde la calle me escucha un hombre bellísimo al que yo le decía el Profesor. Lo había cruzado un rato antes y desde ese instante había pensado que con él me animaría a ir a cualquier lado. El Profesor se mete en la casa, intercede por mí y logra que me dejen salir, pero antes tenemos que quedarnos allí un rato él, otra mujer y yo. En cierto momento veo que él, que se ha hecho pequeñito y descansa en un estante alto de la pared como si fuera un libro, se está adormeciendo, lo que significa que podemos volver a estar en peligro, y eso es exactamente lo que sucede. Cuando termina de dormirse aparecen de nuevo los fantasmas, que siguen actuando como si representaran un papel en el cine o en el teatro. Uno de ellos es una chica joven de peluca roja corta. Ella y el resto de la troupe se divierten a nuestra costa hasta que logro despertar al Profesor, los fantasmas desaparecen, la habitación vuelve a ser normal y nosotros podemos finalmente escapar. En el camino de regreso siento que estamos filmando una película feminista porque vamos siguiendo la trayectoria de algunas mujeres mientras nos acercamos a la casa. Esa película no es buena; a veces es demasiado larga y sin sentido, con escenas de más. Me doy cuenta de que perdí las revistas Selecciones pero no importa, porque ya no estoy en la casa de los fantasmas y por lo tanto este sueño solo puede tener un final feliz.





Hora puente en el colegio. Debería aprovechar a hacer libretas, pero en lugar de trabajar empiezo a jugar con los filtros de Instagram. Mmmhh, qué interesante, hay algunos que disimulan arrugas y otros que así, como jugando, me rejuvenecen, pienso, hasta que (por esos azares de la memoria del teléfono) caigo en una foto de 2009 y me doy cuenta que no hay filtro que valga. La Fuente de la Eterna Juventud (de la que acabo de hablar en un sexto, en relación a Cándido y El Dorado) sigue siendo una utopía. Mejor una foto de la vecina, que tiene sus años pero no parece. Malditos gatos, hasta en eso nos ganan.






¿Ustedes vieron "Acto de violencia en una joven periodista"? Para mí (y para muchos) era la peor película del cine uruguayo (es de 1988 y está completa en youtube, por si quieren acceder a una obra de culto). Era la peor, hasta hoy. Vengo de ver una obra nacional de cuyo nombre no quiero acordarme, una película sin argumento (dos personas se conocen, se gustan, están juntas, fin), sin diálogos (no hay ni una frase interesante), sin actuación (dos personas no actúan, aunque dicen cosas), sin iluminación (imágenes quemadas, planos que no se sabe qué enfocan), sin sonido (secuencias que no se escuchan o se escuchan tanto que un papel de chocolate al arrugarse se adueña de la escena, en la que casi no hay música), sin el menor sentido. Lenta hasta la desesperación: buena parte del tiempo lo constituyen largos planos de paisaje, habitaciones o paredes donde no pasa absolutamente nada. 17 segundos: unos árboles. 15 segundos: otros árboles. 16 segundos: una pared vacía. Y así. Increíble. Tendría que haber salido enojada (o haberme ido antes), pero no, porque (como diría Bécquer) "tengo en mi tristeza una alegría": sé que nunca veré algo peor. Y no voy a dar nombres, porque después de todo quién soy yo para privarlos de una experiencia casi religiosa de encuentro con el vacío existencial. Si la ven, me dicen, y si forman parte de ese proyecto lo lamento mucho y les doy mis más sentidas condolencias. Buenas noches. (Qué gran cosa la catharsis!! Ya me siento mejor. Gracias por leer, gracias, gracias.)





Diálogo de liceo: _ Profe, ¿leíste Oliver Twist? _ Eh... No. Creo que no. _ ¡Pero te pregunté lo mismo en 2020 y dijiste que lo ibas a leer!!! _ Ups...





Una tal Marcela se acaba de llevar mi Moka de Pistacho en el Starbucks de Mdeo Shopping. ¡Qué barbaridad! La única razón por la que no realizo una denuncia es porque me acaban de hacer otro en menos de medio minuto, y porque además la tal Marcela parece tener más o menos mi edad y debe haber escuchado mal su nombre cuando la llamaron, pobre. Ella había pedido algo tipo café con leche; le debe estar encontrando un gustito raro a la bebida y no va a entender nada si por alguna razón termina abriendo el vaso y ve que en el fondo queda un resto de algo verde. Saludos desde el fin de una tarde del fin de un verano en una ciudad del fin del mundo. Y aguante el Moka de Pistacho, que lo acaban de descontinuar pero por ahora todavía resiste (y el teléfono insiste en escribirlo con mayúscula). Buenas tardes.






