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lunes, 25 de abril de 2022

Abril de 2022



Sábado previo al primero de mayo, otoño, sol tiempo libre. Termino de prepararme un desayuno tranquilo con galletitas, queso, miel y un té turco con gusto medio ahumado que es una delicia. Ya le di de comer a todos los gatos, el viejo mío y las dos vecinas, y estaba pensando ir a caminar un ratito a la rambla o tal vez tirarme por la feria del barrio cuando escuché unos golpecitos discretos en la puerta. Paré el video que estaba viendo en youtube y atendí por la ventana. 

Era un muchacho alto y flaco, de veintipocos años, con ojos enormes y serenos. 

_Buenos días, vecina, ¿se acuerda de mí?

_ No. 

_Yo hablé alguna vez con usted... Mire, no le quiero sacar tiempo pero le voy a contar mi situación. Me llamo Rodrigo y hace unos días que estoy en situación de calle. Vivo (vivía) acá en Areguatí, ¿ubica?

_Sí.

_ Bueno, ahora estoy en la calle, en Debali. Quiero ver si me aceptan en Beraca, porque no le voy a mentir: yo fumo marihuana...

_ Rodrigo, ¿qué estás pidiendo? ¿Comida, plata...? -lo interrumpí con amabilidad, porque el muchacho hablaba lento, la interacción circunstancial amenazaba prolongarse y el té turco se me estaba enfriando en la cocina.

_ Y... Yo necesito una ayuda para ir a Beraca, porque queda en el km 21. Pero si tiene algún alimento también...

_ Esperame un segundo, no sé si tengo algo pero me fijo. 

Fui a la cocina a ver si me había quedado algo de cambio de los mandados de ayer, pero solo tenía $40 y un billete de 500. Le di los 40 con un par de scones dulces en una servilleta. 

_No es mucho, Rodrigo...

_ Muchas gracias.-dijo él con sus enormes ojos en expresión de paz, y agregó: 

_Quiero regalarle esto.

Miré el cuadrito; era lindo, era nuevo, estaba limpio. 

_No, Rodrigo, esto es mucho más de lo que acabo de darte. 

_No importa, yo se lo quiero regalar. 

_Muchas gracias.

Y se fue.

¿Viste cuando te quedás con una mezcla de sensaciones agridulces, que no sabés si predomina la ternura, la tristeza o las ganas de putear al gobierno? 

Bueno, eso. 

Terminé el té turco y acá estoy, inmovilizada. 

"¡Qué lástima que la gente sea tan pobre!" diría Espínola. 

O tan rica. 

Según cómo se mire. 

Buenos días.





¿Ustedes también siguen páginas de cosas que les dan miedo solo para ver si se les pasa? 
Acabo de ver una yarará enroscada en la mesa de luz de una casa.
¿Ustedes también siguen páginas de cosas que les dan miedo solo para ver si se les pasa y después como les siguen dando miedo lo ponen por acá para ver si mal de muchos consuelo de tontos? 
Ya me siento mejor. 
Buenas noches. 
Ps: igual era en Argentina. Lejos, lejos.





Tienen como ochenta años. Ella lleva el pelo teñido de rubio y sujetado con hebillas, usa plataformas y pantalones medio capri. Él aún tiene cabello, anda de camisa hawaiana, jean y championes. Conversan todo el tiempo entre sonrisas y vienen tomados de la mano, sentados uno a cada lado del pasillo del 60, al menos hasta que una persona se baja y se pueden sentar juntos. 
Nada, eso. 
Que se puede.❤️



Me levanto temprano y la mañana del domingo da para muchas cosas. Una de ellas es desayunar escuchando un programa argentino de radio de cuando me fui de viaje, en el que se plantea cuáles son las cinco mejores maneras analógicas para conocer personas. Ya que lo digital no parece ser lo mío (porque lo visual no me aporta mucha info y cada chateo con faltas de ortografía es el primero y el último) tomo nota de lo aconsejado:

5- Paseando a tu mascota 

(Olvídalo, solo vale si tenés perro y yo con el gato viejo a los únicos que conozco es a los veterinarios -que no están mal, pero son muy chicos)

4- En una estación de tren o de metro 

(No es extrapolable a la parada del 103, donde lo más probable es que me encuentre con el Morocho Rapero -que, a todo esto, hace como dos años que no veo-)

3- En el supermercado 

(Podría ser, pero hasta ahora lo más cercano a un levante de supermercado fue cuando alguien me dejó el celular en el carrito -el aparato, no el número- y yo no demoré dos minutos en entregarlo a las chicas de Guardabultos)

2- En un vivero 

(Imposible, se me dispara la obsesión por las suculentas y no miro nada que no sea verde)

1- En los puntos turísticos de la ciudad

(Solo se me ocurre el Mercado del Puerto, que no es buen lugar para una vegetariana)

Sigo desayunando. La hora mágica del amanecer ya dio paso al sol decidido de la mañana y el domingo pide caminata (aún no sabemos por dónde).






SIEMPRE es lo mismo, siempre, siempre. “Voy a arrancar estas hojitas de trébol que no dejan que le llegue el sol a esa plantita… Y esta rama de acá…” Una hora más tarde: the horror.  Metros y metros de ramas, brotes, hojas secas e ainda mais. Las que quedaron están chochas porque recuperaron el sol, pero las desechadas me reprochan en todos los idiomas vegetales (que por ahora no comprendo del todo, aunque algo capto). 

Es difícil ser la persona encargada de la selección artificial en este mundo. De la natural ni hablemos, que había una media docena de fortachonas que se estaban comiendo la (supuesta, esperada) biodiversidad inicial. Y de la manera en que me voy a deshacer de todo esto tampoco hablemos (porque no es tanta para llamar a la Intendencia; buscaré una solución gradual y alternativa).

Buenas tardes.

Ps: acabo de recuperar varios metros de cuerda para tener la ropa; iupi. 

Ps2: la vecina barcina acompaña las operaciones pero no opina ni interfiere.

Ps3: y todavía me queda el frente… 😱






Jet lag 

Ya me levanté

me vestí

fui al baño

me lavé el pelo

abrí las ventanas

alimenté a una gata

ignoré a la otra

escuché un programa de radio

preparé el desayuno

puse otro programa

quemé una lamparita

navegué en todas las redes 

me tomé un té turco

y afuera sigue todo negro, 

porque ni siquiera son las seis y media.




Ya van dos personas (ayer una alumna y hoy una profesora) que dicen haberme visto en la tele la semana pasada. 

¿Me he clonado acaso? ¿Una parte de mí andaba caminando de lo más tranquila por 18 de Julio en tanto mi otro yo ascendía la colina de Delfos o juntaba caracoles en Mykonos?

Misterio. 

Saludos desde la hora de apoyo en el IAVA, donde aproveché unos minutos de recreo para cruzar a la nueva panadería de enfrente, que no solo tiene capuchino y scones de queso sino que abre a las 7 de la mañana. 

