Historias de abajo
1. Los misteriosos de Europa
Ayer me topé con una palabra nueva: erdstalls, lo que me llevó a revolver una de las obsesiones de mi (claustrofóbica) vida. Los erdstalls son unos 2000 túneles ubicados en varios países europeos, de los que no se sabe quiénes ni para qué los construyeron. No hay riesgo de que vaya a recorrerlos: los pasajes no miden más de un metro y medio de alto por 60 cm de diámetro (en el mejor de los casos). Tienen solo un punto de entrada y salida —generalmente disimulados en las paredes de iglesias, bosques o cementerios—. Casi no corre el aire.
Se especula que fueron construidos en la Edad Media, aunque hay quienes los hacen remontarse a 12.000 años. La datación es compleja porque no hay en ellos objetos, inscripciones ni restos orgánicos: están del todo vacíos. Algunos hablaron de almacenamiento, pero pasajes tan angostos y encima (algunos) bajo de la línea de flotación –por lo que a veces se llenan de agua- tiran abajo estas teorías. Otros especularon con un escondite ante posibles invasiones, pero en ese caso es más probable que se murieran todos sin aire que sobrevivir ante el intruso.
Por el lado espiritual, en Austria la tradición habla de duendes, en otros lados se mencionan lugares de renacimiento ceremonial o de encierro de los enfermos mientras intentaban deshacerse de sus dolencias.
La mayoría de los erdstall están cerrados al público, pero en Austria se puede visitar algunos, si uno está seguro de que no tiene ni medio por ciento de claustrofobia.
2. La cueva del milodón
Esto pasó en el sur de Brasil: un agricultor iba en su tractorcito por un campo de maíz cuando una rueda se hundió y terminó hallando un túnel de casi 2 metros de diámetro y 15 de largo que pasaba por debajo de su casa.
¿Habría un tesoro, indicios de una civilización perdida? No: las marcas de garras en las paredes indicaban que su anterior ocupante no había sido humano sino un milodón, antecesor del perezoso y parte de la megafauna que se extinguió en el continente hace al menos 10.000 años. Cuevas similares se han hallado en otros sitios, por ejemplo cerca de Miramar (Argentina).
3. Misterio en el IAVA
Un túnel se abre ante los ojos tras la puerta cerrada de un aparente salón, una cavidad de ladrillos en forma abovedada termina en otra, perpendicular, que no lleva a ningún sitio. ¿Será consecuencia de la construcción al revés del edificio ignorando el proyecto original del arquitecto -que quizás incluía una conexión material con la Universidad? ¿Habrá llevado a algún otro lado y ahora está cegado? ¿Para qué se construye un túnel por debajo de un liceo? Nadie sabe nada a ciencia cierta.
4. Paraíso de claustrofóbicos
En 1963 un señor turco se puso a arreglar su casa y tiró una pared, pero de repente apareció una habitación que llevaba a otra, y a otra… Había encontrado por casualidad la ciudad subterránea de Derinkuyu, perdida desde hacía siglos.
La compleja red que se extiende por 18 niveles bajo tierra incluía entradas discretas, pozos de ventilación y conductos de conexión entre habitaciones y corredores que daban a espacios multifuncionales. Tenía acceso a agua corriente, había cuartos individuales, tiendas, salas comunes, tumbas, arsenales, escuelas, sitios para el ganado y vías de evacuación. Un bunker gigantesco para protegerse de la guerra o los desastres naturales.
La entrada a la ciudad podía bloquearse en tres puntos estratégicos, desplazando puertas circulares de piedra, y además hay sitios por los que solo se entra de a uno y encorvado, por lo que cualquier invasor podría ser fácilmente aniquilado. Además, Derinkuyu tiene un túnel de casi 8 kilómetros de largo que la conecta con otra ciudad subterránea. Se calcula que aún quedan muchas por descubrir en Capadocia.