Diálogos de liceo
_ Fulano, la clase ya está empezando, ¿buscás algo para aportar en el teléfono? _ No, profe, ya lo guardo... Es que no me sale la palabra del Wordle. _ Yo la sé... ¿te digo? _ Nooooo...
..........
_¿Y vos ya sabés cuál es tu sueño? _ Sí: autopublicar una novela, crear un video juego y llegar a ser Presidente. _ ¿Y cómo vas con eso? _Para Presidente creo que voy bastante bien.
..........
_ Profe, ¿vos tenés hijos? ¿Estás casada? ¿Te gusta alguien? ¿Cuáles son tus sueños? _ Ehhh...
..........
_ ¡Profe, no te tengo este año! _ No... ¿Cómo andás? _ Bien. Te lo tengo que decir: te vi en Valizas. _ ¿Y por qué no me saludaste? _ Porque eran las tres de la mañana y vos ibas bailando atrás de los tambores. _Aaaah...
..........
Poco a poco vamos saliendo del aislamiento de los últimos dos años, y la comunicación empieza a instalarse más allá de lo indispensable en los patios, en las escaleras o a la salida de la clase. El año lectivo acaba de comenzar (y se extrañaba).





Género dramático
(Chofer y yo como única pasajera, unas cuadras antes del final de recorrido)
ÉL: _¿Bajás en la última? YO; _Voy a la rambla, la que me quede más cerca estará bien. ÉL: _ Te dejo allá abajo entonces, así ya después me quedo en la terminal, que en cinco minutos salgo de nuevo. YO: _ ¿No descansás nada? ÉL: _ No, cada vez menos. Tomo un poco de agua y ya salgo. YO:_ Estamos en la misma; yo soy docente y casi no tenemos recreos en cada turno… ÉL: _¡Ah, mis hijas van al liceo y me dijeron lo mismo, que no tienen ni tiempo de ir al baño! Es horrible lo que le hacen a ustedes y a los chiquilines. Yo ya les dije que se tienen que rebelar: que hagan cola en el baño y si hace falta lleguen tarde a las clases. Esto es un disparate. _YO: _Ni me digas… Es inhumano. ÉL: _Bueno. Llegamos, que andes bien. YO: _Gracias, que descanses. ÉL: _ Igual vos.
(Me voy rumbo al agua y la arena del atardecer en busca de la energía que por momentos no aparece, máxime cuando pienso que al día siguiente deberé enfrentar nuevamente las ocho horas de clase de 7.30 a 13.45 con solo tres recreos de 5 en medio de toda la jornada.)
Cuantificación temporal: en el IAVA un recreo de 5 te alcanza para bajar la escalera, atravesar el patio y llegar al salón de la próxima clase.
Moraleja: si nunca has dado clases y solo te mueves detrás de un escritorio puede ser que los números te den bien, especialmente cuando el costo físico, académico y emocional lo terminan pagando los demás.
Buenos días.




Dos menos cuarto de la tarde. Salgo del liceo muerta de hambre, porque el desayuno fue a las seis y media y desde entonces solo hubo tres recreos de cinco que no dieron para nada (menos aún desde que -con la pandemia- en el IAVA nos quedamos sin cantina). Apenas tomo por Eduardo Acevedo veo un adolescente de remera blanca en la vereda de enfrente y pienso “es Seba”, pero no era. Seba es un ex alumno de 2011, uno de los únicos dos que con el correr de los años han ido pasando a ser amigos. “No era Seba, pero a él igual lo voy a cruzar más adelante” dice una parte primitiva de mi cerebro, que además de hambriento sale del trabajo cansado y con calor. Llego a 18, en la parada me tienta un 103 semi vacío y con las puertas abiertas pero decido que el hambre puede más y me doy una vueltita por los chinos, donde armo un mix de chop suey, arroz primavera y buñuelos de espinaca, como siempre. _¡Mariela!- escucho una voz a mi costado cuando empiezo a cruzar 18 nuevamente rumbo a mi parada. Era Seba, de remera blanca. Estaba trabajando en la zona del liceo, cosa que yo no sabía. Hace como medio año que no nos vemos, no tengo nada pendiente que decirle, pero algo en mi cerebro sabía que íbamos a coincidir. ¿Cuántas cosas sabremos sin saber? ¿Puede esta magia discernir lo importante de lo que no lo es? ¿Será que el objetivo de esto de hoy es recordarme que no todo se soluciona razonando? Misterio. Buenas tardes.





