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sábado, 1 de septiembre de 2012

Comunión





Cuando nuestros ojos se cruzaron por primera vez este verano supimos que había nacido algo destinado a durar mucho tiempo.
No nos vemos seguido; a veces demoramos unos días y en otras ocasiones el tiempo se alarga y hay semanas de vivir cada uno su propia vida, sin asomarse a la del otro. De todos modos siempre volvemos a encontrarnos y cuando  eso sucede tengo la certeza de que el momento vale la pena, por más que nuestros destinos estén la mayor parte del tiempo ligados a otros seres y otros presentes. Es un placer abrazarlo, tocar su pelo, mirarlo a los ojos.
A veces pienso que deberíamos vivir juntos, pero esa locura no me dura más que unos minutos. No estamos hechos para la convivencia, me digo, mientras cierro los ojos, aprieto los puños y retomo mi camino.
Él se queda ahí, en la vereda, moviendo la cola y ladrando bajito, hasta que su dueño se asoma a la puerta y le ordena entrar de una vez a la casa.

1 comentario:

  1. Me ha gustado -particularmente- el tono de este micro, que en un inicio creo que le habla a un tú (cosas de este lector) y luego descubro que no, que consigue embaucarnos, haciéndonos creer que nos habla de otro tipo de amor, más puramente humano.

    Lo que no le perdono a la autora es la falta de título de la pieza. El título es parte fundamental en la microficción, y por ello lo defiendo. Ha de completar, en cierta forma, y dar sentido al texto y me he quedado como cuando se me cae el helado a la arena sin haberlo acabado. :-)

    Un abrazo,

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