5. El vecino
Una vez vi en TV Ciudad la entrevista a un hombre de Piedras Blancas que estaba haciendo un pozo en el patio de su casa y de repente la pala se le hundió en un hueco y descubrió que bajo su propiedad había una habitación enorme, quizás una bodega de la época de la colonia. Montevideo no llegaba en ese tiempo hasta tan lejos (ni mucho menos), pero sí había estancias. “¿Y encontró algo ahí dentro?”, le preguntó el periodista y el hombre contó que sí, que había un montón de sables y otras porquerías, que él había tirado todo en el contenedor y ahora estaba muy contento con su taller subterráneo, que no tuvo necesidad de edificar.
6. Miscelánea
En mi barrio se cuenta que bajo la Casa del Águila de la calle Celiar sale un túnel subterráneo que eventualmente le serviría al General Pollo como vía escape ante un problema.
Mi tío Urbano, que trabajó en el Cabildo, dice haber visitado en el subsuelo una serie de calabozos ante los cuales se extendía un enorme túnel, que no se animó a recorrer.
Vivo en una ciudad que convirtió una cárcel en shopping, por debajo del cual aún debe estar el túnel de 40 metros por el que escaparon 111 presos en 1971. Cuando lo estaban haciendo se cruzaron con otro, que era parte de una vieja historia: el escape de diez anarquistas en 1931 en "la fuga de la carbonería".
Cuando atendí un local de comidas en la vieja Galería Entrevero me tocaba ir a lavar platos a un baño en el subsuelo. Más allá del espacio iluminado se extendía una planicie en sombras de la que no llegué a vislumbrar el final, ni sé el tamaño, ni si estaba vacía.
¿Cuánto misterio aguarda aún a ser descubierto bajo nuestros pies? ¿Qué caminos, espacios e historias terminaremos conociendo en el futuro? Y (sobre todo) ¿cuántas maravillas nos perderemos de ver los claustrofóbicos, solo porque ante un espacio cerrado o reducido empezamos a transpirar y el corazón se nos convierte en ñoqui, arrugadito e inmóvil?
Por suerte aún nos quedan misterios. El mundo sin ellos sería una enorme enciclopedia, y quién (que no sea Borges) querría leer de pe a pa una enciclopedia.
Ya saben: si algún día encuentran un túnel o una habitación bajo tierra que se deje recorrer de pie e iluminada, me avisan. Y si es un espacio retorcido, pequeño y sin aire, manden fotos. Quedamos así.
Situaciones de liceo
1. Los de Economía
Estábamos por empezar “La pradera" y les pregunté si alguno quería leer en voz alta. Dos chicas levantaron la mano pero no quisieron turnarse, sino que adoptaron las voces de distintos personajes y lo fueron leyendo en una especie de fusión de narrativa y dramaturgia que no sé si a Bradbury le habría gustado, pero a la postre funcionó a las maravillas.
_ ¡No te puedo creer! –dijo una de ellas al verme acercar terminada la lectura, y yo pensé que iba a decir algo del cuento, pero no:
_ ¡Tenemos la misma camisa!
Y era cierto. La de ella debía ser S, la mía G, pero estábamos casi igual. Perdón, Bradbury: otro día nos concentramos al 100%.
2. Los artísticos
“Profe, somos solo nosotras tres; el resto decidió no venir” fue la recepción que tuvimos la practicante y yo al entrar hoy al grupo de tercera hora. Las demás clases estaban completas, pero esta, en particular, parecía haberse aferrado a la vana ilusión de faltar sin consecuencias, aduciendo que no sabían que el paro del transporte se levantó ayer de tarde. Vana ilusión, repito: yo ya les había mandado un mensaje y contestaron de noche, así que cero chance de creer en su inocencia.