Si además de mujer sos negra, si sos lesbiana, si vivís en una favela y defendés los derechos humanos te convertís en un símbolo, y sabido es que a algunos no les gusta que las mujeres negras, pobres, lesbianas y luchadoras tengan quién las represente. Se llama interseccionalidad: es la superposición de diversos factores sociales que tendrían que haber asegurado su sumisión y silencio. Pero no. “¿Cuantos más deben morir para que acabe esta guerra?” había escrito Marielle el día antes de ser cobardemente ejecutada. No pasó en Uruguay, pero no importa. Estamos todos en el mismo barco.
#memoria
Nadie muere del todo si otros siguen luchando por sus ideas (y esto vale para todos).







El jueguito de hoy vino medio complicado. Tiré tres palabras y me quedé en blanco; no se me ocurría nada con las letras que tenía (e incluso hice unos inventos por las dudas que existieran, pero en seguida un cartel me avisaba que no, y era como si me dijera que me dejara de tirar fruta, que este es un juego serio). Lo abandoné convencida de que era imposible: no había ni la más remota posibilidad de resolverlo. Hace un rato lo volví a mirar y demoré (literalmente) diez segundos en encontrar la palabra. Me imagino a algunas de mis neuronas negándose durante horas a participar en las pequeñas actividades del domingo con la excusa de que estaban concentradas en el acertijo pendiente: “ustedes vayan a la feria, miren libros, lean, cocinen, naveguen por la web… nosotras tenemos que seguir combinando letras porque si no ya saben cómo se pone… Sí, el ego… Vieron cómo es.” Y aquí estoy, con el wordle resuelto y dispuesta a no cargar con más tareas pendientes hasta mañana por la mañana. Si no buscaron la palabra de hoy fíjense y después me dicen si no era un poquitito mala leche (pero no la quemen). Buenas tardes.





¿Qué tan seguido puede una ser testigo de una escena de caza mientras espera el ómnibus en la esquina de 8 de Octubre y Pan de Azúcar? Ya desde que salí de supermercado me llamó la atención que las palomas volaban muy rápido, como asustadas. Cuando llegué a la parada los vi: los tres halcones las estaban acorralando con cada giro de su vuelo, en tanto ellas trataban de sacar partido al hecho de ser muchas y moverse en bandada. Por suerte no llegué al final de la historia (ni falta que hacía) porque apareció mi ómnibus y me subí con la cara de quien acababa de ser testigo de un suceso extraordinario, de estos que pasan a diario pero casi nunca percibimos.




Post superficial y olvidable de domingo de mañana Saquemos de lado todo lo que tiene que ver con la bondad, la inteligencia, el buen humor: vamos a hablar solamente de lo físico. El paso del tiempo suele venir con una larga lista de decadencias que no hace falta enumerar (inútil detallar, mirar alcanza, con perdón de Idea). Algunas personas llevan la edad con una suerte de serenidad inalterable, pero hay otras (las más raras) que florecen cuando la juventud les quedó lejos y hace tiempo. Es el caso de un actor que vi ayer en el cine: de jovencito era una cosa esquelética y de ojos saltones que llamaba la atención por lo poco agraciado, pero en los cincuenta todo el mundo comenta que está que se parte. No hablamos de cirugías, de una preocupación por el gimnasio ni de un rol que le cuide la estética: es solo una persona que se pone linda con los años. Cosa rara la belleza. Más allá de la luz interior, la mirada inteligente, la energía (que se percibe y contribuye a formar el conjunto) hay personas que van floreciendo a fuego lento. Todo esto para decir que si andamos en un período complejo de autoestima y el espejo no se comporta como queremos quizás sea simplemente que seguimos en la etapa del pimpollo. Y ahora con su permiso, me voy a maquillar y a pintar las uñas, por si hoy tampoco resulta ser la fecha de apertura de pétalos. Buenos días.





