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domingo, 4 de mayo de 2014

2014 en la red: enero/abril



ENERO

2

Conocí a un duque en la cola para el almuerzo.
Mi 6º de Economía de este año resultó ser maravilloso.
Traté de disuadir a Diana de no robarse un limón para el té del patio de un vecino.
Charlé con la directora del Integral, que tenía un vestido blanco.
Casi pierdo un tren.
Choqué con una moza y se le cayó un bizcocho de su bandeja.
Volé bajito como una cuadra, y esta vez sí era de verdad, hasta que Roldana se puso a llorar en la puerta y desperté.


14

_Te lo advertí. Me tenés harta; ya es tiempo de que dejes de perseguirme, o vas a tener que atenerte a las consecuencias.

No me entiende. Lo peor es que de verdad no me entiende, y sigue revoloteando y zumbando entre mis manos que no logran atraparlo y que sé que se sentirán culpables cuando lo hagan. Tal vez cree que es un juego. Quizás toda su familia ha vivido en mi casa desde incontables veranos del pasado, cientos y cientos de generaciones de mosquitos aferrados a Arbolito y a la piel de mis ancestros.

Es más rápido que yo.
Maldito bicho con alas.


15

Yo: 4 - Ellos: 0

Me pegunto cuántos nuevos cadáveres de mosquitos deberé cargar sobre mi conciencia para llegar a dormir tranquila esta noche.



16

Hoy se cumplen 110 años del nacimiento de una de las personas más importantes del mundo: la Baia, mi abuela.

Siempre flaquita, pequeña, con su mate de cedrón en vaso de vidrio, la sonrisa a flor de labios, incapaz de levantar la voz ni para comunicar a sus hijos que la casa se estaba prendiendo fuego. Nadie hubiese dicho al verla que la Baia había tenido y criado doce gurises flaquitos como ella en medio de la pobreza más proverbial de la Cañada de Ríos, junto a un marido seco y silencioso.

Su aniversario no va a salir en la prensa, porque no es noticia la existencia de los pobres, pero nosotros no la olvidamos.


FEBRERO

2

Cuando era chica pensaba que los adultos no lloraban porque habían olvidado cómo hacerlo pero me equivocaba, pienso, mientras trato de secarme los ojos y controlar las lágrimas y el moqueo. Roldana me mira sin sorpresa; sabe que esto es algo que ocurre cada dos o tres días y que en nada cambia las rutinas de la casa.

A veces envidio a mi amiga Diana, que es capaz de cocinar sin tener que picar cebollas.



5

Crónica de bus:

Hace un calor tan sofocante que no hay palabras ni ganas de buscarlas. El 316 va repleto de gente cansada y sudorosa, y sin embargo el chofer, el guarda y un pasajero van cantando a todo volumen: "todo está cargado en la memoria...patria de la vida y de la historia... Libre como el vientoooo!".
¿Cómo era aquello? Ah, sí: "Uruguay es el mejor país...!"


25

Llovizna sobre la laguna Merín.
Se escuchan a lo lejos gallos, ranas, automóviles, perros. Mis viejos y su gata duermen la siesta mientras yo me reencuentro con el resto del mundo desde el porche del frente.
Estoy en un universo de contrastes; aquí tanto se cruza uno con un ternero caído al costado de la carretera o una tortuga muerta en la orilla del agua como se marean la vista y el olfato de tantas flores y frutos que barroquizan las ramas de los árboles y los jardines de las casas. La gente es maravillosa y no tanto. Te cuentan su vida y demuestran simpatía, pero son capaces de venderte una manteca con dos meses de vencimiento, o un postre para preparar que terminó su vida útil en 2009.
Todo tiene su tiempo particular. El saludo a un vecino al pasar se convierte fácilmente en media hora de charla.
Y está el Carioca. Menos mal que no está haciendo muchos dulces este año, porque me reconozco adicta a lo que sea que este hombre prepare. El dulce de higos verdes de hoy es una cosa tan inexplicablemente deliciosa como calórica.
Ampliaremos (probablemente rodando).



26

Llueve lindo en la laguna; desde que llegué ayer llueve casi todo el tiempo, pero ahora llueve y pico. Me he pasado leyendo, charlando con mis viejos (aunque mi madre dice que no habla tanto como yo digo que lo hace) y comiendo tortas fritas con juguito de dulce de higos verdes por arriba. Ahora estoy ya metida en la cama con dos frazadas encima en pleno verano, tras haber cumplido con la patria dándole la debida muerte a OCHO mosquitos regordetes que revoloteaban a mi alrededor. Por suerte el tul mosquitero me protege de cualquier intento posterior de venganza por parte de los familiares de las víctimas. O eso espero.



