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viernes, 8 de mayo de 2020

Historias desde la cuarentena, 42. La vendedora de caramelos.



María tiene 90 años, o quizás 91. Camina erguida, tiene el pelo blanco y siempre mira a los ojos de quien le habla. Era una más de las muchas personas nuevas que había conocido en una excursión, así que tardé varios días en verla, pero una vez que hablé con ella ya no fue solamente una viejita canosa y simpática: era María.  

María nació en Brasil. Todavía tiene acento norteño, que se nota especialmente en las "r" y las "v", así como la tonada musical de los paulistas. Anda de pollera y sandalias sin medias pese al aire helado del invierno cordobés, y su ropa es prolija, aunque no de marca. Tal vez por eso una tarde, en el lobby del hotel, una señora bien peinada y mejor vestida se le acercó a indagar quién era y cómo era que estaba ahí, de vacaciones. La recién llegada se presentó como viuda, y agregó que como el primer marido le había dejado unos campos, eso le permitía pagarse la estadía en Carlos Paz. 
_ ¿Y usted? ¿Cómo hizo para venir acá?- preguntó, a lo que María abrió mucho los ojos y respondió:
_ Y... yo saqué la plata y pagué. 
_ Aaah... ¿Y a qué se dedica para poder pagarse un viaje como este?
_ Vendo caramelos en los ómnibus.
_ ¿Eh?
_ Sí... Vendo de noche, porque hay menos competencia y la gente compra más. 
Ante tal revelación la argentina decidió batirse en retirada, no sin antes pasar por la mesa de sus congéneres en el otro extremo del hotel y comentarles algo, ante lo cual todas las cabezas se voltearon a mirar a María, que seguía tranquila, con la mirada perdida a la distancia. 
_ Se ve que me vio vieja y encima negra y dijo "esta mujer no puede pagarse vacaciones". Así que le inventé lo de los caramelos.-nos dijo esa noche, en la cena. A partir de ahí le estuvimos pidiendo caramelos toda la semana; ella siempre encontraba una forma graciosa de responder, y entre chistes y bromas nos fue contando algunas cosas de su vida.

Había llegado a Uruguay hace setenta años buscando estudiar, porque iba a ser enfermera y en su país no había buenos cursos. Incluso vino antes de cumplir la mayoría de edad, 17 días antes, y tuvo que reportarse cada uno de esos días en la comisaría para avisar que no le había pasado nada. Después entró a la Escuela de Enfermería. Una noche los muchachos de la Escuela Naval la invitaron a un baile a ella y a sus amigas: tres de las cuatro volvieron con novio. Ella se casó con el muchacho que conoció esa noche y estuvo con él hasta enviudar, hacía pocos años.

Nunca tuvo hijos. Una vez perdió un embarazo casi a término y no se animó a repetir la experiencia. Estaba bajando de un ómnibus, mientras su marido la esperaba abajo dándole la mano para que descendiera, pero el chofer arrancó antes de tiempo. María cayó sobre unas piedras y por el golpe perdió al bebé. El ginecólogo, que era Crottogini, no podía creer lo que había ocurrido. 

Pasado el tiempo, la vida siguió su curso. Se le ocurrió presentarse a Martini Pregunta para responder sobre un tema que le encantaba: la mitología griega, y el propio embajador de Grecia la invitó cada semana a la embajada para darle clases sobre el tema. Su desempeño fue tan bueno que ganó el segundo premio: 2000 dólares y un viaje de dos meses por Europa con el marido, pero ella terminó llorando, porque no había salido primera. 

Ahora estaba paseando sola en nuestra excursión, y pronto la convertimos en la niña mimada del grupo.

_ Che, María, ¿y si en vez de caramelos te ponés mejor a vender preservativos en el ómnibus?
_ No, porque si los vendo todos después no me quedan para mí, ¿y ahí qué hago?

Antes de empezar a tomar una copa nos enseñó cómo hay que bendecir la bebida:
"Vino divino
lindo alimento
tú que estás afuera
pasa para adentro."

Ya volviendo a Montevideo, en esas espantosas instancias de despedida y evaluación que propician los viajes en manada, dije por el micrófono del ómnibus que tuvieran cuidado, que iba a escribir historias acerca de todos los pasajeros. Cuando volvía al asiento María me tomó la mano: quería saber si de verdad iba a escribir acerca de ella y le dije que sí, porque era la persona mas interesante que he conocido en mucho tiempo. Y era cierto.

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