Cuando cursé primero de liceo los dos libros de Biología que usábamos en todo el año se llamaban Fitología y Zoología. En el de las plantas había un recuadrito que explicaba que los hongos y líquenes no entraban en ninguna clasificación, y listo. Ah, no: también decían que todos los venenosos se reconocen por tener velo (ese anillo que hay a mitad del tallo, o por ahí), lo cual no es cierto. Desde entonces ha pasado mucha agua bajo el puente, y parecería que hace muy poco que empezamos a darnos cuenta de la existencia de un mundo al que solo mirábamos de pasada (en mi caso, para sacar alguna foto). Vengo de una familia criolla, que jamás consumió hongos. Cuando estuve casada empecé a incorporar champiñones de lata y recién hace uno o dos años que compro hongos secos y frescos de manera habitual. Todavía no me animo a recolectar; algún día voy a empezar con el cultivo (de recreación y apertura de cabeza no digo nada, porque mi mente es muy tozuda y se niega a largar las riendas -por ahora). ¿Ya vieron Fantastic Fungi? Es por acá. Alimento, experiencia, aprendizaje, medicina, comunión con la tierra en sus múltiples facetas: es por acá. Tengo pocas certezas, pero esta es una: le hemos dado la espalda a todo un reino, y ya es tiempo de abrir los ojos y empezar a mirar más de cerca.




Ayer se murió la Guaytica, la gata mimada del Cele. Una gatita pequeña y de carácter imprevisible, con la fragilidad de los bichos blancos, que se pasaba las horas durmiendo en la falda de mi padre. Fue la primera de la banda de cuatro de la casa: había aparecido en la calle justo una vez que yo fui de visita y si bien me dijeron que ni soñara que la iban a aceptar a los pocos días ya estaba adoptada y bautizada con el nombre de una gurisita de hambre inextinguible que mi vieja conoció en su infancia en Cerro Largo. La Guaytica fue la que hace años resultó mordida por una crucera en la casa de Ñangapiré, evento del que salió bien gracias a que la movida de vecinos y amigos permitió hallarle un antídoto, aunque le quedó como secuela una progresiva pérdida de la vista que terminó por dejarla en los últimos tiempos casi ciega. Los gatos blancos sufren por el sol. A ella se le hacían unas heridas en las orejas que desde hace meses provocaban situaciones dolorosas y estresantes para los felinos y humanos de la casa. No tenía esperanza de curarse, y ya andaba alrededor de los diez años. Mi vieja lo tomó con la filosofía y la fuerza de costumbre, aunque la escuché llorando más de lo que recuerdo que haya hecho por ningún otro bicho. Mi padre (en su universo de presentes efímeros) ya va un par de veces que pregunta dónde está la Guaytica y no sabemos si alguna vez terminará por registrarlo (pese a que mi vieja dice que está mejorando, cosa que hasta que no lo vea no lo creo, porque a ella no sé si definirla como optimista o negadora). Y en eso están los viejitos. Por suerte sus otros tres gatos están ahí al firme para acompañar, demandar comida y entretenerlos, como siempre. Y una aquí, tratando de encontrar las mejores palabras para aliviar el dolor ajeno sin caer en el de los propios recuerdos. La vida misma, en sus pequeños y grandes devenires. Como siempre.



Un saludito para todas las personas que me han dicho Que tenía que haber tenido hijos Que vivir con más de dos gatos queda mal Que por qué aumenté de peso Que por qué no me muevo por publicar lo que escribo Que debería usar tacos Que tendría que aprender a maquillarme Que ya no es tiempo de soñar con el amor Que los rulos no dan distinguido Que la onda hippie ya fue Que me busque un buen hombre aunque no me enamore Que sea más sociable y vaya a lugares a los que no quiero ir Que vuelva a los textos tranquilos y la corte con esto del feminismo Que hable menos Que me conforme más Que no moleste Tengo una noticia para darles: ni lo sueñen. 💜