I ❤️ nueva panadería.

Buenas tardes

miércoles, 20 de abril de 2022

Nuestro viaje de 15: Grecia no Colmenares (3/3)


Llegamos a Atenas a las diez de la mañana y fuimos hasta el hotel en una van que no estábamos seguras de que nos correspondiera, pero sí. El que nos organiza muchas cosas en esta etapa del viaje es un argentino que vive aquí hace 43 años y es igual a Isidoro Cañones; nos espera en el hotel y terminamos brindando con champagne en la terraza del piso 12, con vista a la Acrópolis. No hay edificios altos para que no se pierda desde ninguna parte de Atenas la vista del Partenón iluminado.



La primera impresión de Atenas no fue buena. Veníamos de la magia de Las mil y una noches y caímos en una ciudad con mucha fachada destartalada, grafitis, bocinazos, donde ya nos advirtieron que cuidemos nuestras cosas, pero al rato nos fue ganando, aunque nada se compara a Turquía (ni a los turcos).


Cositas


Esta gente (y la de Turquía) no conoce el concepto de “ sábana”: solo hay un acolchado ligero, pero caluroso. Tampoco saben lo que son las repisas del baño para la ducha. Los jabones y shampúes en Grecia son de oliva y nos encantan. 


La habitación del Dorian Inn es preciosa pero ayer era un horno, porque (esto es raro) el hotel solo tiene son niveles de aire acondicionado: calor y frío, y pasamos medio día hasta que alguien nos dijera bien cómo apagarlo. 


El desayuno es espectacular, todo tipo de frutas, varios panes, frutos secos, cinco jugos, comidas al estilo huevos revueltos y esas cosas, etc. Fuerte el café, eso sí, no logré sacarlo light.


Todo en Atenas es resbaloso: mármoles, piedras, bordes de veredas.




Subimos la colina


La señora que nos vino a buscar al hotel para la excursión a la Acrópolis es argentina e impaciente, pero hasta hoy no sabía lo que es lidiar con seis docentes (lo que quiere decir que en diez segundos ya la habíamos ubicado). Por suerte las guías de la visita son otras, y nos caen muy bien.


La Acrópolis es el lugar más alto de la ciudad, donde está el Parthenon, templo dedicado a Atenea. Es una fortaleza natural: un lugar alto, plano, con un solo acceso y con agua en sus laderas. Allí hay momentos del siglo V ac. 

La zona puede tener temblores, pero el Parthenon aguanta nueve grados de la escala Richter.


Museo de la Acrópolis

Al inaugurar una casa en la Grecia antigua se hacía una ofrenda a los dioses (comida, bebida, vasijas) que se enterraba junto a los cimientos. En el museo se hizo lo mismo: a la entrada en el piso puede verse la ofrenda cubierta por un vidrio.

El diseño se hizo de manera que los visitantes al entrar y recorrer las diferentes salas vamos subiendo (los pisos tienen cierta inclinación) para dar sensación de ir caminando hacia la Acrópolis. La sala alta está sostenida por 17 columnas como el Parthenon, y tiene las mismas dimensiones.

Muchas de las piezas son auténticas (por ejemplo las Cariátides), otras son reproducciones de originales que se encuentran dispersos por el mundo (y en ese caso se indica con un color diferente). Hay videos que muestran el proceso de limpiado de las esculturas y relieves, sea con instrumentos de metal o con láser. 

Recorremos dos niveles: planta baja y primer piso, pero los pisos en muchas zonas son de vidrio, lo que significa que mientras vamos por planta baja vemos un nivel subterráneo de muros y cimientos presentados tal como estaban al momento de descubrirlos.

Una de esculturas que vimos es la de Moskoforos, el portador del ternero. Otra, una mujer con un peplo (vestido) junto a la cual una pantalla reproduce cómo sería esa prenda con los colores originales. 

Las Cariátides son todas diferentes en su peinado y vestido; la parte de abajo representa el nacimiento de una columna y el hueco entre dos de ellas es para esperar a la hermana Inglesa, cuya restitución ha sido motivo de tratativas durante largos años.

Vemos imágenes de la Acrópolis tal como era: los techos tenían una estructura de madera recubierta con tejas de mármol, lo que implica que si se quemaba la madera se caía el techo


Datitos 


La ciudad tiene 5 millones de habitantes y Grecia 11.


El año pasado hubo varios días de 47 grados, lo que implicó muchas pérdidas de bosques y animales.


Para la Iglesia Griega Ortodoxa la Semana santa y la siguiente (que es de resurrección) son feriados, y por tanto vacaciones. Lo celebran con cordero para toda la familia, beben y bailan. El seis de enero para ellos es el bautismo de Jesús. Un 95% de la población griega es cristiana ortodoxa.


No hay mezquitas en Atenas, se está viendo ver la necesidad de construir una por la cantidad de inmigrantes islámicos que hay en la ciudad. Hubo muchas mezquitas durante el imperio otomano.


Varios parques tienen cines de verano, pero con mosquitos.


 “Grecia es un país pobre con hombres y ricos (como lo fue Onassis)”.


Monastiraki: multitudes humanas subiendo la colina, cientos de comercios, varios músicos callejeros, unos diez gatos, un elfo y dos mil repechos. Del señor elfo no tenemos fotos, de otros aspectos de la zona sí.


El Olimpo es el monte más alto de Grecia, con unos 3000 metros de altura.


Hay aviones a chorro, molinos de viento y paneles solares por todos lados.


“Eu” significa bello; todas las palabras o nombres que comienzan así son de origen griego (euforia, Europa…). En castellano usamos 30.000 palabras de origen griego.



Pequeño diccionario turístico: 

Efjaristó: Gracias.

Iasu: hola (a uno).

Iasas hola (a todos),

Tikalis (cómo estás).

Kalá (bien).

Jalará (paciencia).




Mykonos


Apenas llegamos a la isla (después de un viaje de cinco horas y media por el Egeo y sus islas) subimos al transfer del hotel y no había pasado una cuadra cuando sentimos un ruido seguido por un sacudón fuerte: nos habían chocado de atrás. El conductor (un veterano griego que nos esperó a la salida del ferry con un cartel de “Rodríguez x 6”) se bajó, discutió durante cinco segundos con el de atrás y aquí no ha pasado nada. 


Nuestro hotel era blanco, lleno de terrazas y con varios gatos. La piscina (frente al mar) era de esas donde el agua casi se desborda. Nos impresionó ver gente en bikini o bermudas tomando sol aunque el día estaba bastante fresco. 