La practicante y yo nos miramos: más allá de que iba a ser muy complicado dar un tema para la décima parte de la clase, ella tiene su visita didáctica en unos días y el vacío de hoy nos cambiaba los planes de manera radical. Estuvimos unos minutos deliberando, tomamos decisiones y les planteamos que íbamos a ir a la biblioteca del liceo a buscar materiales sobre Dante y su Infierno.
Una vez allí estuvimos haciendo un relevamiento, apartamos un librillo para trabajar más tarde y después miramos la parte de lectura recreativa. A las tres se les iban los ojos ante cada libro espectacular que no sabían que tenían al alcance de sus manos. Hablamos con los bibliotecarios, les dieron formularios, las chicas se asociaron y salieron cada una con un libro en las manos, rumbo al recreo que divide las dos horas. Dos de ellas empezaron a leer ya cuando iban en el camino, convirtiendo a la tercera en una especie de lazarillo que las guiaba manejando como riendas las correas de sus mochilas.
A cuarta hora hicimos con las mismas tres chicas otra incursión, esta vez a la biblioteca del piso de arriba, la que es de Secundaria. Conversamos con una funcionaria muy amable, recorrimos la sala de lectura, contemplamos y comentamos una exposición de collages y les conté lo que sé de las mesas largas y sus números de dos cifras, de los libros antiguos y sus peligros, de los 95.000 volúmenes de la biblioteca y de cómo se usaban los ficheros. Después ellas se quedaron resumiendo información para la clase que viene, hasta que tocó el timbre y volvimos al salón.
3. Los Ingenieros (1)
Otra vez La pradera. ¿Alguien quiere leer? Sí, claro: pese a que nunca le había pedido esto a un alumno hoy le dije a Lautaro si se animaba a hacerlo desde el lugar de un docente. Él pasó al frente sin el menor problema y leyó todo el cuento mucho mejor de lo que puedo leer yo. Eran ocho carillas, pero no perdió jamás el dominio de los tonos y el ritmo adecuado de lectura, al punto que le dije si no podía acompañarme a leerlo en otros grupos, cosa que aceptó (pero era en broma, porque no puedo agarrar a un alumno de practicante). Lautaro es increíble, y ya aprendí que es muy difícil ganarle una discusión (como cuando me dijo que la RAE acepta “imprimido” y terminé comprobando que era cierto). Se lleva muy bien con todo el grupo (que son espectaculares) y los dejó tan atrapados que cuando tocó el primer timbre varios dijeron de seguir con la lectura y no salir al recreo (aunque solo tienen tres en la mañana).
4. Los Ingenieros (2)
Las dos ultimas horas me llevaron al subsuelo, donde me encontré con varios subgrupos que discutían acaloradamente, al punto que demoraron en notar mi presencia en el salón de clase. Pensé que había habido un problema o que estaban decidiendo algo relativo a su graduación, pero no: estaban discutiendo sobre el bien y el mal, los imperativos éticos y los dilemas morales. Me costó un poco sacarlos de Filosofía, pero al rato nos encaminamos a mi materia. 25 de los 30 habían buscado información sobre Bradbury, algunos ya lo habían leído antes y otros plantearon aspectos de la narrativa del siglo XX en relación a Orwell, Herbert y Tolkien.
Los dos sextos de Ingeniería, además, hicieron un trabajo de Matemática en transposición de lenguajes, filmando cortos de lo más creativos, donde explicaban teoremas y fórmulas con la actuación de sus familias y funcionarios del liceo, además de la suya propia.
¿Entienden por qué amo a este liceo? ¿Por qué no me quiero jubilar? ¿Por qué no hace falta hacer nada explícito por el Día del Libro? Ellos son la sal de la tierra (si me disculpan la metáfora bíblica). Son energía. Son luz.
Y así estamos.
¿Otra vez con lo del Director del IAVA?
Sí: otra vez. Ahora resulta que (pese a que la Oficina Jurídica propuso 10 días) nuestro ex Director es castigado con una sanción de 150 días por no desalojar a los estudiantes del salón gremial con la excusa de una rampa que no se hizo (ni se pensó hacer). Se sanciona a un docente que apostó al diálogo entre los integrantes de la comunidad educativa, a la vez que se nos da un mensaje a los demás: obedecé y no pienses. Rapidito y sin chistar.
