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miércoles, 1 de marzo de 2017

Marzo 2017




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El cuerpo tiene memoria. 
Sabe que después de este movimiento viene este otro, y por eso evitamos exactamente ese reborde desparejo de la vereda o agachamos la cabeza justo lo justo para barrer el espacio debajo de la escalera. Mis vecinos de la cooperativa, por ejemplo, siempre tropiezan al entrar a mi casa porque lo hacen confiando que es igual a la de ellos y no: nosotros por ser punta de tira tenemos un escalón más chiquito junto a la puerta. Pero ellos no lo saben. 
Hace unos minutos acabo de tener dos oportunidades de recordar esto de la memoria animal, automática. 
La primera, cuando pasé por 8 de Octubre y Belloni y la curva hacia el Intercambiador me descolocó momentáneamente. Toda una vida de pasar en el ómnibus por esa esquina sin doblar y el 405 es el único de los míos que entra por la terminal, mi cuerpo no esperaba el movimiento y me exigió levantar los ojos del teléfono y aferrarme al pasamanos. 
La segunda, cuando estaba escribiendo esto y una alarma me dijo que la prolongada quietud del bondi en una parada era sospechosa. Ahí vi que estábamos en Comercio, casi por dejar 8 de octubre, y me bajé de inmediato. El 103 pasa por las paradas a un ritmo parejo, pero el 405 en la última parada de la Unión demora una vida entre los semáforos y las multitudes que lo acechan.
Van tres veces este mes que me paso (o casi) de parada por hacer crónicas, y en este momento una oscuridad atenuada me anuncia que pasamos el túnel, así que, con su permiso, hay una memoria que me dice que es tiempo de moverse, en más de un sentido. 

Será hasta la próxima.





Una se siente poderosa cuando con solo mover un dedo logra movilizar a las personas a su alrededor. 
Hace dos minutos, por ejemplo, con solo enchufar la jarra eléctrica en mi trabajo hice saltar la llave en la mitad del piso y salir de sus oficinas a varios informáticos con cara de que se acaba el mundo. 
#MarielaSúperPoderosa.

Igual no hay que abusar, por las dudas. A partir de hoy, el café me lo caliento en el microondas.




Sube al 103 e inicia su discurso. Es joven y flaco, lleva camisa a cuadros y gorra de artista. 
_Buenos días, señoras y señores. Traigo para ofrecerles un gran instrumental que es una fusión de música hindú, celta y otras, o (como le llamo yo) música pagana, porque es una mezcla de todas las cosas, de todas las armonías. No es como Márama y Rombai. Para ustedes...

Y arranca algo distorsionado y aturdidor con su guitarra. Creo que prefiero a Mårama y Rombai, mirá lo que te digo. El concepto de música pagana te lo quedo debiendo, y el "gran instrumental" me sonó un poquitito a pecado de hybris, en fin. Un poco.





Tengo que cambiar mi dieta. A partir de hoy mucha agua, 4 frutas por día, volver a las verduras, cortar con los vicios...

_ Buenas tardes. ¿ Gusta probar nuestro budín granizado de chocolate? ¿Y ya conoce el licor de vino de Fun Fun? ¿Una copita?
_Eeeeeh... Esteeem...


Mañana tengo que cambiar mi dieta. A partir de mañana mucha agua, 4 frutas por día, volver a las verduras y cortar con los vicios.




Paso por el outlet de Los 4 Ases y veo que siguen las
OFERTAS
IM
PRECIO
NANTES!!
Igual que el año pasado, me rechina el cartel, casi tanto como me molesta mi compañero de asiento en el 103, que viene resfriado y haciendo ruidos con la nariz desde la C Vieja. No sé cuál es peor: uno molesta a la vista y otro al oído. Menos mal que tengo poco olfato. 
Del Manual de No Se Conforma El Que No Quiere, capítulo 3, p. 56: Cómo Sobrevivir al Lunes. 
Por suerte ya me bajo. 

_ Guardaaa! La próxima.