El centro de la isla, a unas diez cuadras del hotel, es un laberinto de callecitas hermosísimas decoradas en blanco y tonos de azul, llenas de comercios pequeños, un sueño. El mar es verde y transparente, además de frío. No hay olas, salvo cuando pasan los barcos y las crean. Encontré caracoles, piedras y vidrios pulidos. No hay muchos bichos. Insectos, ni uno. Muchos gatos, algunos perros, aves y lagartijas verdes y marrones. No hay veredas. Los autos pasan a mil. La gente que pasea o toma algo en los restaurantes parece tener todo el tiempo y toda la plata del mundo (excepto adivinen quiénes). Todo es más caro que en Atenas. Pocos niños. Calor de día y frío por la noche. No se sabe para dónde mirar. Maravilla continua que se disfruta y agradece en comunión con la naturaleza, el sol, el aire puro, el agua limpísima y las piedras blancas y rodeada de la playa.

Más o menos así es Mykonos. Repito: más o menos. Sería un crimen poder venir y no hacerlo. 

Saludos desde el aeropuerto de la vuelta, ya en otro país, en otra hora, otros paisajes.



Volvemos a Atenas


La calle que conduce a Eleusis se llama “vía santa”; por allí se iba en peregrinación. Estaba prohibido revelar los misterios, cosa que se penaba con la muerte.


Atenas era una potencia naval y hoy sigue siendo la mejor del mundo”, dice una de nuestras guías (la nacionalista). 


Junto a las carreteras hay dos por tres capillitas con las que se agradece por haberse salvado o se recuerda a los que perdieron la vida en un accidente. 


Una de las guías que conocemos en el viaje se llama Mirna, es argentina y toma mate con yerba que viene de Siria a 12€ el kilo. 


Hay árboles de naranja en las veredas pero son agrias, solo sirven para hacer “dulce de cucharita” (una cosa que me recuerda a las “frutillitas” de la infancia). Casi todas las aceras tienen árboles, en parte por el extremo calor de verano. El año pasado hubo muchos incendios, se quemaron hectáreas de bosque, e incluso hace un par de años en un pueblito cercano a Atenas los incendios causaron muchas muertes. 



Visita a la Argólida


El santuario a Esculapio (Asclepios) se encuentra al lado de Epidauro pero es varios siglos anterior al teatro; es del año 330 ac. Destruido x los godos en el 267 después de Cristo, en 427 fue cerrado x un emperador bizantino.


El Monte Helicón era la morada de las Musas. Homero dice que cuando Apolo y las musas cantaban hasta los pájaros callaban para escucharlos.



Delfos


La guía de hoy empezó siendo estricta y malhumorada. Todo el tiempo hablaba de Grecia como un país superior al resto, reclamó silencio cuando le dije a una de mis amigas: “mirá, casitas!” y habló largo y tendido de covid y la obligatoriedad de usar tapabocas full time en el bus. “Cuando vuelvan a sus países pueden hacer lo que quieran, pero aquí tienen que cumplir las reglas de mi país”. En la parada técnica se tomó su café de pie, afuera, y cuando se me cayeron los auriculares al suelo me dijo que los tirara. Ob se sio na da con el covid. 

Después, ya en el museo, comenzó poco a poco a humanizarse y para cuando dejamos el sitio arqueológico estábamos como chachos chusmeando sobre la corrupción en Delfos y de posible injerencia en la política de la Grecia Antigua. 

Otro milagro de Apolo. 


Apolo (en cierto capítulo de la telenovela mitológica) se convirtió en un delfín; se supone que de allí viene el nombre de Delfos. Este lugar recibió en la antigüedad el título de ombligo de mundo (Omphalos).

Casi todos los griegos pasaban al menos una vez en su vida por Delfos, especialmente al iniciar la edad adulta. 

Las pitonisas debían ser puras y ancianas, o sea que tenían que tener más de 50 años (!!!!!). Se purificaban en las aguas de la Fuente Castalia, masticaban las hojas de laurel (que tienen cierto efecto hipnótico) y allí atendían a quienes acudían al oráculo. 

Las predicciones se daban entre la primavera y comienzo de otoño. El santuario funcionaba en otoño e invierno pero solo como centro religioso. Apolo se iba a los hiperbóreos (un reino para los dioses y algunos héroes elegidos) y mientras tanto no se hacían preguntas al oráculo. 

Al consultar los creyentes se bañaban primero en la fuente Castalia, subían en procesión hasta la pitonisa y llevaban un animal para sacarificar. Hecatombe: sacrificio de cien bueyes. Los Romanos vendían animales o ánforas en la puerta, así los peregrinos no tenían que llevarlos a cuesta desde sus países. 

El oráculo funcionaba en el sótano. La pitonisa masticaba el laurel, estaba un poco en trance, largaba unos gritos inarticulados y tocaba el Omphalos, una suerte de huevo de cerámica que representaba el contacto con Tierra. Allí venía la pregunta de creyente, la pitonisa emitía gritos y palabras sueltas que unos sacerdotes anotaban en papiro y al día siguiente interpretaban.

“No iban a dejar los asuntos interiores de Grecia en manos de una mujer anciana”.

“Delfos en estos tiempos era a la vez Harvard, el Vaticano y la CNN.”

El último que quiso resucitar la función de oráculo antiguo fue Juliano, y lo último que dijo la pitonisa fue algo como que “ Apolo ya no tiene templo, la pitonisa ya no tiene profecías ni el agua de la fuente nos dará más su agua cantarina”.

El santuario de Apolo también lo es de Dionisos, simbolizando el equilibrio entre lo apolíneo y lo dionisíaco, alma y el cuerpo, que trae consigo la armonía.


El oráculo de Apolo dijo a un rey que había que fundar una ciudad “en el lugar que no ven los ciegos”. El rey recorrió el Mediterráneo y llegó al estrecho de Bósforo, un lugar hermoso donde nadie habitaba. Era “el lugar que no ven los ciegos”, los que no son capaces de captar lo hermoso que era ese lugar. Allí fundó Bizancio (después Constantinopla y luego Estambul). 


Las estatuas griegas siempre sonríen hasta el siglo VI AC porque representan a los aristócratas, a los que tenían una buena vida; cuando se estableció la democracia las esculturas griegas dejaron de sonreír. 



Templo de Atreo


Fue excavado por Schliemann (él de Troya). Schliemann empiezo a interesarse por Troya desde que su padre le regaló una enciclopedia a los siete años y le dijo que esa historia podía ser verdad. A sus hijos les puso Agamenón y Andrómaca. Hizo mucho dinero y después se puso a buscar a Troya.

Cerca de la entrada de los Leones (que siempre fue visible en Micenas) encontró un círculo funerario con 19 restos humanos, ajuares funerarios y máscaras de oro, una de las cuales le llamó la atención y la llamó la máscara de Agamenón, aunque ahora sabemos que no era de la época de la guerra de Troya sino de 400 años antes. 

Uno de esqueletos femeninos estaba cubierto de hojas de oro, brazaletes y muchas ofrendas, y había también niños cubiertos completamente de oro, que están en el museo arqueológico de Atenas.


El teatro de Epidauro


Tenía capacidad para entre 12 y 14 mil espectadores y la orquesta tiene 20 metros de diámetro. 

Había diferentes entradas, una para los poderosos (que tenían asientos con respaldo) y otra para el pueblo llano. 

