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miércoles, 11 de junio de 2014

La Era del hielo y yo





Hoy hubo una charla sobre fósiles en el colegio Sagrada Familia. Me enteré por casualidad y como justo a esa hora no trabajaba, fui.
Una vez en el edificio me dirigí al museo “Hermano Mario”, donde iba a ser la charla, que queda en el último piso del colegio y es de lo más completo. Hay restos arqueológicos, paleontológicos, muestras de rocas, de caracoles, mamíferos embalsamados, de todo.

El público se componía de unos treinta escolares con uniformes verdes, tres maestras entradas en carnes, un canoso con pinta de Autoridad De La Institución, un par de adscriptos y yo. La charla duró 45 minutos, fue de lo más amena y no sé si me gustó más lo que aprendí sobre fósiles o sobre los niños de la Sagrada Familia. Eran unos aviones, especialmente uno, un piojito de nueve años tamaño seis, que no dejaba pasar una pregunta sin responder.

_¿Qué estudian los paleontólogos?

_ Los fósiles.

_ ¿Y qué son los fósiles?

_ Restos de animales.

_ ¿Y cuánto tiene que tener un hueso para que lo estudie un paleontólogo?

_ 10.000 años… Lo dice ese cartel_ acotó honestamente Piojito, mirando la pantalla donde se proyectaba un powerpoint.

La charla derivó a los fósiles más antiguos encontrados (bacterias de 3500 millones de años), los dinosaurios extinguidos hace 65 millones y la última Era del Hielo hace 20.000 años, pasando luego por nuestra Megafauna de mamíferos extintos hace 8 o 10 mil, que es lo que a mí me interesa. Andrés Rindeknecht mostró fósiles de la Era del Hielo que pertenecían al museo del colegio, colegio al que él insistía en llamar “Colegio Pío” hasta que la Autoridad de la Institución lo corrigió secamente: “Sagrada Familia”. A partir de ahí solo dijo Colegio Pío una de cada dos veces. Tal vez fue por esa razón que el canoso entró a cabecear, aunque fui la única en darse cuenta, porque los niños estaban fascinados con la charla y los huesos y reaccionaban en forma de lo más ruidosa ante las imágenes que Andrés mostraba, denotando a la vez maravilla y sorpresa. “¡Aaaaaw!” “¡Uooooo!!” Unos tiernos.

Piojito no dejó de asombrarme durante toda la charla. Ejemplo de sus preguntas:

_ Además del perezoso que conocemos, ¿el megaterio tiene otros descendientes?

_ Si el gliptodonte se hubiera extinguido hace siete mil años, técnicamente, ¿no sería un trabajo para otro, no para un paleontólogo?

Por la pantalla y en vivo desfilaron imágenes de diversos bicharracos, del Toxodonte al Mastodonte, pasando por otros que yo no conocía, como el Antifer o el Paleolama, hasta que terminó la conferencia y me fui para el 58, contenta de haber hablado con el paleontólogo, que me dijo que no tenía por qué donar mi muela de Mastodonte si estaba apegada a la pieza. Sí, estoy, pero si me decía que era algo único la iba a tener que donar a algún Museo. Fiuu...

Y aquí estoy, en casa ya, medio desesperada por volver a Valizas a buscar fósiles.

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