_Ay, sí... Nada mejor un domingo al mediodía que salir a dar una vueltita por el barrio, ¿viste, Mechi?... Sí, con la Elías Regules... Gente como una. No cómo los que nos cruzaron desde un ómnibus amarillo... 306, creo que decía... Nos sacaron fotos, podés creer? Ellos no deben haber visto un caballo sin carro en su vida, Mechi, jaja! Ay. Pará Mechi que dejo de reírme porque si me río me arrugo y una mujer arrugada es horrible. Sí, Mechi, adorada. Nos vemos en el Club. Saludos a los chicos. Bye.




Mientras espero el tercer bus de la mañana se detiene un 427 en la parada y de él baja renqueando una joven rubia y muy pálida, de unos quince años. Tal vez se torció un tobillo en una fiesta ayer de noche, pienso, al ver que no apoya un talón y pone caras de dolor a cada escalón que baja del ómnibus. La acompaña una señora de unos 60, que la mira con impaciencia y le dice:
_ Más rápido, apurate. ¡Dale! 
_Sí, trato_ dice la joven, y ambas se ajejan de la parada: Blancanieves y la abuelastra malvada, celosa de la juventud y belleza de la muchacha. 
La renquera es pasajera. 
La maldad y la edad no lo son. 

Y ahí pasó mi cuarto ómnibus, y me lo tomé.




Nueve mujeres van sentadas delante de mí en el 103, nueve, y todas, absolutamente todas, llevan el cabello atado. Con gomitas negras, cucarachas celestes o pañuelitos animal print, pero atado. Una de remera con la huella de un perro estampada en la espalda, dos con niños en la falda, una adolescente con el desorden hormonal pintado en el cutis, otra de unos sesenta, de esas que intentan con todas sus fuerzas abrir la ventanilla trancada y no lo logran: un universo heterogéneo, salvo en lo del pelo. 
Comienzo a sentirme un alien de rulos.
Resistiré el mandato de la manada, porque sé que este no es más que el primer bus de una serie de varios, y quizá en otros los imperativos estéticos y/o morales no sean los mismos. Por ahora me lo corro discretamente sobre el hombro derecho y miro hacia adelante, como si no me diera cuenta de que estoy en falta. 
Igual ya falta poco. 

Ustedes disimulen.




Deben ser estudiantes de facultad. Tienen unos veinte años, son bellos, prolijos, radiantes y se los ve enamorados. Vienen parados a mi costado. 
Ella saca algo de la cartera y se le cae un papelito. Lo mira durante un segundo, hasta confirmar que es un boleto, y sigue la charla con su novio. Él se queda medio en duda durante cinco segundos, hasta que no se aguanta: se agacha, levanta el boleto y se lo guarda en el bolsillo. 
_Si no empezamos por nosotros... No hay que hacer mugre. Alguien tiene que ser el primero. 
_ Bien.- contesta ella, desarmada. Y siguen su charla. 
Me quedo pensndo que no todo está perdido, me concentro en esta crónica y me paso de parada. 
Pero no importa. 

No todo está perdido.




Cuando desperté el martes y recordé haber soñado que mi gata Tania estaba milagrosamente viva y se instalaba de nuevo en Arbolito no me preocupé, porque es normal extrañar a las mascotas. 
El miércoles abrí los ojos luego de un sueño triste en el que me reencontraba con un viejo amor del siglo pasado, y tampoco dio para cuestionarse demasiado, porque de viejos amores de siglos pasados está empedrado el camino del futuro (lo cual no significa nada pero no suena mal, ¿eh?).
Pero hoy algo me dice que me pasé de lista con esto de abandonar la racionalidad en mis paseos oníricos, luego de escapar toda la noche de un cocodrilo verde y enorme que me perseguía porque quería hacerme mimos en los pies, como si fuera... como si fuera... Como si fuera una perrita inadoptada que me persigue por fondo y frente noche y día de sol a sol y de sombra a sombra. Eso. Eso mismo. 

_ Freud, anulame el pedido de interpretación del sueño con el cocodrilo verde, ¿querés? Ya entendí todo.