Hasta hoy se usa como lugar de espectáculos al aire libre. 

La Orquesta estaba rodeada por un desagüe para el agua que caía de las gradas por la lluvia y la gradería estaba dividida en dos partes por un pasillo semicircular para la parte alta y baja. 

La acústica es tan buena que si tirás una moneda el medio de la orquesta se escucha desde todo el teatro.

Después de la conquista los romanos lo convirtieron en arena. 

No había baños; iban en cualquier lado.



Retazos de diálogos

Al ver que una excursión otra vez nos había emboscado al bajarnos en un comercio para hacernos una exhibición y vendernos algo: 

_Decime si no estábamos en la cueva de Alí Babá.

_Alí Babá y los 40 ladrones...

_¡Que nos pasaron para la cueva!

...

La guía argentina: _Es muy caro tomar mate aquí; la yerba que consigo viene de Siria y la pago a 12 euros el kilo. 

Yo: _Bueno, si volvemos te traemos unos paquetes y te los dejamos a 11.

...

El guía que no hablaba bien español (en el valle de hadas de Capadocia): _Y hubo un período de erecciones volcánicas que formó las chimeneas de hadas... 

Una de mis amigas: _Erecciones no: erupciones.

El guía: _ Ah, sí. Pero mira: la forma es la misma. 

...

Vendedora: _Hola, ¿uruguayas o argentinas?

Yo: _Uruguayas. ¿Lo decís por el aspecto o porque nos escuchaste?

Vendedora: Las escuché; se las oye desde media cuadra... 

Yo: ¡Tu español es muy bueno!

Vendedora. _¡Gracias! Lo aprendí con "Casi ángeles".

...

Yo (ya en Carrasco): Te voy buscando la valija, decime cómo es.

Amiga (demorada en el free shop): _Es negra, con candado. 

Yo: ...


Nuestro viaje de 15: Tour Turquía (2/3)





Llegamos a Estambul al atardecer. Mucho ruido, decenas de mezquitas (todas iguales), dos chicas en un Mercedes descapotable sacándose selfies, casas muy juntas e idénticas, dos mil gatos por calle, veinte estilos contrapuestos, un río surcado de barcos turísticos, las canciones del final del ayuno diario del Ramadán sonando y replicándose por los altavoces de todas las mezquitas, comidas exóticas, narguiles, turcos, calles de ensueño, primavera amable con cielo azul y una luna finita sobre el horizonte. 

Tres de nosotras estamos en una habitación donde los cajones se abren solos y donde se escucha un FaceTime en turco a todo volumen desde la habitación de al lado. Cuando llegamos a la capital pensamos que habíamos caído en Ciudad del Este pero no: a pocas cuadras están Santa Sofía, la Mezquita Azul, el Gran Bazar y la movida de las tiendas y los restaurantes de Sultanahmet. 

Mañana iniciamos la conquista de este país raro y maravilloso (en el sentido original de la palabra). Hace como 40 horas que (casi) no dormimos y aún no podemos bajar las revoluciones (hay que decir que el turco gritón de al lado no ha ayudado mucho al respecto). 

Post sin remate. Neuronas saturadas de información. Sentidos alertas…

¡Silencio!

Terminó el face time. 

Hasta mañana.



Desayuno con lo habitual más aceitunas, huevos, tomate, pepino y mermelada de rosas.

El empleado del hotel tiene veinte y poco, está presente la 24 horas y a veces duerme en el sillón de la recepción. 

Nueve de la mañana en Estambul: hora de iniciar la aventura.



Las calles de esta ciudad casi no tienen veredas, el tráfico es endiablado y los autos pasan prácticamente rozando a las personas (que no se inmutan).

Algunas mujeres van por la calle con la cabeza cubierta, algunas no. 

Los turcos con los que charlamos asocian a Uruguay con cuatro nombres: Suárez, Cavani, Muslera y Lugano. 


La mañana con el mejor guía


Hacemos un free walking tour y nuestro guía se llama Engin: un flaco con pelo un tanto extraño, muy agradable, que viste ropas de marca y fuma cada vez que puede. Habla seis idiomas, nos cuenta que ellos en general estudian muchas lenguas y el turco es el quinto idioma con mayor número de hablantes en el mundo. Engin nos dice que las palabras del castellano que más le gustan por la fonética son: garrapata, amorcito y picaporte. 


Santa Sofía

La zona se llama Sultanahmet porque allí está la tumba de un sultán y la de su esposa Anastasia, la peor de las reinas, que murió estrangulada por su suegra con una cortina de su palacio.

Estambul tiene 22 millones de habitantes y 74 nacionalidades. Hay 150 km entre los dos aeropuertos internacionales. La ciudad tiene 39 distritos que son independientes, con entre 500.000 y un millón de personas. El nuestro se llama Fatih.

Bešiktaš es el barrio bohemio. Hace como treinta años hubo toda una movida de oposición al gobierno a la que adhirieron los tres equipos principales de fútbol y ante eso el presidente fundó su propio cuadro de fútbol, para que apoyara su gestión. Ahí no hay ramadan. Se vende alcohol, no hay ayuno. La población es de clase media, no muy tradicionalista. 

El Obelisco de Karnac fue traído de Egipto. Media 30 m pero hoy solo mide 18, porque se rompió dos veces en el traslado.

La religión griega ortodoxa tiene su centro en la Catedral de San Jorge (como el segundo Vaticano del mundo). Esa catedral tiene tres puertas: la del patriarca, la del pueblo y una que siempre queda cerrada desde hace 250 años, cuando ahí ejecutaron al patriarca acusado de traición al rey. Algunos fanáticos griegos hasta hoy quieren matar a un turco ahí para justificar que se pueda abrir de nuevo la puerta, y por eso Engin anda con cuidado cuando va para el lado de San Jorge. En la iglesia ortodoxa hay estatuas, y no creen en San José, sino que María no estaba casada. Siguen el calendario gregoriano; su Navidad es el 6 de enero. Ese día el patriarca va a la costa, arroja una cruz al mar y los jóvenes se tiran a buscarla (a cinco grados bajo cero), porque el que encuentra la cruz se gana una corona de oro. 

Santa Sofía siempre está abierta y nunca está vacía. Fue construida por el patriarca ortodoxo, después fue católica, mezquita, museo y de nuevo mezquita desde 2020. Tiene 918 años como catedral y 480 como mezquita (en 1553). En la mezquitas las mujeres debemos cubrirnos la cabeza y todos tenemos que dejar los zapatos afuera, pero hay una forma de sacárselos: lo esencial es que nunca toquen la madera y que nuestros pies descalzos antes de entrar tampoco toquen el piso.

Se hicieron ventanas en la cúpula por temas de peso y luminosidad; sobre ellas solo puede haber imágenes de Jesús y María, porque las ventanas simbolizan el cielo.

En los medallones están los nombres de Alá y Mahoma y también hay dos con los nombres de un suní y un chiita. Hay cortinas que se corren para tapar las imágenes cristianas al momento de la oración musulmana.

