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domingo, 3 de junio de 2012

Con mi amiga Diana tenemos, desde el año pasado, un espacio en las mañanas de los sábados dedicado a un taller literario, donde asisten estudiantes actuales, ex alumnos y ocasionalmente padres y hasta algún escritor. Los textos creados se publican por lo general (bah, en realidad, a veces, cuando a alguno le da por pasarlos a la computadora...) en un grupo facebook que por el momento es abierto: La lechuza de los sábados, aunque hay opiniones en el sentido de hacerlo cerrado, y aún no definimos qué haremos al respecto.
Ayer la premisa fue hacer (en 15 minutos) un texto breve que partiera de la frase "Cuando despertó se dio cuenta de que...". Este fue el mío (sí, las profes también cumplimos las consignas). No tiene título...





Cuando despertó ya eran las once de la mañana del sábado. Los ladridos de Ruffus lo habían arrancado del sueño demasiado tarde; el avión habría llegado al aeropuerto seguramente hacía media hora. ¡Qué horror! Su hermano, su mujer y los tres nenes regresaban tras cinco años de vivir en España y nadie estaba ahí para recibirlos. ¿Cómo había podido dormirse? 
_ ¡Ruffus, no me avisaste! ¡Esta semana te quedás sin ir a la placita!
Buscó a toda velocidad su ropa, los zapatos... ¿Dónde estaban los condenados zapatos? Bueno, igual se pondría unos championes. El derecho... ya está. El izquierdo... Pero... ¿Dónde está el izquierdo, por dios? Miró al lado de la cama. Nada. Al costado del ropero. Nada. Abajo de Ruffus. Tampoco. Al final tiró lejos el champión y se puso un par de ojotas, pese a que ya estaban en junio y el termómetro marcaba dos grados. Todo por llegar antes. Las llaves del auto... Listo. A ver... Encender el motor... No prende. ¡Y ya son las once y veinte! Otra vez... Silencio. Uy... ¡si no tiene nafta!
Paró un taxi en la vereda; por suerte no había demorado mucho en pasar. Ya estaba indicándole al chofer que fuera a toda velocidad hasta el aeropuerto cuando vio a su madre doblar la esquina, cargada con cinco bolsas de Tienda Inglesa.
_ ¡Jorge!_ gritó ella_ ¿Estás llegando? Vení, ayudame con los mandados, que compré de todo para recibir a tu hermano. Acordate que vos sos el que lo va a ir a buscar, ¿eh? Mañana a las diez te quiero en el aeropuerto.
Miró hacia la ventana de su casa. Ruffus, subido al sillón, ladraba y movía la cola como diciendo "¿Me llevás a la placita?"

1 comentario:

  1. Para prepararlo y cocinarlo en quince minutos no está nada mal.

    Sólo por si vale la opinión de un ajeno al grupo, lo ideal es que no lo cierren, así los demás podemos acercarnos a leer lo que cuelguen.

    un abrazo.

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