_¿Así que las legendarias anécdotas de los ómnibus se hacen de pie, con un solo dedo y a punto de caerse con cada frenada?- me pregunta un pasajero del 103 de las siete y media. 
¡Soy tan famosa! 
O quizá es un alumno del año pasado, compañero del Mundo Maravilloso de la Línea A de la CUTCSA. 

Después de todo, en estos viajes somos todos sobrevivientes matinales. ¡Resistiremos! Y si es con asiento, mejor.




No hace falta que nos digan nada. Nos tienen miedo, lo sé. Se les nota en la cara. 
Vienen como a una cuadra, ven la masa de gente que espera y el chasis se les encoge de temor. Por eso no se detienen es la parada de la cooperativa, porque somos muchos y metemos un poco de miedo. 
_¡Pero ese tenía lugar! ¿ Por qué no paró?
Porque tenía eepacio para cuatro y nosotros somos veinte, pienso, mientras trato de forzar la miopía y adivinar si ya está viniendo el siguiente candidato a desilusionarnos. 
Somos muchos, esa es (paradójicamente) nuestra debilidad. Ellos también son muchos, pero secretamente todos en la parada de la cooperativa sabemos que no son reales, salvo que hayan salido de Libia. Ahí sí, suelen parar, a veces. 

El resto solo son espejismos del STM.




Ensayo y error. Sigo viviendo en el ensayo y error.
.Ayer de noche pasadas las diez saqué a la perrita, que se fue con su amigo el sereno. Antes de dormir fui a buscarla y vino sin problemas, pero después me dormí entre ladridos, porque se ve que hubiera querido quedarse afuera. 
Hoy me levanté 15 minutos antes, para poder salir a una hora en que los buses aún se detengan en mi parada. La saqué, al rato pidió para entrar y cuando yo iba a salir se puso a ladrar. No había comido lo que le di, se ve que tropezó con la bandejita y estaba todo tirado por el patio, así que tomé una decisión. Junté la comida, la puse en el frente, cerré el galpón, abrí la ventana y le dije a Roldana que saliera nomás al patio, que la intrusa hoy se queda afuera. 
Ella quiso entrar, obvio, pero SIEMPRE quiere entrar o salir. 
Me fui pegándole unos gritos y amenazándola, porque quería seguirme. Y aquí estoy, viendo si entre un COPSA y un Cutcsa llego a tiempo al liceo $ extra, cansancio y dudas, otra vez. 
Lo dicho: ensayo y error. 
Vamos q ver cómo le va volviendo al exterior durante el día.

Oooom.




21 de marzo:
* día internacional de los bosques
* día internacional de la eliminación de la discriminación racial
* día internacional del síndrome de down
* día internacional de la poesía
* día nacional de adopción de perritas jóvenes, simpáticas y lindas.
Ah... ¿No es oficial aún? 

Ufa.




Hay personas que ya vienen adosadas a ciertos lugares: uno no puede recorrerlos sin cruzárselos. Vienen en pack. Siempre están. 
El señor canoso que toma la presión a voluntad por 18 por las noches, por ejemplo. ¿Desde cuándo lo hace, por qué, con qué ganancia? 
O la chica muy flaca que eternamente me cruzo por la rambla, corriendo agitada y moviendo frenéticamente los bracitos para quemar una caloría más por lo menos. No importa a qué hora vaya yo o a qué altura baje, ella siempre va a estar.
Ahora que algunas veces por semana trabajo en la Ciudad Vieja estoy en condiciones de agregar un nuevo integrante a la tribu de los habitués urbanos: el treintañero del torso desnudo. Siempre lo veo cerca de la Plaza Independencia, caminando rápido de pantalón deportivo negro y sin camisa, como si el calor lo estuviera matando aunque sea a la tardecita y en momentos en que el resto de los mortales ya hemos echado mano a un saco por lo menos. Yo creo que él se debe de sentir muy sexy aunque no lo es, no lo es. Demasiado músculo y caja torácica para poca altura. Puro pecho y brazos. Y además semidesnudo por 18 en un atardecer otoñal... No da. 
¿Será que todos somos personajes para la mirada de un otro que nos tiene claros, y no precisamente porque le gustemos?

