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lunes, 8 de octubre de 2012

EL ARQUITECTO




Un día pensó que si otros han construido sus castillos con piedras, tierras y montañas él bien podría hacer el suyo con palabras.
 Unas cuantas esdrújulas de fuerte sonoridad oficiaron de cimientos, y cuando la estructura demostró su firmeza escogió cuidadosamente las que irían en la fachada delantera. Después de encajarlas como mejor pudo estuvo un buen rato lustrándolas y realizando pequeños cambios de último momento para que los colores y las texturas no resultaran discordantes. Puso las más duras como puerta y dejó las sutiles para ventanas y claraboyas. Un ajedrez de monosílabos ofició de piso, al tiempo que para el techo prefirió un buen cuerpo de arcaísmos curtidos y de resistencia probada a lo largo de los siglos. En las paredes colgó términos extranjeros, como detalle curioso para que se entretuvieran las visitas mientras hacían su recorrida inicial por la residencia. Como rasgo de cortesía hubo palabras románticas en una bandeja apoyada en la mesita ratona junto a la entrada y también vocablos de otros, colgando plácidamente del perchero por si acaso eran necesarios en alguna fría noche sin luna.
Terminada su tarea desplegó frente a sí un papel en blanco, y se dispuso a esperar.

5 comentarios:

  1. Qué lindo!!!!!Me gusta ,me gusta y me gusta! Tan cortazariano,eso de jugar con las palabras, tanto que aquí son ellas las que se van colocando de a poco,subiendo los escalones de a uno y sin pedir permiso para armar la casa-palabra, con palabras cazadas y entregadas!!!!

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  2. ¡Fantástico, Mariela!

    Estoy de acuerdo con Diana en que este micro tiene una marcada textura cortaziana. Al decir de Angel Olgoso -gran escritor y eminente microrrelatista español- me parece soberbio cómo has domado "esa escurridiza anguila eléctrica de lo inaudito".

    Mis aplausos.

    Un abrazo,

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  3. De lo mejor que he leído en mucho tiempo...

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  4. Respuestas
    1. Gracias, Silvia. Todos los textos de este blog son míos, sí.

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