Debajo hay una iglesia más antigua llamada la de los 12 corderos.

Se ve un mosaico del siglo 10 con Constantino, Justiniano, Jesús y María en el que cada emperador le ofrece a la Virgen una ciudad: uno Roma y el otro Constantinopla.

Fatih Mehmet II conquistó Estambul a los 17 años. 

Leo el Sabio se casó 4 veces porque solo tenía hijas y recién la cuarta le dio un heredero. La iglesia no estuvo de acuerdo pero en un mosaico de Santa Sofía se ve a Jesús dándole el permiso. 


Topkapi

El palacio Topkapi tiene 2 km de largo. Hogar del rey, los ministros y sus familias, era también la casa de moneda hasta la Primera Guerra Mundial.

En el jardín del costado se ven varios sarcófagos: la palabra significa “la piedra que come carne”. A Alejandro Magno lo trajeron desde Irán en su sarcófago con las manos afuera, para expresar a manera de humillación que habiendo sido tan poderoso murió pobre, sin nada en las manos.

Hay una Sala de reliquias donde se ven barbas y tres dientes de Mahoma, así como parte de conductos de agua hechos de oro traídos de La Meca, lo que simboliza que allí el agua es más valiosa que el oro y por eso las cañerías son de oro. 

Todo musulmán debe visitar una vez en la vida su ciudad sagrada. Cada viaje a La Meca sale 15 mil dólares y lleva 4 semanas, pero en otros tiempos llevaba seis meses, y por eso un rey turco mandó traer un pedazo de las piedras negras sagradas, para poder rezarles desde Estambul.

En la zona de la Mezquita Azul está el Mercado de Aratza, donde se venden elementos relacionados a religión, como mini alfombritas para rezar o perfumes sin alcohol para los musulmanes estrictos. Antes había cocina gratis para las pobres; ahora hay restaurantes caros para los turistas. 

Estambul está edificada sobre siete colinas, como Roma y Atenas. Hay miradores como la torre de Galata, donde está la Mezquita de Solimán y su esposa, la más bella, Roxelana.

Una alfombra de seda puede costar 180 mil euros.

La piedra sultanita cambia de color siete veces según el sol y al atardecer se ve verde.

Tradición: no se podía preguntar llegabas una casa hambriento, entonces se te ofrecía café con agua y si tomabas el agua antes era señal de que tenías hambre.

La bandera de Turquía deriva de una matanza de turcos, donde en cierto momento se vio un pozo lleno de sangre: la luna y la estrella se reflejaban en la sangre. 

Botellas de lágrimas: los chicos dejaban a sus novias en los pueblos para ir a ganarse la vida, entonces ellas lloraban y colectaban sus lágrimas en botellas (o simplemente las fingían mezclando agua con sal).

Hay 750.000 gatos y 200.000 perros callejeros en la ciudad. Los perros que están castrados tienen un chip para identificarlos y los gatos un pequeño cortecito en la oreja derecha. Los municipios se encargan de alimentarlos; todos están gordos y son mansos y bellos.


Callecita angosta y en repecho. Estábamos las seis mirando la ubicación de un lugar en el teléfono cuando pasó un taxi a nuestro lado. Iba con una pareja en la parte de atrás. El chofer nos pegó un grito muy simpático: 

_¡Hola! ¿Españolas, no?

_No. -respondimos, y el taxi se fue, pero a la media cuadra puso marcha atrás y se acercó de nuevo. 

_¿Sudamérica?

_Sí; Uruguay.- dijimos, y él se volvió triunfal a sus pasajeros.

_¿Vieron? Yo les dije… !Por la cara se nota que son latinas!

Saludo y reanudó su camino, mientras nosotras volvíamos a consultar el teléfono para ver cuál era el nuestro.



Salpicón de imágenes

Hay un metro submarino que en tres minutos lleva de Europa a Asia.

En Ramadán a la caída de tarde se le da comida a las personas en las plazas.

4 millones de refugiados viven en Estambul, la mayoría de Siria y Afganistán. La escolaridad obligatoria es de 9 años, pero los niños refugiados no habían turco y por eso no van a las escuelas.

Poca criminalidad, pero sí hay carteristas, en su mayoría niños (como una nena de siete años que le robó en estos días un iPhone 13 de tres mil euros a un turista alemán). Especialmente el fin de semana, en el gran bazar, hay que cuidarse.

Hay un barrio del que se dice que es el de los carteristas. Turquía tiene una inflación tal que “cara hora el gobierno les roba cuatro céntimos de su sueldo”, y por eso ellos dicen que Erdogan es originario de barrio de los carteristas.


Las mujeres musulmanas siempre caminan detrás del marido. Según si son sunníes o chiítas el velo les cubre toda la cabeza o solo la mitad, pero la cara siempre queda a la vista. 

No está bien visto regatear, salvo en el Gran Bazar, donde nada tiene precio y todo se cobra a ojo (más caro a los yanquis, después a los europeos y por último a los sudamericanos). Los mercados para los turcos siempre tienen los precios a la vista.

Casa barrio se identifica con un equipo de fútbol y no deberías ir a un barrio con la camiseta de otro cuadro.

No hay problemas con la homosexualidad en Turquía, aunque los hubo en el pasado. Los harenes tenían zonas de muchachos, pero de eso casi no se habla.


Diálogo callejero: 

_¿Y tú de dónde eres?

_ De Uruguay.

_¡Uruguay! ¡Me encanta como hablan los uruguayos, por ejemplo, como dicen “yo”. ¿Puedes decirme “yo”?

_Yo. 

_¡Gracias!



Capadocia desde el aire

A las cinco y cuarto de la mañana en punto pasó la camioneta a buscarnos para el viaje en globo. A esa hora por suerte no había nada de viento, así que el viaje se hacía. 

El camino fue parte por carretera y parte por unos senderos que nos hicieron acordar a al Polonio. Al llegar, mientras esperábamos unos minutos, nos dieron un desayuno. La claridad de mañana comenzaba a perfilarse en el horizonte y cientos de personas estaban ya esperando por sus globos, que comenzaron a ser inflados con impresionantes lenguas de fuego. Poco a poco todos se fueron levantando: el nuestro amarillo, otros a rombos, con los colores de Bešiktaš, etc. El panorama se fue llenando de colores, y cada vez que se encendían las lenguas de fuego los globos por unos segundos se ponían a brillar. 

El nuestro comenzó a elevarse y confirmamos que no íbamos a tener miedo. El movimiento del globo es suave y armonioso, se eleva y se desplaza en total silencio mientras abajo empiezan a perfilarse los valles de hadas y las montañas de Capadocia. Alrededor, decenas de otros globos que se van acercando a tierra y volviendo a las nubes sin que se perciba el menor movimiento desde la canastilla. 