Mejor no hablar (ni enterarse) de cier tas co sas.




Después que salí del trabajo a las 17. 30
Después que bajé en Tienda Inglesa a comprar atún para Roldana
Después que fui a la veterinaria a pedir una correa prestada
Después que justo llegó mi vecina y llevamos a la perrita
Después que fui a hacer mandados porque la convaleciente ya está comiendo y en casa no había carne
Después que pasé por la veterinaria a comprar la latita cara que es lo que en realidad quiere Roldana
Después que hice arroz con carne, esperé que se enfriara y serví la cena en el patio
Después que le di de comer a las dos criaturas de mi casa
Siendo las 20.37

Voy a comer algo yo.




En cuestión de trabajo 2015 para mí fue el año de (re)descubrir el IAVA, con toda la maravilla que eso conlleva. 2016 significó un exceso de carretera y CITAs que se comieron demasiado de mi (poco) tiempo libre 2017, por ahora, se perfila como el año Ciudad Vieja. 
Esto de trabajar en una oficina, con adultos, de andar por las veredas angostas y ventosas, de no estar al frente de un grupo humano sino al costadito, me encanta. 
Hoy entré tanto en personaje que cargué una carpeta llena de documentos y hasta me compré un café para llevar en el CA1, onda persona apurada y con agenda rebosante de trabajo, aunque por fuera por ahora no doy ni bancaria ni ejecutiva ni secretaria. Ni lo voy a dar. 
Bienvenidos los cambios. 

Y que el 2018 se vaya preparando.




Escena ciudadana
_ ¿Me das 50 ravioles de verdura?
_ Sí... Le aviso que a partir de mañana solo se van a vender en cajas cerradas de 100, hasta que cierren. 
_ Ah, no sabía... ¿Van a cerrar esta sucursal?
_ No: van a cerrar la empresa entera. 
_...!!!
_ Sí. Los hijos del dueño fundieron todo. Él se jubiló hace 4 años y ya ve... 120 empleados quedamos en la calle. Algunos con 40 años de trabajo en la firma...No sé qué vamos a hacer.

La mirada de la mujer era triste y sin brillo; le deseé suerte y me fui con mis 50 ravioles de verdura. Cosa jodida que la vida te haga esta pirueta cuando ya no tenés 20 años, pensé. Y seguí mi camino hacia Arbolito, pensando que esto de ser docente de la enseñanza pública es una suerte por muchos motivos, algunos de los cuales ni me detengo a pensar cada día. Pero son.




El chofer del 112 viene charlando con un amigo.
¿Fútbol, tele, mujeres, política? 
No. No precisamente.
_ El gato de la vecina empezó a venir al patio a comer la comida de los perros, después se fue quedando... y se quedó. 
_Yo al gato lo encontré en un estado lamentable. La primera noche estaba con convulsiones Mi mujer y mi hija no durmieron en toda la noche para cuidarlo. 
_Cuando me mudé me llevé dos ovejeras, una al final se me murió por la enfermedad del cachorro. Estuvo pila sufriendo pero no había cura. 
_ Y ahora tengo 14 gatos. 

_ Antes apenas se movía, ahora cada vez que llega alguien hace un escándalo...




La buena noticia de las diez y media de la noche es que por primera vez desde el jueves pasado la perrita comió algo. 

La mala noticia (para mí) es que lo que quiere en su convalecencia es la comida hiper cara de Roldana, ay, dios...




Aquí estamos. 
Yo controlo que el suero siga bajando y que la perrita no arrolle la mano.
Ella solo me mira y de vez en cuando me lame los dedos. 

Aquí estamos. Aún.




