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martes, 26 de septiembre de 2017

Los Artísticos





Los Artísticos

I

_ ¡Profe, decime que el año que viene vas a tomar 6º Artístico!- me llega una orden desde el medio del grupo, mientras escribo en el pizarrón algo sobre Macbeth y las razones para matar o no matar al viejo Duncan. 
Salgo de la Edad Media de inmediato. La voz es de Romina, que ya estuvo conmigo en 4º y en 5º, que no tiene ganas de aprender cómo lidiar con una nueva profesora de Literatura y que se ve que no anda muy concentrada que digamos en el fascinante tema de las luchas por el poder en la Escocia del siglo XI.
_ No sé qué voy a tomar porque no es solo lo que uno decide, es un poco más complicado.
Cosa linda los afectos. Sigo la clase del lunes a primera hora como si nada, pero me cuesta un poco volver a la negrura de la noche y la sangre, porque tengo como un rayito de sol revoloteándome en el alma.

II

Se duermen y vienen a cualquier hora. Siempre están tocando la guitarra o el cajón peruano cuando entro al salón, y en general les cuesta dejarlos. Tienen pelos de colores y a veces lanzan una exclamación porque se les cayó una rasta en el medio de la clase. Dibujan mientras yo hablo. Me invitan a verlos bailar, actuar o tocar en una orquesta. Cuando planteo una propuesta de trabajo se las ingenian para salir con cosas raras. Compiten entre los grupos: que a ellos les pasás películas, que les sacás fotos, que son tus preferidos. A veces tengo a los de un grupo en el salón del otro y me hago unos líos terribles con lo que dimos o no dimos. Cuando termina el año los dejo de ver por el verano; al recomenzar los cursos los veo iguales y distintos, pero yo sigo siendo la misma, o eso creo.

III

Recién voy acercándome al salón y ya escucho la voz de Carolina que me pregunta si hoy vamos a poder tener clase en el patio. Lleva todo el año oyendo que no, que se me va la voz, que hay mucho ruido, que a algunos se les complica para atender, participar o sacar apuntes si estamos sentados en el suelo, pero ella es insistidora, y al final le digo que sí, que salimos por un rato a la última hora. Por estas cosas de los horarios, este año los lunes doy ocho horas de corrido y las dos últimas no tienen recreo en el medio, por lo que los del Artístico 2 siempre me agarran cansada: dos por tres le erro a algún nombre, la letra en el pizarrón me sale peor que de costumbre y la mitad de las veces me olvido de pasar la lista.
Salimos al patio, a un lugar donde haya sol y sombra para que nadie se sienta excluido. Por suerte el liceo estaba tranquilo y silencioso; algunas personas pasaban de vez en cuando y un par nos sacaron fotos, pero en el momento ni ellos ni yo nos dimos cuenta. Les dije si querían arrimar algún banco pero no; todos prefirieron el piso. Analizamos la escena del sonambulismo de Lady Macbeth y no dejaba de ser extraña esa convivencia del crimen, la noche y la culpa con la mañana de sol y los pajaritos del patio. Algunos rasgueaban suavemente un par de guitarras, otro se quedó medio apartado dibujando (como siempre). Cada uno tiene sus maneras de aprender, pienso. Macbeth confirmó a la fuerza que hay profecías engañosas, su mujer necesitó un tiempito para descubrir que no era una psicópata despojada de la posibilidad de la culpa y nosotros aprendimos que un rato de aire libre no está mal, de vez en cuando. De vez en cuando.

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