Una hora dura el vuelo. Al terminar ellos buscan un sitio despejado, se encuentran con su camioneta y aterrizan suavemente en un trailer. Bajamos por una escalerita ayudada por unos turcos de telenovela que nos prepararon un brindis con champagne y algo rojizo que no sé qué era pero estaba muy rico. Trataron de vendernos el video, sugirieron una propina y nos encontramos con el chofer para la visita al hotel, donde nos espera el segundo desayuno de la mañana.

Inolvidable (como todo este viaje).



Capadocia: tour del Norte

Viajamos a 1200m de altura y dos por tres sopla un ventarrón que nos tapa de arena: es arena que viene de Siria. El Valle de Monjes es donde están las mejores chimeneas de hadas (que son unas extrañas construcciones geológicas, “tubitos” de toba -elevaciones en forma cilíndrica- con un gorro de basalto de diferente color).

Capadocia no es el nombre de una ciudad sino de la región central de Turquía. Significa “país donde viven los buenos caballos”. Durante el recorrido se ven corrales de caballos finos al costado de carretera. 

Hace 8 millones de años Capadocia estaba cubierta por el mar. Tras una erupción volcánica se produjo una fractura y el cielo estuvo mil años cubierto de ceniza (según explicaciones que dio nuestro guía, Abbas, un muchacho muy bello que habla mal español y no tiene cualidades pedagógicas). El segundo volcán, hace 7 millones de años, depositó en el mar 70 metros de ceniza, y a partir ahí hubo otras erupciones, que fueron dejando en total unos 400 metros de ceniza. En cada erupción se depositaron diferente materiales, con distinto grado de dureza. Hay piedra pómez, muy liviana, y también obsidiana. El basalto es el más duro, y es el que quedó en la cima de las chimeneas. Después hubo gran erosión por el viento y por la acción de un río cercano (el río Rojo). La zona tiene aún 0,0003mm de erosión por año

Desde 1985 el Valle de Monjes es considerado Patrimonio de la Humanidad, lo que implicó que se desalojara a las personas que seguían viviendo en las cuevas.

Terminamos la excursión pasando por una tienda de cerámicas donde el duelo, un turco vivísimo y con muy buen castellano, nos hizo un tour por la fábrica subterránea, que terminó con una demostración de cómo hacer un jarrón de origen hitita que acá venden por todos lados (uno con forma circular). El alfarero (maestro ceramista) lo realizó en pocos minutos frente a nuestros ojos, y después una de nuestras compañeras de excursión se sentó ante el torno para realizar algo que pareció ser muchas cosas y al final fue florerito. Muchas cosas, repito. “Ten cuidado con lo que haces, que te lo tienes que llevar”, acotaba Jorge, el viejo cordobés, de entre el público, mientras muchas de las espectadoras no le sacábamos los ojos al maestro, que era una especie de George Clooney más joven y mucho más interesante que el original. A continuación vino la parte de querer vendernos cosas, pero no, porque eran carísimas, sin excepción (aunque debo decir que quedamos medio maravilladas ante un tipo de mosaicos y jarrones que brillaban en la oscuridad).



Capadocia: tour del Sur

Pasamos por Çavušin, un pueblo creado después del desalojo de las cuevas en el 85’. Ahí subimos una altura considerable para ver un panorama de esos que quitan el aliento: pasamos por escaleras, repechos y bordes de precipicios. 

Comentario de Jorge, el veterano cordobés que viaja con su mujer, con la que lleva 52 años de matrimonio: 

_ ¡Este lugar es lindo para quedar viudo!

Ella se lo toma a broma, porque lo conoce. Él es nieto de turcos, y se nota, porque entre la nariz y el bigote no hay puesto de venta de recuerdos en que no le pregunten si lo es.

En medio del recorrido entramos a una mezquita muy pequeña, con solo cuatro alfombras para orar en dirección a La Meca. Nuestro guía Abbas (que hoy está mucho mejor que ayer, y además nos gustó porque dijo ser de izquierda) estuvo explicando diversos rituales asociados con el islam. Entretanto una de mis amigas sacó varias fotos en las que aparece un haz de luz que nunca vimos en el tiempo que pasamos en la mezquita, luz que por otra parte no aparece en las fotos que las otras tomamos. Ya le dijimos que es un llamado del islam, pero parece que eso de no tomar alcohol no le estaría interesando.

Las montañas cambian de color según los minerales que contengan: son verdes si tienen cobre, amarillas si hay azufre y rojas por el hierro. Las chimeneas de hadas son de toba (el cuerpo) y basalto (el sombrero).

En Turquía hay 84 millones de habitantes, de los cuales unos 20 son kurdos. Se hablan muchos idiomas. El turco es indoeuropeo, se acerca al idioma de Mongolia, Corea y Japón (en la fonética, no en la grafía) y tiene 6000 palabras árabes. 

Turquía el mayor productor de higos, avellanas y damascos de todo el mundo. 

Visitamos una ciudad subterránea en la que 500 personas podrían vivir por dos años sin salir a la superficie. Abarcaba un radio de 100 por 300 metros y estaba comunicada por túneles con otras aldeas. Hasta hoy se han encontrado 13 de estas ciudades; se calcula que son unas 40. Estaban construidas por niveles, y el más profundo llegaba hasta unos 30 metros bajo tierra.

Vivían juntos, por lo tanto hacían todo juntos, en comunidad. En el primer nivel estaba el establo, donde se ponía la comida para los animales en nichos excavados en la piedra. Nosotros hoy lo vemos pelado, pero los espacios tenían alfombras, decorados, etc. Había que motivar a la gente para que no desesperara. Los pasillos de comunicación entre una parte y la otra son bajitos y angostos, para que los enemigos (en caso de entrar) solo pudieran hacerlo de a uno, facilitando su muerte. 

Y hasta ahí llegué yo, porque luego del primer nivel la cosa se iba angostando y me saltó la claustrofobia. 

Dos datos que aportaron mis amigas (las que siguieron): tenían un sistema de comunicación a través de agujeros en los distintos niveles, y una piedra de molino que hacía las veces de puerta, piedra que solo se podía abrir desde adentro. 


Ya afuera, contenta cabo el sol del mediodía, me fui a mirar tiendas. En la primera, al pagar una remera, la dueña se me quedó mirando y fue a hablar con el marido, que también me observó sorprendido: parece que tengo una doble en Capadocia que se llama Sabrina. 

En otra tienda el dueño, un turco cincuentón, me ofreció un libro sobre la región. 

_¿Pero está en español?

_ Sí, mira.- dijo, abriéndolo y señalando una foto: este de aquí es mi padre. ¿Ves a ese que está ahí fuera? Él fue uno de los descubridores de la ciudad subterránea. Si tú quieres te puedo vender el libro autografiado por él. 

_Mmh… ¿cuánto sale?

_ 10 euros. 

_Bueno. 

_¡Aba! - llamó el vendedor, y apareció el veterano, que firmó el libro en la primera hoja y también junto a su foto, antes de darme la mano con una solemnidad propia de otros tiempos. 