MARZO

7

Ya me metí en el salón de 4º2 a la hora en que tenía 4º3.
Ya encontré pila de gurises que son hermanos o primos de ex alumnos.
Ya le dije a un chiquilín que su abuela fue la mejor profesora que tuve en el IPA.
Ya respondí preguntas inteligentes y recordé lo bueno que es estar al frente de un grupo.
Ya comencé las clases.




14

Montevideo y basta.
405 lleno a pleno. Queda un asiento libre adelante y el guarda tiene poco menos que rogar para que alguien se siente. No hay viejos, niños ni embarazadas a la vista, y todos se lo van ofreciendo al de al lado, generosamente, hasta que al final lo ocupa una señora.
Digo, para los que solo ven lo negativo. 

No somos una escoria, solo somos variaditos. 
Por suerte.


26

No está bueno descubrir que los que nos rodean a veces nos engañan y hacen lo que se les canta a nuestras espaldas.

Es lo que ocurre, por ejemplo, al haber olvidado algo al salir de casa, volver diez segundos después y encontrar a Roldana ya instalada en la mesa en medio de todos mis papeles.

Me miró con cara de "Ta bien, me bajo, pero no demores mucho en irte de nuevo, eh?"

Ooom.



27

Crónica de la CITA

Ella es joven. No la veo, pero escucho su voz un par de asientos detrás de mí. Educa a su bebé Valentino, que solo emite gemidos y algún que otro amago de llanto. Ella le enseña normas de conducta (no se pega a mamá, a vos no te va a gustar si te pegan... Mimito, mimito a mamá... Así, eso... ¡Muy bien!), le muestra el mundo (mirá qué linda la palomita en el suelo... Y mirá el tutú... Tu-tú! Mirá la nena...) y le canta canciones sobre el payaso Plín Plín y el Elefante Trompita.
En cualquier momento la tiro por la ventanilla.



ABRIL

5

Sábado al mediodía en el Disco de la Curva. Hace veinte minutos o más que hago cola, y aún tengo dos personas adelante.
El Disco saca lo mejor y lo peor de la gente. Algunos colaboran para alcanzarse los canastos o entablan alegres conversaciones con desconocidos compañeros de infortunio, otros se quejan, resoplan y hasta se acercan a la cajera a controlar si hace su trabajo rápido.
Sábado al mediodía en el Disco de la Curva.
Nunca más.




10

Hace varios días que no nos vemos, y camino por la cooperativa con una vaga sensación de ausencia, de vacío, cuando, de pronto, allí está. Sus ojos de aceituna se detienen en los míos y corre a fundirse conmigo en un abrazo de amor interminable.
Parto para 3 Cruces con la cara mojada de un lengüetazo de Isis, pero no importa. Parto feliz.



24

La telenovela de la noche, aquí, en Arbolito.
Se fue de mi lado. Intenté que se quedara, hasta salí corriendo para darle alcance pero fue más veloz, y huyó. Tirando macetas y trepando a la reja de la cocina, huyó.
Le hablé, le rogué, intenté convencerla con los tonos más dulces de mi repertorio, pero ella nada. Miraba hacia el horizonte con gesto soberbio encumbrada en lo alto del techo del galpón.
Ahora hace dos horas que repetimos el mismo proceso. Me asomo a la ventana, viene corriendo, maúlla, llora, implora que la baje hasta que abro puerta y reja, me trepo a la pileta del patio y extiendo mis manos hacia ella. Allí se tira en el techo y se revuelca, mimosa y fuera de mi alcance. Me harto, entro y cierro todo. Vuelve a llorar. Me convence. Abro. No viene. Se revuelca. Me caliento, la puteo y entro. Maúlla. Salgo.
Me dan ganas de preparar un lazo al mejor estilo de las películas de cowboys, bajarla de una y no dejarla salir más al fondo, por inútil.
No se pierda el próximo capítulo mañana, a la misma hora, por este mismo canal.



25

Crónica de cuatro buses al amanecer.

Primer bus:
Como el 316 había pasado repleto y sin parar me subí al 103. Hubo un desvío por accidente; yo iba medio distraída cuando, ya en 8 de Octubre, noté que el 316,  un poco más vacío, iba delante, así que me bajé y corrí hacia él.

