Vistas de página en total

domingo, 24 de mayo de 2020

Historias desde la cuarentena, 47. La noche de la ayahuasca.



Para ser honestos, había algo que no cerraba en la propuesta a la que estaba respondiendo. Una charla sobre ayahuasca en el Sheraton de Punta Carretas... Raro. Pero fui.
Cuando entré al enorme salón con sus arañas gigantes símil cristal y lo vi repleto de cientos de personas variopintas tal vez tuve que admitir que aquello no tenía sentido. Pero pasé, y me senté en la tercera fila.
Al empezar el evento tomó la palabra un cincuentón de pañoleta en el pelo, blusa hindú anaranjada y pantalón de lino blanco, flanqueado por dos chicos de camisa blanca y con instrumentos musicales. Lo primero que dijo fue que todo comenzó cuando estuvo preso en España, y ahí tal vez algo en mi cerebro me tendría que haber enviado una señal de alarma. Pero no.
Es decir, que me quedé.
Dos horas y media me quedé.
Debo reconocer que al principio dudé si la cosa era como me estaba pareciendo, porque siempre cabe la posibilidad de que una sea una escéptica de porquería y olfatee un negocio donde las almas más evolucionadas pueden ver santidad y buenas intenciones. Un poquito, dudé. Solo al principio.
El cincuentón de anaranjado contó que estuvo preso por consumo de ayahuasca y que fue a partir de ahí que decidió dar un buen golpe... un golpe de conciencia, un golpe que derribara sus muros interiores, etc. Era un tipo lindo, y se notaba que lo sabía; mientras él desarrollaba su discurso varias mujeres de la sala lo miraban con expresión arrobada, y probablemente suspiraban para sus adentros imaginándose en brazos de su blusa anaranjada y sus pantalones blancos.. Mientras tanto, yo me preguntaba si acostumbraría vestir así siempre o si estaba componiendo un personaje y en un par de horas saldría del Sheraton de jean y remera negra, como todos. 

Cuando hubo terminado su presentación cada uno de los músicos contó algo de su historia, y a continuación entonaron varias canciones. El tiempo iba pasando, y yo no decidía si irme de una vez o quedarme a esperar una epifanía en pleno Salón Dorado del Sheraton de Punta Carretas. Pasaron al frente otros miembros de la organización; en total fueron cinco hombres y una mujer, que era la única uruguaya. Los demás eran argentinos, un colombiano y un peruano. Todos se presentaron hablando largo y tendido. Después pasaron videos de su empresa, de los retiros, de la experiencia de una chica barcelonesa que perdonó a sus padres muertos, todo ambientado en chalets con piscinas y parques gigantescos diseminados por Europa, con gente sonriente y bien alimentada que se abrazaba sobre alfombras impecables y bailaba dando saltitos al son de una música instrumental.
Hubo preguntas de los asistentes, que fueron respondidas sin decir gran cosa. Todo era un juego de palabras. Por ejemplo, el chamán de anaranjado se presentó diciendo:
_ Nací en Argentina, pero no soy argentino. Tengo seis hijos, pero no soy padre. Adoro escribir, tengo un blog con seis millones de lectores, pero no soy escritor. Tengo cinco empresas, pero no soy empresario. Tengo genes masculinos, pero no soy hombre.
Y así.
De la ayahuasca aprendí menos que si leyera la definición de wikipedia. En cierto momento empecé a sacar apuntes para hacer una crónica extensa a modo de autocastigo por no haberme ido antes pero no, no daba para tanto. Diez menos diez me fugué de la sala, aunque para el final de la charla habían prometido que nos iban "a compartir una medicina que trajimos del Amazonas para acceder por la nariz..."
Que la medicina que trajiste del Amazonas te ilumine, hermano empresario.
Yo me voy a dormir, que mañana entro a primera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario