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sábado, 4 de junio de 2016

Junio 2016


Iba caminando por un precioso sendero lleno de flores en el campo, en Cuba, con una ex alumna, comentándole que eso justamente era lo que más recordaba de mi viaje anterior: el color y el olor de la naturaleza en los caminos rurales. 
_ Claro que también hay víboras, lo sé. Incluso la vez pasada vi una, pero era preciosa, con colores fuertes y no venenosa. 
En eso se nos ocurrió entrar a un edificio al costado del camino, un bloque de apartamentos, a ver cómo eran las casas de la gente común en ese país. Ya no iba con mi alumna sino con mi viejo, que después se convirtió en un pariente detestable y más tarde en un amigo médico. 
El edificio era modesto pero limpio, de paredes amarillas. Subimos y bajamos la escalera sin ver ni una persona. Mi amigo médico decidió ir al baño público de la planta baja antes de retomar el camino, y yo me quedé parada en la puerta contemplando el paisaje. Llovía mansamente. 
De pronto sentí una molestia en los ojos, algo como una legaña, y me pasé la mano para sacarla, pero no pude. La legaña se convirtió en un tejido blando, algo pegajoso que se estiraba y no terminaba de salir. Me colgaban jirones de esa cosa rojiza por la cara, era horrible, mientras yo (tranquila) sacaba y sacaba, a ver si aquello terminaba de una vez. Al fin retiré un poco, hice un bollo tamaño pelota de tenis y salí a tirarlo en el campo, para que mi amigo no se asustara demasiado, aunque me quedaron cosas saliendo de los ojos de todos modos. 
_ ¡Pah!! ¿Pero qué te pasó? 
_ No sé, empezó de golpe. 
_ Parece Bredou. - diagnosticó él, o tal vez dijo Bedru, algo así. Creo que era Bedru.- Vamos a tener que ir a un hospital. 
Otra vez termino en un hospital en mi viaje a Cuba, como en el viaje anterior, pensé, y me desperté, hace como una hora. 
Sí, ya sé, es un sueño asqueroso y no tiene cierre, pero si no lo escribía no iba a poder salir de la cama. Aimsorri. 

Ahora sí estoy lista para levantarme, lavarme la cara y (tal vez) enfrentar al espejo.




Hace un par de días estaba de gran charla con dos compañeras de Florida, aprovechando la ausencia total de estudiantes en el turno de la tarde. La amenaza del paro de transporte y la inminencia de las vacaciones y los consiguientes exámenes se habían confabulado para provocar la deserción generalizada, y los docentes aprovechamos para ponernos al día mientras cumplíamos el horario. 
No sé cómo, de pronto me encontré contándoles a las dos profesoras que estaban conmigo en la sala una historia familiar muy dolorosa, que tenía como protagonistas a una rama de la familia de mi madre, unos parientes de ella a los que no he vuelto a ver desde mi más tierna adolescencia. Fue un episodio muy jodido, de violencia familiar y posible privación de libertad de alguien enfermo, del cual me enteré recién hace un par de meses, en esas charlas de las que mi vieja me prohíbe escribir mientras no se mueran todos los protagonistas directos. 
Hoy el malo de la historia me acaba de llamar por teléfono. Con mucha dificultad comunicativa terminó preguntándome si mi madre vive todavía y prometiendo que va a llamarla, porque toda su familia lo ha abandonado y su vida no es más que una sucesión de soledades y problemas. 
¿Entienden que es alguien de quien no sé nada hace 30 años y aparece enseguida que lo nombro? Más allá de una cierta justicia poética innegable, lo que me tiene impresionada es la puntualidad de la confirmación del karma. No solo le va como el traste, sino que yo me entero de eso dos días después de haber verbalizado la historia y revivido en mi interior el dolor por la víctima. No salgo de mi asombro. La verdad, no salgo de mi asombro.





Ella era linda. Veinteañera, flaca, de pelo negro largo y muy maquillada. 
Habíamos intercambiado unas palabras casuales en medio de la tienda llena de ropa y cuando me la crucé un rato después al otro extremo del local me mostró un par de blusitas que llevaba en la mano y me las extendió:
_ Mirá, ¿no las querés?
_ No, gracias. - respondí, porque las susodichas ya a simple vista presentaban un inaceptable superávit de puntillas y adornos.
_ Ah, qué lástima. Yo me las quedaría, pero me quedan enormes.
...
...
... 
Ella era linda. 
Lástima que precisara lentes. 
Y diplomacia. 

Y cerebro.






Toda mi vida he estado equivocada.