Actualización de estado.
Hace días que no escribo mucho, porque he estado pendiente de los perros. Hay buenas y malas noticias. 
Lo malo es que la perrita, la madre, está con algo viral, tal vez joven edad o parvovirosis, y la tenemos desde el sábado meta suero, vitaminas y antibióticos, pero no repunta gran cosa. Se pasa el día tirada en un rincón del patio sin moverse, apenas prueba el agua y no quiere comer nada. Me mira con esos grandes ojos y me parte el alma, pero no se queja. Es lo más manso que he visto. 
Los cachorros han sido abandonados (ella no tiene recursos como para amamantarlos), por lo cual les he estado dando yo de comer (una papilla hecha de leche y comida para cachorros molida, porque no tienen dientes aún, andan por los 21 días). El problema es que yo paso la mayor parte del día fuera de casa, y entre atender a la perra y a Roldana no puedo ocuparme de ellos. La buena noticia es que hoy se los entregué a sus nuevas familias, que los recibieron con amor y cuidados infinitos. Ya sé que algunos de mis amigos fantaseaban con que yo me iba a quedar con todos ellos pero no, ya ven, no puedo. Ambos parecen muy capaces de desenvolverse en sus hogares humanos, de manera que a partir de ahora me concentro en la enfermita, y veremos qué pasa.
Estoy agotada. Enseñarle a comer a los cachorros, andar de acá para allá con la madre, cuidar un poco a la pobre Roldana para que no se sienta desplazada, y encima en los días de comienzo de clases me han dejado liquidada. Necesito un mes de vacaciones, o dormir una noche entera, al menos. 

Gracias por los buenos deseos, consejos y afecto que me (nos) han brindado en este capítulo del fin del verano. Gracias, en serio. Y crucemos los dedos.




_ Vo' ñeri, estos mosquitos son rottweilers... ¡te llegan hasta el hueso!

Los pibes de mi barrio capaz que no tienen claros conceptos como el vocativo, la metáfora y la hipérbole, pero que los saben usar, saben. Y además tienen razón. Malditos mosquitos superpoderosos.




_Colaboren un poquito más, por favor... A ver si pueden pasar por el lado del chofer... Gracias... Pasando, por favor. .
El año 103 arranca con una guarda muy amable y un ómnibus repleto que avanza a paso de caracol. 

En 2017 no habrá crónicas de la CITA, pero del STM es seguro que siempre al decir de Schellemberg, "tenemos que hablaaaar!"




Mañana de perros: parte médico
La criatura mayor (es decir, la perrita aún innominada) ha estado enferma desde el jueves, vomitando y muy decaída. Ayer de noche la saqué un rato a que fuera a saludar a su amigo el sereno y no volvió; esta mañana la encontré en el jardín de una vecina, justo la menos apropiada para esta clase de invasiones, aunque por suerte ni se enteró de su huésped nocturno. 
Ahora acaba de irse la veterinaria, que le dio tres inyecciones y me dijo que suspenda la ración que le había dado antes y que le dé arroz con carne, a ver si se recupera. 
Esto ha renovado las visitas a mi casa y me complica hasta salir, porque todos quieren ver cómo está y cómo andan los cachorros. Ya van tres diferentes vecinos (un veterano, una señora, un niño) que la visitan. El viejo Gómez cuando vio que la veterinaria se iba intentó detenerla porque parece que su gato está también enfermo, pero ella no lo vio.
La nota positiva de la mañana: ¡los cachorros ya ladran! Como fuimos a verlos con la veterinaria primero y con los vecinos después, mientras la perrita se quedaba un rato en el pasto del frente, nos pegaron unos ladriditos de lo más lindos. 

Mañana de sábado en la Guardería Arbolito.




_ ¿Y qué dieron en poesía el año pasado?- pregunté a los gurises del IAVA, que empezaron a nombrar: Delmira, Juana, Rubén Darío... 
_ Zitarrosa- dijo uno- Yo di Guitarra Negra. 
Y nos pusimos a hablar de don Alfredo y sus poemas, que para mi sorpresa los quinceañeros de cuarto conocían muy bien, aunque ni ellos ni yo nos acordábamos de que hoy era su aniversario. 

Inolvidable, Zitarrosa. No puedo ver su foto sin escuchar esa voz que te llegaba (que te llega) hasta el fondo del alma.