Zona de frutas y verduras del supermercado. Voy hacia la balanza con dos manzanas en una bolsita y le cedo el paso a un señor que llegaba un poco antes. _Pase, para usted.- me dice. _Gracias. _Después de todo, es su día. _ Muchas gracias. …… Sube una señora al 405; otra le toca el brazo al pasar y le dice una cosa en voz baja. La recién llegada se sube el cierre del pantalón y le agradece. _Para eso estamos- responde la primera. …… Me escribe un muchacho que dice tener mi número aunque no sabe por qué. Le contestó que ni idea pero que no estoy interesada. Trata una vez más, preguntando si me molesta, pero a la segunda frenada entiende que no, dice que “ta bien” y ya no reaparece. …… Pido mi bebida habitual de nombre kilométrico y la empleada de la cafetería me pregunta: _¿Con chocolate negro? _ Eh… sí.- le respondo, aunque nunca ha llevado chocolate, y el resultado (sea por casualidad, por error o por cambio de receta) resulta más que delicioso. …… No sé si soy yo que ando con la cabeza violeta, pero hoy siento que todos los diálogos llegan a buen puerto, sea en palabras, en acciones o en silencio. Que así siga. 💜





El programa de Literatura de sexto va de la Ilustración al presente, y es el que presenta más posibilidades de elección. Les cuento qué podemos estudiar:
ESCRITORES Rousseau, Voltaire, Goethe, Leopardi, V. Hugo, Whitman, Poe, Baudelaire, Rilke, Mallarmé, Pessoa, Valéry, Eliot, Pound, Lautréamont, Tolstoi, Dostoiewski, Dickens, Melville, Balzac, Flaubert, Joyce, Proust, Kafka, Hesse, Faulkner, Bradbury, Hemingway, Gogol, Turgueniev, James, Conrad, Carver, Mann, Calvino, Mishima, Chandler, Huidobro, Vallejo, Neruda, Borges, Paz, Salinas, Guillén, Cernuda, Rulfo, Carpentier, Onetti, Arguedas, Asturias, García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Guimarães Rosa, Bastos, Chéjov, Ibsen, Pirandello, Brecht, Ionesco, O’Neill, Williams, Miller, Beckett, García Lorca.
ESCRITORAS Woolf, Yourcenar, Di Giorgio
En tercero hay seis mujeres, en cuarto cinco y en quinto solo una, pero lo del programa de sexto es escandaloso, porque es el que tiene más posibilidades de incluir a las voces femeninas en un mundo que sigue insistiendo en mantenernos invisibles.





Después de ensoparse con el diluvio de hoy temprano. Después de dar siete horas de clase parada y con solo tres recreos de cinco. Después de conocer a unos cien estudiantes y reencontrarse con veinte o treinta. Después de viajar en un G lleno y a los tumbos. Después de hacer una hora de cola para pedir un papel que diga que una no está en el registro de violadores y abusadores. Una se merece un helado de maracujá. Y así estamos.





Algo en el programa de radio que escuché al desayunar me disparó la curiosidad por el día de mi nacimiento. Fue un domingo de mañana; la tradición familiar dice que mi viejo se salvó gracias a mí de pasar el día haciendo junto a otros parientes y conocidos la planchada de la casa de un tío. Otra cosa que me contaron es que al sentir las primeras contracciones mi madre estaba en el dormitorio de mis abuelos, se llevó la mano al hombro derecho como para aliviarse y sintió claramente una mano fría que oprimía la suya en un gesto de cariño y apoyo. Fue la única vez que ella sintió algo en la casa de los fantasmas (donde otros veían a una chica rubia vestida de blanco, manos que salían de la tierra y fuego por las ventanas). Volviendo a la fecha, mi búsqueda de efemérides del 16 de abril no me trajo resultados muy intensos. Nancy Sinatra estrenaba ese día "Somethin' Stupid" y Doris Day una película malísima ("Caprice", traducida como "Sábados de espías") de la cual la crítica dice que ella "se ve como la abuela de Richard Harris, con el sex appeal de una monja". Mi cumpleaños coincide con el Día Mundial de la Voz y el Día Internacional contra la Esclavitud Infantil, con el nacimiento de Chaplin, Tzara y Henry Mancini pero también el de Ratzinger. En el santoral aparecen tres hombres y una mujer, que me cae muy bien: Bernadette Soubirous, Santa Bernardita. Cuando era chica vi una película sobre su vida y cómo en el pueblo no le creían sus visiones de la Virgen hasta que brotó un manantial donde ella dijo, una fuente de agua que terminó siendo el origen de la Gruta de Lourdes en Francia. Cosas que una (que no es creyente) recuerda por esos misterios de la mente y la memoria. El 16 de abril también me trae dos momentos imborrables, uno en lo personal (cuando fuimos con mis viejos y media familia a reencontrar a un tío liberado luego de largos años de estar "en Libertad") y otro colectivo (con el voto amarillo de la vergüenza y el olvido). Y después está lo puramente individual, los cumpleaños, no todos buenos ni todos en mi casa, algunos inolvidables y otros de los que no logro rescatar una imagen. Son unos cuantos; creo que hay unos 15 de los que identifico alguna cosa. ¿Ustedes recuerdan algo de cada cumpleaños que han vivido? Nada. Cosas que una hace después del desayuno en su último día de vacaciones. Buenos días. Feliz domingo.