No fue Virgilio quien guió a Dante por el Infierno, al menos según un parcial que acabo de corregir. Fue un tal Vergoglio.





Mi número de la suerte para hoy es el 358, dice la radio del chofer, y tengo que controlar mis impulsos y otras cosas más que el arranque del 103 me impide escuchar. 
¿Es decir que debo controlar los impulsos de tirar al aire las 358 hojas de escrito que me quedan por corregir y disfrutar viendo cómo son llevadas por el viento hacia lejanos confines, fuera de mi vista?
Es una bella imagen. 
¡Tan bella!
...

Ampliaremos.





Salgo para el IAVA en medio de la niebla y los pastos blanqueados por la helada, y al llegar a la parada me subo a lo primero que pasa. Es un 405, y el chofer, treintañero, viene oyendo No toquen nada. 
Me paré para bajar en Comercio, y estuve varios minutos esperando que el ómnibus pudiera siquiera dar vuelta la esquina, porque el tránsito venía muy trancado y la cantidad de gente por subir enlentece horriblemente los 141 y 144 de la parada. 
El tiempo pasaba, pasaba 
No quise pedirle al chofer que me dejara bajar a una cuadra porque sé que no se debe, pero él se ve que se apiadó de mi paciencia y me dijo:
_¿Quieres que te abra así ganas tiempo, muchacha?
Y me bajé y continué mi camino como toda muchacha que disfruta de estar viva bajo el sol matinal.

¿Frío? ¿Quién dijo frío?






"Encontraron restos óseos en una casa de Maroñas", leo en la prensa, y un escalofrío me corre por la espalda. "En la tarde del sábado, inquilinos de una casa ubicada en el barrio Maroñas, encontraron restos óseos mientras realizaban reformas de saneamiento en su hogar", sigue diciendo, y yo me imagino la que fuera la casa de mi abuela con su sótano misterioso por fin abierto y el secreto de su anterior dueño (que todos en la familia maliciamos) quedando de una buena vez al descubierto, pero no, porque la dirección que da el diario es otra. Décadas más tarde se aclarará a partir de esto (tal vez) algún misterio ajeno. Nunca el nuestro.





La opción, en principio, era entre tomar la CITA "Semidirecta" de las 12.30 apurando en el parcial a mis alumnos de Quinto Artístico 1 o probar suerte en el coche "Común" de las 13.15, que me va a dejar en Florida justito a tiempo para la clase o apenas tarde.
Sabía que el Común demora media hora más, de acuerdo, pero nadie me dijo que este sería un magnífco viaje en el tiempo con la estética y la comodidad de una ONDA de los años setenta. Coche sucio, viejo, frío, temblequeante y con reggetón en la radio. 
Odio a Sánchez Padilla.

Bienvenidos a las crónicas quejosas de viernes por la tarde. Si no vuelvo a escribir de aquí a dos horas es que perecí en el intento.

13.57: Van 45 minutos de viaje. AÚN NO SALIMOS DE MONTEVIDEO.
14.05: atravesamos una ciudad desierta. Parece que es La Paz. Hay palmeras, un cine con carteles de peligro de derrumbe y una tienda llamada La Casa Del Jubilado.
14.10: "Ageeencia Las Piedras!" ¿Cómo? ¿Y cuándo se terminó La Paz?
14.12: "Alimento para perros: 50$ el kilo". Debí tener perros; el de mis gatas sale 265$ COMO OFERTA...
14.15: pareece que salimos de la ruta 48 y tomamos la habitual (3 o 5, nunca me acuerdo). Uff. Se acabó la aventura; esta parte ya la conozco. La CITA ahora va volando!!!
14.30: Canelones. Una gigantesca botella de leche de hormigón en lo alto de una fábrica. Gente abrigada como para la nieve caminando bajo el sol. Sube un gaucho joven de botas, bombacha, boina y celular. Un Agro Boy de los que le gustan a una de mis amigas (no voy a decir cuáll). La CITA se va llenando, aunque por suerte aún voy sola en MIS dos asientos.
15.05: Me dormí. Desperté en un segundo, cuando sentí que algo se me caía de la mano al piso. Creo que fue mi lapicera roja. Creo. Nunca más la pude encontrar. La CITA se la comió. Traté de revisar bajo el asiento pero el piso está caliente además de sucio. Tanteé algo con pinta de moneda pero se me cayó aún más abajo, a un sitio inaccesible en las profundidades del monstruo, y opté por sacrificarla. QEPD.
15.23: entramos a Florida. He sobrevivido a la CITA Común (que no pienso volver a tomarme). Gracias por su apoyo moral. Hasta luego.





Ella es rubia, de pelo lacio, muy linda y con acento pseudo cheto. Tendrá unos 17. Usa botas con plataformas altísimas y flequitos de gamuza. Hace rato que viene hablando por teléfono con una amiga, contándole de la burundanga y de las viejas drogadoras de jóvenes doncellas que viajan desprevenidas en el transporte capitalino. 
¡Tengo unas ganas de pasarle mi celular y pedirle si me arregla la hora!!!

Ampliaremos. Capaz que desde la seccional más próxima.




Cada vez que voy a comer a lo de los chinos cerca del IAVA me llama la atención la música de fondo, una melodía hipnótica que se repite vez tras vez. Al principio pensé que se trataba de un defecto en el aparato, algo como el equivalente de hoy a un disco rayado de antes, porque la secuencia no dura más de quince segundos, que para mí suenan a "iamelestiaa... aaalisoma...iaaaa", pero no debe ser, porque CADA DÍA se escucha lo msmo. Tal vez sea un mantram, pensé ayer, algo que reiterado al infinito lleva al cliente a ser hipnotizado y consumir más, no sé.
Ahora voy sentada en la mitad del 404. Oigo de la radio del chofer unos pseudo gritos femeninos aniñados y trazo mi Teoría Irrebatible de las 8 a.m.: debe ser que como no entiendo (porque no oigo bien a lo lejos) todo me parece repetitivo, igual que en los chinos. No capto los matices. La ignorancia humana, madre de todos los prejuicios, y bla bla bla.
Pero no.
Cuando me bajo veo en el primer asiento a un nene jugando con un celular, del que salen los difusos soniditos. O sea, no era la radio del chofer, y SÍ sonaba siempre igual. 
Listo, ya entendí. La china tiene el disco rayado 
Y basta de teorías, que mi segundo bus ya entró a 18 y en dos paradas lo abandono.
Feliz miércoles.

Iaaaa melestiaa aaalisoma...iaaa...




La del video que compartí hoy podría haber sido Tania, no solo porque es igualita sino porque también se hizo cargo amorosamente de todos los bebés de Roldana en su primera noche, cuando su hermana estaba bajo los efectos de la anestesia. Había sido un parto complicado, en La Hacienda salvaron a todos pero no zafó de la pichicata, por lo cual estaba totalmente inhabilitada para atender a sus gatitos. Tania, que a su vez tenía cuatro propios recién nacidos, atravesó toda la casa y se los fue llevando de a uno en la boca hasta su cajita maternal, donde durmieron felices y abrigados. 
Yo la quise premiar con unos filetes de merluza, pero la verdad es que al final le di atún y usé la merluza para el almuerzo. 

Bueno, ta. Nunca dije que fuera una historia que me dejara bien parada.




No he leído una sola noticia sobre el tiroteo de Miami que no presente al homicida como alguien de origen afgano. El tipo era yanqui, nacido en USA, punto. Si un estadounidense hijo de afganos gana el Nóbel seguro que el dato del origen no aparece.
Esa necesidad de presentar al agresor como un otro... ¿Hace falta que hasta los medios extranjeros -los nuestros, para el caso- se plieguen al armado de la imagen del pobre pueblo yanqui bondadoso y bienintencionado pero rodeado de enemigos? 
Ya falló el intento de tomar esto como acto terrorista; ahora apuestan a pegarle al enemigo por lo bajo: el otro para ellos siempre es el otro, aunque lo hayan educado sus propias escuelas.
No repitamos estereotipos. 

El acto se condena más allá de pasaportes. Simple cuestión de humanidad, me parece.






Hoy de mañana iba por la cooperativa caminando cuando encontré un centavo tirado en mi camino. "Lucky penny", pensé: una monedita de la suerte, y me lo guardé. 
De noche vi a Calexico.
No hay suerte mayor que haber estado hoy ahí, ni hay palabras ni fotos ni videos que la describan. Comunión absoluta. Fiesta. Entrega. Dos horas de encantamiento, en el medio de la primera fila, sin amontonamientos, con todo Calexico para mis ojos y oídos... Salí flotando, y aún no aterrizo. 
Nunca estuve en un toque como el de hoy, nunca. Cuando los vi en Madrid casi no los conocía y me quedé lejos del escenario: hoy fue la revancha de Reyes y el 5 de oro todo en uno. 

Dan ganas de seguirlos por el mundo. Que nunca falten. De verdad: que nunca falten.