Segundo bus:
Trepé al amarillo rauda y veloz y solo cuando habíamos arrancado le pregunté a una vieja si ese era el 316. No era. Maldito 300, me había olvidado de su existencia.

Tercer bus:
El 112 iba a medio llenar, y me dejó en 5 minutos en Comercio y 8 de Octubre.

Cuarto bus:
El 405 nuevito y prolijo vino al instante. Y aquí voy, con tres chicas que vienen armando un quilombo de novela. Bah, en verdad es una la que canta cumbias a los gritos, se carga al guarda joven y lindo y discute con una vieja que le pide que deje concentrarse al chofer. Las amigas le festejan todo, pero la que está detonada es ella. "Salgo del baile y quedo de culo... Guarda, hojilla que estás en capilla, escuchaste? Quedo del orto... Señora, no se meta, saludos a Disney...". Van 5 veces que pregunta "falta mucho para el parque?".

Debo estar en el Integral en 7 minutos; espero q no hagan más bardo o terminamos en una seccional. Ampliaremos.




28

Crónica de lunes.

Despierto de un sueño colorido y lleno de detalles y en medio segundo salto física y mentalmente de la cama. Me dormí: ya hace cinco minutos que debería haber salido de casa.
Somero lavado de cara, comida balanceada puesta a toda velocidad para mis gatas que me miran como diciendo "pe... pero... a esta hora nos toca el atún de la mañana..." y carrera hasta la parada, donde si para el 405 de las 7 aún llegaría temprano al Integral.
No paró.
Un taxi estaría bien, pero en el apuro tomé un fajo de billetes y no vi que todos eran de 20, o sea que en total tenía 160 pesos para la jornada matinal.
COPSA de emergencia. 144 de emergencia hasta Montevideo Shopping. Ni un puto taxi para el último tramo. Un 405. Subo. 10 minutos tarde.
En el camino una compañera, madre de alumna, me dice "tenemos escrito hoy, no?".
Uy. Escrito.
Armo propuesta de emergencia. 

Hoy es día de entregar promedios. Bah, eran para el jueves pasado. Los hago durante el escrito. Entrego tareas domiciliarias: hicieron la fotonovela de un cuento con resultados increíbles. Increíbles. Increíbles.
Vuelvo a casa pensando que tengo que empezar a salir más temprano o al menos cambiar el timbre del celular por algo que suene realmente espantoso para no volver a desoírlo.
No está bueno empezar la semana a lo loco. Miro a la gente caminando por la rambla y quiero estar ahí, al sol, sin horarios, sin tendinitis, sin 47 años, sin 42 horas de clase, sin 4 programas, sin 250 alumnos.
Vino bravo el lunes, pero no se preocupen. El no desayunar me pone así: nada que no se solucione en un ratito.
Feliz lunes.


30

Crónica de Tania

La lógica diría que uno no debe subir a un sitio del que ya ha comprobado que no sabe bajar, pero esto parece no funcionar así en el misterioso universo mental de mi gata Tania, quien noche tras noche viene ofreciendo un espectáculo lastimoso hasta altas horas, desde el techo del galpón.
Ayer en particular me harté de salir mil veces a intentar infructuosamente que se deje agarrar, y a eso de la medianoche me fui a dormir, agotada de corregir escritos del Enamorado y la Muerte. Ya bajará sola, me dije.
A las dos y cuarto desperté, me vino una culposidad leve y abrí el fondo, sin éxito. Ella se tiraba de pancita y maullaba pero a lo lejos, bajo la llovizna.
Cuatro y media volví a levantarme: llovía a baldes. No la vi en el techo y ya iba a acostarme cuando apareció en la ventana, totalmente ensopada. Se ve que ante la extrema necesidad de guarecerse, baja. Cerré las puertas de ambos dormitorios: mis cubrecamas no están para gatos mojados y desequilibrados.
Hoy a las seis y algo, mientras trataba de subsanar a toda velocidad el hecho de haberme dormido (otra vez), la vi de lo más cómoda y ya casi seca acostada en el almohadón de MI silla.
Por lo menos voy en el bus indicado, que va absolutamente repleto, dejando entrar gente por la puerta del medio y sin posibilidad alguna de que un cantor de ocasión suba a entonar sus inspiradas coplas.
No se conforma el que no quiere. Así está el mundo, amigos.

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