Después de un almuerzo opíparo recorrimos otros valles, como el de Uchisar, pero antes Abbas nos dijo que íbamos a ir a un desfile. Sonamos, pensamos todos, otra versión del turco Alí que ayer nos hizo una demostración de cerámica y después pretendió vendernos cosas carísimas, pero no. 

Bajamos en un sitio de nombre desconocido y de pronto estábamos sentados ante una pasarela bebiendo té de manzana y viendo desfilar a tres hermosas chicas y un muchacho bellísimo alto y espigado. La venta era de prendas de cuero y gamuza, y algunas eran muy lindas, pero ¿qué diablos hacíamos seis uruguayas, dos cordobeses y dos colombianos viendo un desfile de modas en Capadocia? ¿Y por qué el espigado me tomaba de pronto de la mano y me llevaba al backstage? No pregunten demasiado, solo sé que terminé desfilando con ellos, una de mis amigas y el veterano cordobés, y cuando salí del local llevaba una nueva campera en la mano y unos cuantos dólares menos en el bolsillo.

En uno de los valles que visitamos después había cientos de palomas, en otro unos camellos con el pelo muy feo y un muchacho que nos vendió dijes de turquesa y basalto con admirable pericia, él mismo que corrió una cuadra para devolver el teléfono que una de mis amigas había dejado en su tienda. Por la mañana otro turco nos habló muy mal porque no quisimos pasar a ver sus productos, pero este fue muy simpático. En el tercer lugar me enamoré fugazmente de un hombre bello con voz de galán de telenovelas que me invitó a salir pero le dije que no porque soy una persona muy seria y modosita (o quizás porque mi vuelo a Estambul se iba a ir en cuatro horas).

A la vuelta a la camioneta el colombiano Orlando (que es Rodríguez y desde ayer decidimos que es mi primo) me dijo que estaba muy sexy a manera de experimento, porque por acá se comenta que estoy respondiendo favorablemente a los halagos, solo porque le compré una campera al espigado y una botella de Shiksa al de la voz de telenovela.

Ya en Goreme (la ciudad en que nos quedamos) terminamos la tarde yendo a tomar un café. Elegimos un restaurante que nos pareció carísimo, pero al final entre las seis gastamos el equivalente a $150. En fin. Y ese fue el último día de Capadocia (por este viaje).


El día con Nadget

El jueves nos tocaba un tour por la ciudad y un crucero en el Bósforo guiadas por Nadget, una turca muy simpática que nos cayó re bien. Hicimos unas paradas en la ciudad, por ejemplo en una zona dedicada a un escritor que no conozco (Pierre Loti), y después conocimos la principal iglesia ortodoxa. 

Los cristianos ortodoxos en el mundo son unos 300 millones. Estambul es un lugar de peregrinación para ellos: se cree que un trozo de la Cruz de Jesús está aquí porque la madre de Constantino, la emperatriz Irene, lo trajo de Jerusalén. 

En su iglesia principal el ambiente es solemne: hay velas encendidas (que apenas se acaba el rezo son apagadas y retiradas), un cantor de voz grave, paredes tapadas de adornos, reliquias de santos, lámparas maravillosas y tres gatos gordos en el patio.


Después fuimos a un palacio en el que no nos dejaron sacar fotos: Dolmabahçe. Im pre sio nan te. Grandioso, lujosísimo, interminable. Mil datos, solo cuento uno: una de las arañas de cristal es tan grande que tuvieron que traerla (de Inglaterra) en 67 cajas, con piezas que llevó dos meses terminar de ensamblar. Gigantesco, tapado de tesoros, majestuoso. Era de un sultán poderoso, dueño de un harén cuyas mujeres sólo podían observar los eventos de palacio a través de unas rejillas cercanas al nivel de suelo. Impactante por donde lo miraras. Escalera con barandas de cristal, alfombras de más de cien metros cuadrados, jarrones de dos negros, una araña que vino de Inglaterra en 67 cajas y demoró dos meses en ser armada. 


El almuerzo fue en un restaurante frente al Bósforo, estrecho que lo mires por donde lo mires está tapado de aguavivas (“Madre de la vida”, en turco). El crucero en sí no fue gran cosa, quizás porque el día estaba neblinoso y la luz no ayudaba. Se inicia al cruzar el cuerno de oro, al que se le llama así por la forma y por el color dorado del agua al reflejarse el sol a cierta hora.


El Orient express funcionó hasta el año 2000.


El Bazar de las Especias es del siglo 17 y es pequeño. Los turcos solo van al Gran Bazar a comprar oro: las madres y abuelas suelen ahorrar comprando en granos de oro.


En época bizantina la ciudad estaba rodeada por murallas que hoy se conocen como las murallas de Teodosio (siglo 5).


Ëyup es el barrio de músicos, muchos de ellos ortodoxos. Pierre Loti fue un escritor muy famoso, tanto que una zona lleva su nombre. Los ortodoxos no lo querían, trataron de evitar esta nominación pero no se lo dejaron.  Eyüp fue un hospedador del profeta, importante por eso para los musulmanes. Post muerte de Eyüp durante la guerra su tumba de convirtió en lugar para ir a pedir deseos.


Las telenovelas turcas tienen capítulos muy largos, de dos horas cada uno. 


Cuando no trabajan el desayuno de los turcos dura dos horas.


En el Ramadán los horarios del rezo cambian cada día. Cuando cae en verano están a 40 grados sin humedad, es muy difícil pasarlo sin beber agua.


Balat es el barrio tradicional. Se va a los bares a tomar reké, una bebida con alcohol y con anís, sin música, salvo en vivo. 


Pasamos por una tienda con 70% de descuento y perdemos a la mitad de nuestro grupo. Me voy a comprar un moka para la espera y el señor que me lo vende no habla más que turco. Difícil, pero sale.



Visitas desde el bus turístico


Pasamos de Europa a Asia en dos minutos (literalmente).

Visitamos el palacio de Beylerbeyi, del lado asiático. Adentro (igual que en el Dolmabahçe) no nos dejaron sacar fotos; el lujo de esas habitaciones era increíble. A modo de ejemplo, en una habitación había una piscina de mármol enorme, toda ornamentada, donde el sultán Nomeacuerdoquién se divertía con sus ministros, los invitados y las chicas del harén. Los dormitorios eran bastante modestos (para el nivel de la residencia) y por supuesto las mujeres estaban en una zona aparte, desde donde miraban por ventanas pequeñas lo que acontecía en la zona de los hombres.

Los palacios que vimos siempre tienen Alfombra de Hereke, arañas de cristal de Baccarat y adornos de madera de algo que suena a carpintería de “Guilde”.


Imágenes sueltas


Los turcos fuman narguiles de diferentes tamaños y aromas, incluso en las veredas de los bares.

Todos los comercios ofrecen té caliente, a veces con frutas, o dulces, pistachos, lo que sea para que te quedes (y compres). 

No hay turcos gordos. 

No hay basura en las calles.