Nunca creí que llegaría a decir esto; no salgo de mi asombro. ROLDANA ME ROBA PLATA, señores, así como lo oyen. 
Escuchaba hacía rato unos ruiditos raros desde el living, fui a ver y me la encontré jugando con un billete de 100 y otro de 50 que se ve que dejé en un escalón (ni sé cuándo) y que ella tenía arrollados y llenos de pelusa de tanto revolcarlos por el piso (no siempre limpio) de debajo de la escalera. Encima ahora no deja de reclamármelos, maullando como si yo le hubiera quitado sus juguetes. 
Cría cuervos... O gatos, es igual. De todos modos hallarán la forma de quedarse con tu dinero.






¿Cuánto tiempo puedo demorar en abrir la puerta, entrar al dormitorio y volver a cerrarla? 

Parece que el tiempo suficiente para que ALGUIEN se cuele entre mis pies y se esconda debajo de las frazadas. Si no fuera porque estornudó, pobre... Capaz que ni la veía. 




Hoy me di cuenta de que la ilimitada paciencia de que tan orgullosa me siento se restringe en realidad a solo dos clases de interlocutores: alumnos y gatas. 
Con los viejos que van sentados al lado en la CITA, por ejemplo, la paciencia no aparece. Ni se asoma. 
_¡Que lo tiró, ta brava la gripe!- me larga de sopetón, dos cuadras después de haber salido. 
Yo: silencio. Miro el celular. 
Él tose, tose, tose. 
_Yo digo que debe ser el calientacamas ese que uso. El cuerpo se desacostumbra al frío. 
Emito un sonido inarticulado, algo así como "mj". Saco el ipad y me pongo a jugar solitarios. Él toma el celular y llama a la mujer.
_Che, estuve pensando: no quiero usar más el calientacamas ese. Toy horrible de la gripe y debe ser por eso. Sí, en una hora llego, más o menos. Todavía no salimos de Florida. 
Corta. 
Yo sigo concentrada en la pantalla. 
Me mira de reojo. Tose. 
Intenta de nuevo. 
_ Mi mujer también se pasa jugando a las cartas. Yo no sé qué le ve. Me despierto de madrugada y está jugando. 
_¿No ves que sos un embole y está harta de aguantarte?- pensé, pero dije:
_ Sobre gustos...
Él hizo un minuto de silencio. Solo un minuto.
_El otro día... El año pasado, cuando me entraron ladrones a la casa, me robaron hasta la tablet, y le tuve que salir a comprar una a mi mujer, porque se puso como loca. 
Se interrumpe para toser. 
Hay una especie de epidemia de gripe en el país, pero el señor no parece darse cuenta de lo políticamente incorrecto de su afán comunicativo: tose y carraspea sin cesar mientras se ceba mate y yo hago un solitario atrás de otro. 
Por suerte la cara de póker funcionó; él se bajó en Canelones, y ahora tengo los dos asientos para mí sola. Soy rica. Capaz que con bacilos de gripe made in viejo canelonense revoloteando alrededor, pero rica en espacio. Antipática, pero con un asiento vacío para mi mochila. Mala gente, pero cómoda en el espacio king size de la CITA de regreso.

Moraleja: si andás con ganas de charlar durante el viaje no te metas con Rodríguez. Ya lo dijo Espínola.





No somos personas. No hay piel ni formas ni sonrisas. Somos unos ojos apenas vislumbrados entre capucha y bufanda, una campera blindada, unas manos con guantes.
¡Resistan! 

Nos vemos en setiembre.





A veces es solo uno, a veces hay dos o tres. Cada vez que bajo de la parada de mi cooperativa por la noche los veo: pueden ser muchachos de bases colorinches y gorritos de visera u hombres maduros de mirada hosca y pucho en la boca. Siempre están, pero no bajo el techito, sino más allá: contra la pared de una casa o incluso sentados en el cordón de la vereda o en el escalón de la entrada de alguna vivienda. Sea a las ocho o a la medianoche, ahí están cada vez que una desciende del 103 repleto o del 404 vacío.
¿Miedo?
Sí, mucho. 
Por eso están ahí: por miedo. Son los padres, hijos, hermanos, parejas de las mujeres que vienen de trabajar por la noche, y ellos van a buscarlas a la parada porque más allá de Camino Maldonado el barrio se vuelve solitario y tenebroso para los que viven al otro lado de la cooperativa. 
Paso las rejas de la COVINE y saludo a los serenos. 
No es fácil para una mujer vivir sola por esos pagos, pienso. 
Depende de qué lado de la reja vivas.
En eso me quedé pensando ayer, al volver de la marcha de ‪#‎NiUnaMenos‬. Queda muchísimo por hacer, en todos nosotros. 
Mi camino (el principal) es a través de la educación.
¿Cuál es el tuyo?