_ Pero decime, infeliz, ¿vos perdiste la cabeza? ¿No tenés códigos? ¿Cómo vas a picarme la pierna en pleno viaje de ómnibus y soñar con salir ileso? No, viejo. Fuiste. Y saludos a la abeja o similar que me clavó el aguijón en el meñique el otro día, en la marcha. Ella capaz que sobrevivió. Vos: lo siento. Ya sos historia. Desubicado




Leo por ahí que la NASA busca restaurar la atmósfera de Marte para que tenga un clima más cálido y sea un territorio habitable, y me parece estar viviendo en una novela de ciencia ficción. 
Después me cuentan que Melbourne coloca personajes femeninos en sus semáforos para sensibilizar sobre la igualdad entre sexos, y me doy cuenta de que seguimos en la era victoriana. 

¿Cuándo vamos a estar en el presente?




¿Se acuerdan que ayer contaba de una octogenaria con pinta de deportista? 
La acabo de ver de nuevo. Pelo corto (ondero), mochila Hi Tec, bastón, pantalón deportivo colorido y Crocs. azules 

Ella no me conoce, pero yo voy a fundar su Club de Fans.




Subo al ómnibus, veo una cara conocida del pasado y lo saludo.
_ Vos fuiste mi profesor en el IPA. Me acuerdo que era tu primer año ahí.
_¡No me digas! ¿Hace como 30 años?
_ Nooo... ¡Qué exagerado!
_ ¿No era en el 87?
_ Uh... Sí.

(Repite conmigo: el tiempo no existe... el tiempo no existe... lpm...)




Nobleza obliga.
Siendo las 12.47 del 2 de marzo de 2017, cuando estoy a pocos días de iniciar mi año lectivo número 28, debo reconocer que tengo los mejores horarios que me han hecho en un liceo en toda la vida. 
IAVA ♡
Toco madera. 

Y sonrío.




El señor nos ofrece medias en medio del calentamiento global versión 103 y a todos nos empieza a correr un hilito nuevo de transpiración por la cara. Vuelva mañana, buen hombre. Hoy imposible. Helados, no vende? Ah, no, comprendo... Mañana podremos volver a pensar en medias, dicen, y nosotros lo creemos. Por hoy imposible. Disculpe, eh? Y suerte. Para todos, suerte. Crucemos los dedos...




Parada de mi cooperativa, recién. 
4 personas además de mí: un padre joven, su hijo de dos años, una mujer de mi edad y una señora octogenaria. Durante los tres minutos que demoró en venir mi 103 el niño se mantuvo silencioso,:dando vuelta a uno de los pilares de la parada. El padre lo miraba sonriente mientras la señora de mi edad lo acribillaba a interrogantes previsibles y terminaba preguntándole dos veces:
_ ¿Qué pasa que no me contestás? ¿Te comieron la lengua los ratones? 
A todo esto la octogenaria esperaba el ómnibus concentrada en su mundo: bastón en mano, championes en los pies y mochila deportiva a la espalda. 
Las dos mujeres me parecieron de pronto actrices que hubieran cambiado de roles tradicionales pero olvidaron caracterizarse y seguían con la apariencia original. 

Eso, o el calor me está haciendo alucinar.





El vendedor de condimentos de REMAR que sube con un compañero al 316 hace quince minutos que cuenta historias tristes de su vida. Oscila entre querer dar lástima (mi madre me abandonó, mi padre se fue a España), mostrarse como un héroe (yo vi un niño en la calle y fui al supermercado a comprarle comida y le pregunté cómo se llamaba y por qué estaba ahí), dar un mensaje moral (la gente que está en la calle también tiene corazón, como ustedes...yo les pido que levante la mano el que nunca tomó una decisión equivocada...) y meter un poco de religión (hace poco volví a encontrar a mi madre, la llevé a la Iglesia.. ). 
Y yo no le creo nada. Solo veo un pibe ganándose unos pesos con un speech de libro. ¿Será porque a esta historia ya la he escuchado veinte veces en boca de diferentes emisores, o me estaré volviendo indiferente? No sé. 
Marzo arranca con calor y dudas. Mas calor que dudas. Oom.

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