En las plazas la gente se reúne al atardecer, cuando está por terminar el ayuno de Ramadán, hacen picnic en el pasto, dejan los zapatos al costado y cenan. En algunos puntos hay cola para recibir comida gratis, y también unas carpas blancas y rojas de servicios médicos. 

La Plaza Taksim antes era zona de gitanos, hoy es muy variada y tiene una peatonal comercial de dos km.

El rezo de las ocho y media en Santa Sofía el viernes fue sumamente concurrido, tratamos de entrar pero como justo llegamos ahí lo dejamos para la medianoche porque iban entrando oleadas de personas, 90% hombres. 

Estábamos esperando el ómnibus en Bešiktaš cuando vimos un movimiento de prensa, cámaras y un canoso con pinta de very importante que entró rápidamente a una dependencia del Ministerio de Cultura (Atatürk Kültür Merkezi) y salió media hora más tarde, mientras las seis sudacas nos quedábamos mirando la escena desde nuestra parada. 

Las mujeres islamitas caminan un paso detrás de su marido. Hemos visto algunas con solo los ojos descubiertos, pero ninguna con burka. 

Turquía es muy barata para las operaciones de nariz e implantes capilares, y dos por tres vemos personas con vendajes. 

El ómnibus turístico no es puntual.

Los turcos son amables, lindos, encaradores, simpáticos, persuasivos y muy buenos vendedores (salvo algunos que se pasan de la raya y se vuelven un plomo).

Desayunan cosas que para nosotros son almuerzo como pastas o ensaladas. 

Todo es más barato que en Uruguay. 

Nadie maltrata a ningún bicho. 

No vimos gente discutiendo. 

En la calle se ven pocas mujeres, y menos aún son las que van sin un hombre. 

En los restaurantes después de comer te ofrecen una toallita húmeda (como la de aviones) y te invitan con un vaso de té.



El Museo Arqueológico junto al Palacio Topkapi es un despelote: salas, salas y más salas, dos pisos, varios edificios, miles de años de historia que se pueden ver en unas tres horas pero ya a la segunda el cerebro se te rebela y dice “basta”. Mucha belleza, mucha información, mucho deslumbramiento. 



Las del estribo 


Un gato en maceta al lado del hotel, esperando por su cena.

Yo con la mantita roja que uno de los mozos del bar de la esquina (a esta altura ya conocidos) nos puso sobre los hombros a mi amiga y a mí cuando dijimos que veníamos destempladas.

Tapabocas desechables multicolores (ahora que ya no necesitamos).

Una cabeza de cerámica que sale del suelo en la vereda y que recién hoy entendimos que es la cara del dueño del restaurante frente al cual está puesta.

Un bailarín de danzas tradicionales turcas de las que no entendemos gran cosa salvo que giran, giran y giran. Como veinte vueltas seguidas lo vimos dar (desde la vereda, porque estábamos mirando la escena de pasada) y cuando terminó no parecía para nada mareado.


En cuatro horas salimos para el aeropuerto. Turquía no había sido mi primera opción (yo votaba por Italia) pero debo reconocer que es increíble. Sin muchas más palabras (por ahora, al menos, mientras termine cada día con el agotamiento habitual de los viajeros).


Nuestro viaje de 15: la partida (1/3)





Abril de mi cumpleaños
Abril con semana de Turismo
Abril, otoño, atardecer
Abril con lunes feriado
Abril de hacer valijas
Abril, la la la! 


Montevideo-Madrid

Terminamos de almorzar y se nos vino la noche en el vuelo UX46 de Air Europa. 
No había asientos libres, me tocó casi en la cola pero al lado de una viejita española de lo más amorosa, así que no me quejo. 
Comí arroz, pan con manteca y un postre de chocolate (vulgo bizcochuelo) porque no pedí comida vegetariana y para cuando el carrito llegó a mi asiento la opción de la pasta no existía. 
Miré por arriba una revista. 
Compré auriculares (que funcionan horrible) porque no los regalan. 
Comencé a evaluar si llevarme la frazadita de Air Europa a cambio de los tres euros invertidos pero no terminé de decidirlo.
Vi “Madres paralelas” y lagrimeé un poquito.
Tomé algo que eufemísticamente llaman “jugo de piña” y una cosa que parecía ser café. 
Navegué por el pseudo Google Earth de la pantalla del asiento recorriendo de nuevo los lugares que he visitado y viendo los que voy a conocer. Me emocioné al encontrar a Barga (en la Toscana) y recordé que quiero vivir ahí algún día. 
Empecé otra película y la dejé. 
Empecé una serie y la dejé.
Empecé un documental y lo dejé. 
Me metí en el Wordle aunque no tenía wifi. 
10€ sale el wifi básico para chatear y esas cosas. 
Sorpresa sorpresa: Air Europa solo da una comida en las once horas que dura el vuelo. 
Son las ocho de la noche (hora de Montevideo) y nadie duerme. 
Un niño come mandarinas (¿se podía traer mandarinas?).
Una bebé llora al costado. 
Escucho Metallica y canto bajito bajo el tapabocas. 
El avión es metáfora de la vida: mucha gente amontonada, cada quien en lo suyo.
A las diez y media iniciamos el descenso. 
La temperatura en Madrid es de un grado. 
La azafata habla con alguien en el silencio del aterrizaje: “Había un señor mayor que exigía que le diéramos un café y yo le decía tres euros pero no, él quería que lo invitáramos y me ha dicho de todo. Sí. Sí, tía. Estoy hinchadísima, y tampoco es que haya comido tanto. Es el maldito avión, que tengo alergia ya.”
Veo las luces de Madrid desde mi asiento en mitad de avión. No hemos tenido suerte con los lugares, aunque aterrizamos bien, que no es poco (con aplauso y todo).
Comienzan las siete horas de escala en Madrid: los señores de los free shops agradecidos.


Madrid-Estambul


Salimos con 45’ de retraso por problemas técnicos. Cuando el capitán indica al fin la partida se oye la voz de un gallego que dice con tono de cansancio: “arranca ya, Manolo…”.
El avión de Turkish es colorido y los auriculares son anaranjados y gratis. 
Afuera hace un día espectacular. 
Estoy tan cansada que casi me duermo en el despegue, pero no. 
La comida es deliciosa. 
Pasamos sobre Barselona (con “s”), Mallorca y Cerdeña, cruzamos el taco de la bota de Italia y en algunas partes vemos allá abajo playas y olas turquesas, parques eólicos, montañas y sembradíos. 
En la pantalla caigo de pronto en una serie de recuadros que no entiendo. “¿Cómo vine a parar a este videojuego”, me pregunto. Es el Corán. 
Las azafatas no entienden del todo nuestro inglés pero hacen como si.
La música es buena. Viajo oyendo sonidos de meditación con fondo de olas del Egeo.
Amamos a Turkish Airlanes y quisiéramos viajar con ellos a Montevideo; lástima que ya estamos prometidos a Air Europa y su régimen forzado de adelgazamiento .
Y en eso estamos.