Entre la guerra y la pandemia, los asuntos de la política local, los temas relacionados al feminismo y la ecología una ya no gana para disgustos. Digo eso para explicar por qué estos últimos días de vacaciones en mi casa me he pasado viendo películas basadas en los libros de Agatha Christie que leí (o más bien devoré) cuando tenía 18 o 20 años. Son todas de alrededor de los años 2000, las de Poirot se ubican en 1936 y las de MIss Marple en los 50´. Más allá de que las acciones siempre se desarrollan en mansiones enormes, con personajes ricos que visten de etiqueta hasta para merendar con los amigos, me llaman la atención algunas cosas: 1. Todo el mundo fuma. Los médicos, los detectives, las señoras ancianas, todos. Fuman incluso más de lo que recuerdo haber visto en el siglo pasado, antes de Tabaré y sus reglas (bienaventuradas reglas, los no fumadores eternamente agradecidos). 2. Siempre aparece algún niñito de 7 u 8 años trabajando, por lo general entregando periódicos, como la cosa más normal del mundo. 3. En las películas de Poirot nunca falta un inglés (o inglesa) que diga con desprecio que Fulano es extranjero. 4. En las de Miss Marple el 90% de las veces hay una pareja de homosexuales mujeres, pero nunca hombres. Yo tengo la idea de que la Christie aludió al tema un par de veces, pero no tantas; acá sospecho que (sea por principios o porque el tema rinde) alguien decidió meterle mano al guión y cambiar algo. 5. Mueren muchos curas. 6. Las infidelidades siempre salen a la luz. 7. Cualquier desliz termina en embarazo. 8. Los asesinos que apuestan a tirar algo desde el techo sobre la víctima nunca fallan. 9. Siempre que hubo tormenta por la noche sale el sol por la mañana. 10. No hay acantilado que no tiente a un/a asesino/a. Y con esta sabiduría adquirida tras un largo y provechoso dolce fare niente a punto de acabarse los dejo, que en la pantalla el espejo se rajó de parte a parte y aún no aparece el asesino. Buenas tardes.





Yo no debo ser Aries, porque mi nivel de “vigorosidad” hoy no estaría levantando ni siquiera con el segundo café de la mañana. Quizás me inscribieron mal, debe ser eso. Me apuntaron un día que no era y en una de esas también me pusieron mal el año, seguro. Yo debo ser del 70 y pico, por lo menos. Tuve un impulso de vigorosidad esta mañana, pensé ir a comprar protector de madera para pasarle al patio pero el pronóstico de lluvia me lo enfrió en un segundo. Hace 21 minutos iba a empezar a llover en 38’ y ahora dice que la cosa arranca en 1, así que las tareas de pintura quedarán para un día de sol. No soy yo, es AccuWeather. Ah, aviso que parece que los de Libra hoy van a tener que escucharnos y los de Acuario van a ser advertidos por nosotros (no sé si es que les vamos a hacer una advertencia o que nos vamos a dar cuenta de que están ahí, en eso la predicción no fue clara). Y en eso estamos, esperando la lluvia con una vigorosidad tremenda y atentos a los cambios que queremos hacer a futuro, que todo se cumplirá. Buen fin de semana, y chau chau vacaciones. Snif.





Ayer colgué en Instagram una foto en la que se veía que estaba en el IAVA. Un estudiante del año pasado la comenta, de pasada le digo que el lunes nos vemos y otra chica (de la clase) pregunta: _ Profe estás segura que empezamos todos el lunes?? incluso 6to? Le digo que sí y me quedo pensando que le acabo de acortar las vacaciones, hasta que llega su comentario: _ Ayyyy que suerteeeee! Y el del primer estudiante: _ Ahhhh buenísimo!!! Gracias por el dato extra! Nos vemos el lunes entonces aunque no te tenga como profesora este año 💖 Listo. El año está por empezar pero ellos ya entendieron todo.





