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jueves, 1 de mayo de 2014

1º de Mayo








Mis abuelos fueron ambos hombres de trabajo, aunque diferentes. El viejo Manuel se ocupaba de las tareas más ínfimas de la Intendencia de Cerro Largo y tenía un hijo atrás de otro como trompada de loco, mientras que el viejo Barreto arrendaba una chacrita de su madre cerca del Poblado Las Ratas, donde vivió como pudo hasta que la vida y los fracasos lo hicieron terminar como sereno del Club Naval, ya en Montevideo, en una casa llena de hijas, nietos, perros y fantasmas.

Mis padres casi no saben lo que es vivir sin hacer nada. El Cele arrancó como ayudante para todo a los ocho años en la casa del escribano Cirilo Ibáñez, en Melo. Luego fue metalúrgico en Electromet y al final se mandó un grito de Asencio cuando yo tenía nueve o diez y se dedicó a confeccionar y vender ropa infantil en la feria junto con mi madre, que para entonces estaba harta del servicio doméstico y también buscaba independizarse de patrones y plusvalías.

Yo hice la feria con ellos desde niña, fui payasa, atendí una biblioteca y vendí comida macrobiótica en una galería del centro hasta que terminé el IPA y me pude dedicar a la docencia y a la Literatura, a veces más a una, a veces más a otra.

Empecé a escribir sin saber adónde iba, y me acabo de dar cuenta de que soy la única de toda esta línea familiar que hace lo que quiere, que sigue una vocación, que pudo elegir.

Feliz Día del Trabajador, compañeros.
Ojalá que todos podamos seguir el camino que nos hace mejores.

2 comentarios:

  1. Historia de trabajadores como la mayoría de nosotros; hermoso relato de tus ancestros y tuyo también... Feliz día en nuestro húmedo país!

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    1. Gracias, y feliz día! Dicen que de tarde va a salir el sol... Dicen.

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