En lo que va de la mañana ya escuché dos personas en la radio diciendo que les doy vergüenza: unas porque en mi estado digo que no escucho audios en wsp y otras porque sigo usando polleras de jean, que fueron de los noventa. ¿Cuántas cosas haremos en el día a día que nos parecen de lo más ubicadas y son para otros motivo de cringe? ¿Decir "cringe" también está mal? ¿Y asomarse a la una de la mañana al frente y pegarle un grito al gato para que venga? ¿Seguir guardando ropa que se ha ido achicando con los años? ¿Empezar una comida y tirarle Maicena en lugar de polenta porque los paquetes de ambas son amarillos? ¿Querer pegarle a un mosquito y darse una misma un sopapo? No sé, no sé, ya no sé nada. Ni el horóscopo del pasquín me ayuda, porque acabo de entrar y me dice que me calme, que sea intuitiva y que disfrute de un final, aunque no me aclara cuál. Marzo es un mes raro. Como que estamos, y no. Como que nos cuesta encontrarle la vuelta al humor y las intrascendencias habituales. Como que la realidad no nos deja mucho margen para las pavaditas*. Menos mal que parece que mañana la Luna estará en mi signo y voy a volver a empezar. Buenos días. *Eso me dijo una vez alguien con quien salí un par de semanas y volví a encontrar al cabo de unos meses: "aaaah, qué lindo, me había olvidado de tus pavaditas".





De mi parada al liceo hay dos cuadras. Ida y vuelta, cuatro cuadras. En ese lapso me crucé con dos personas (en distintas veredas) tiradas sobre un colchón, con la vista perdida. Más adelante una chica me pidió varias veces un peso (justo hoy que había salido pelada). Un flaco veinteañero paraba a todo el mundo tratando de vender libros; llevaba en la mano cuatro o cinco que probablemente había sacado de algún contenedor. Otro ofreció cantar un tema de Amy Winehouse (ese fue simpático y se veía divertido). Un veterano cruzó por la vereda sin mirarme; Iba como en otro mundo y repetía para nadie una frase como un mantra: “Dame la plata, dame la plata”. Ya en 18 de Julio un muchacho de barbita con pinta de universitario estaba agachado en la vereda abrazando a un hombre al que le faltaba una pierna, que estaba pidiendo limosna y lloraba desconsolado sobre el piso. Cuatro cuadras. Cinco minutos de caminata. Capaz que esto no se ve de La Tahona. En mi país, qué tristeza… Cada vez peor.





Despertás en algún momento de la madrugada y a los cinco segundos entendés el motivo. Un picor en el dedo de al lado del gordo del pie derecho, una sensación de alergia insoportable que sabés que te va a impedir dormir hasta que encuentres al culpable y lo estampes contra la pared o lo aplastes en un único aplauso sin vueltas. Aquí no valen animalismos ni compasiones: es él o vos.
Prendés la luz. Echás una mirada al dormitorio. Todo parece en orden, aunque de contornos levemente esfumados, así que te ponés los lentes y enfocás. Vas cubriendo uno por uno todos los lugares posibles para el escondite del enemigo. Como siempre la puerta está cerrada, de manera que el acecho se sabe de antemano exitoso. Hacés un paneo del techo, las paredes. Movés la mecedora de tu abuelo y esperás un aleteo silencioso en las zonas aledañas. Acercás la mano a los libros, sacudís los pañuelos colgados del perchero, las cortinas, las sábanas, pero nada.
_Esto es patético. -te decís en un rapto de lucidez, pero seguís buscando.
"Es por culpa de los gatos", van diciendo las dos o tres neuronas que funcionan por un canal secundario de pensamiento, en tanto la masa global del cerebro solo tiene un objetivo. "Es por tanto abrirles la puerta y la ventana, o por dejar una rendija abierta en cada viaje. Esto es culpa de ellos. Lo que tendría que hacer de aquí en más..."
_ ¡Hijo de puta, mirá dónde estabas escondido! -murmurás de la nada, olvidando toda deconstrucción.
Apoyado en el techo, casi pegado a los libros más altos de la biblioteca de pallets que te regaló un ex hace como cinco años, ves al mosquito. Le tirás un chorro de Off, y otro, y otro, sabiendo que eso no lo matará pero lo va a dejar confundido. La criatura comienza a volar de forma errática, da unas vueltitas entre aplausos, y desaparece. Vuelta a empezar la búsqueda.
_Patético es poco.- te seguís autocastigando mientras la madrugada avanza inexorable pero no importa, porque aún queda una semana de vacaciones.
Por fin lo ves, apoyado en el cable del aire acondicionado. Le das un sopapo raro, que casi te cuesta una uña. El enemigo queda pegado en uno de tus dedos, triste, solitario y final (diría Soriano). Te tirás en la cama sin culpa ni preocupaciones, y demorás media hora en conciliar el sueño, mientras se termina de asentar el Off en el dormitorio.
Otra batalla ganada.





Comparto una entrevista a Sol Despeinada (médica y docente de la UBA) a propósito de la violación grupal que sufrió una chica ayer, a plena luz del día (cuatro de la tarde), en un barrio de lo más concurrido de Bs. As. (Palermo). Es difícil transmitir el dolor, el enojo, la impotencia y las ganas de romperlo todo que me vienen cada vez que pasa algo que vulnera a una mujer (o feminidad) por el solo hecho de serlo. El enojo de ver cómo se minimiza, se le echa la culpa a la víctima, o se apela a que es un delito propio de "monstruos", cuando los violadores suelen ser hombres tan adaptados al sistema como cualquier hijo sano del patriarcado. Casi no conozco a una mujer que no haya sido víctima de alguna forma de acoso o abuso. Por suerte algunas pueden decir que no les ha pasado, pero la mayoría tenemos otras historias que contar. No en las redes, o sí, pero tenemos, y tenemos unas cuantas. No conozco a un solo hombre (ni uno) que se reconozca acosador o abusador, ni en presente ni en pasado, ni orgulloso ni arrepentido. Ni uno. Algo no me estaría cerrando. El 8 de Marzo las mujeres seguiremos exigiendo igualdad y justicia, como siempre. #juntas





El recio de la casa. Tiene un problema en la boca, cicatrices en las orejas y un ojito más cerrado que el otro. Huele mal y no siempre está limpio pero resiste más allá de lo que yo hubiera creído. Pobre bicho. O quizás haya que admirarlo… No sé.  Lo que sí sé es que cuando pide comida no se conforma con poquito sino que se queda mirando a la proveedora y exigiendo hasta que siente que algo en su interior le dice “lleno”. Ahí se va a su sillón y se duerme. No hay mucho más. Pobre gato. O no.





Salí tarde de mi casa, demasiado para enfrentar una hora de caminata por la rambla, así que opté por las calles arboladas de Pocitos y Punta Carretas. Un mundo raro, para mí: todos con cara de tranquilidad, varios grupos de personas desayunando en barcitos casi ocultos entre plantas y árboles, mucho silencio y hermosas casas antiguas resistiendo el embate de los edificios (que no son tan feos como los del centro, pero…). Esto no tiene nada que ver conmigo, iba pensando mientras, ya cumplida la hora, me detenía en el primer puesto de la feria a comprar nueces, hongos y roquefort. Terminada la compra había que hidratarse y reponer calorías,, así que crucé a la cafetería de enfrente y me pedí algo de nombre kilométrico:
_ Hola. ¿Me das un Mocha blanco de pistacho con bebida de almendras, caliente, alto?
La chica pelirroja de la caja anotó la sigla correspondiente en el vaso y preguntó mi nombre.
_Mariela.
Me miró de nuevo.
_¿La profe de Literatura?
_Sí… ¿Cómo andás?- sonreí, tratando de mover los engranajes de mi memoria en medio del barrido general de datos de las vacaciones. -Vos no eras pelirroja, ¿no?
_ Sí, era.- dice ella, mientras yo le miro el nombre en la tarjeta y decido que, aunque su carita me resulta familiar, no termino de ubicarla. 
Después me instalo en una mesa, escribo algo que se me borra y no logro recuperar. Pasa el tiempo. La chica se pone a barrer al costado y charlamos algo más: respiro aliviada cuando me dice que sigue estudiando y quiere probar un par de carreras a ver por dónde va a ir su futuro. 
Ya casi al mediodía salgo de la cafetería y cruzo a mi parada. Por un momento el barrio ha dejado de resultarme un territorio extranjero. Ya no son solo jardines y casas: aquí conozco a alguien.  Y me voy.