No se puede creer tanta tozudez.
Son como esos perros que cuando muerden no largan. Saben que esto es desproporcionado, sus asesores jurídicos se lo indican, pero igual van a por más.
Me niego a vivir con miedo.
Me niego a enseñar a vivir con miedo.
Me niego a la sumisión.
Me niego a la injusticia.
Alguien tiene que reaccionar, reconsiderar y revocar esta decisión.
Mañana a las doce convocamos a una conferencia de prensa en las escaleras de la calle Rodó. Seguimos atentos a la marcha de los hechos, e invitamos a todos a no dejar que esto se pierda en el fárrago de noticias de cada día (y también a tener memoria, cosa que nunca -pero nunca- viene mal).
De ahí pasé a rumiar otro engaño, que quedó al descubierto hace unos meses: toda la vida creyendo que éramos un gran reservorio de agua dulce, que el acuífero Guaraní, que las napas subterráneas y la marencoche, y con solo un tiempo prolongado de sequía terminamos tomando el agua salada (y no muy limpia) del Río de la Plata.
En todo eso iba pensando esta mañana mientras el 103 atravesaba Camino Maldonado, 8 de Octubre y 18, en tanto sazonaba la certeza del engaño con la angustia del avance de la IA, el futuro incierto del arte y sus consecuencias sobre la política, el trabajo, la docencia y las comunicaciones interpersonales. Pequeñeces de viernes, en suma.
En eso llegué al liceo y fui recibida por el alboroto de los pájaros en el patio de los árboles grandes, antes de tener clases con cuatro de mis siete grupos y pasar la mañana discutiendo sobre el valor y la definición del arte, las relaciones de la literatura con el cine, los comics y los grafitis, los alcances de la censura sobre la palabra escrita, los posibles avances de la tecnología en el futuro cercano y la validez de un texto literario made in humano frente a uno hecho por la IA. Volví a mi casa con la cabeza estallada de conceptos, pensando que capaz que no tengo de verdad idea del mundo en el que estoy parada pero qué bueno es sacarle el jugo a la profesión que elegí sin saber que a la larga iba a ser tan pero tan valiosa (para mí sin dudas, para ellos capaz, ojalá, en una de esas).
Y en esto estamos.
La foto del gato va de yapa: acaba de comer como un chanchito y pretende que mi brazo sea su manta térmica (cosa que no estoy en condiciones de discutirle).
Sexto Artístico. Biografía de Baudelaire.
Yo: _ ¿Alguien sabe qué hicieron la madre y el padrastro para evitar que pudiera entrar en posesión de la herencia de su padre?
Estudiante 1: _ ¿Le mintieron, le dijeron que no quedaba nada?
Estudiante 2: _ ¿Mandaron a alguien para que se la robara?
Estudiante 3: _ ¿Lo hicieron pasar por loco?
Yo: _ Exacto. Lo declararon incapaz de manejar sus bienes.
Estudiante 4: _ ¡Como a Britney!
Yo: _ Tenés razón: le hicieron lo mismo que a Britney.
Estudiante 5: #FreeCharles.
Y es por eso que (por ahora) no tengo intenciones de jubilarme.
La chica tiene 18 años y esto que saltó hoy ocurrió hace varias semanas. Una noche salió del boliche sintiéndose rara. No había tomado mucho alcohol, podía caminar bien, pero no controlaba lo que hacía. Subió a un taxi y sin razonar dio la dirección de la casa anterior, donde vivió hasta hace un mes. El taxista, de 27 años, la hizo sentarse adelante con pretexto de verla mal, pero una vez ahí se desabrochó el pantalón y la obligó a practicarle sexo oral hasta que llegaron a destino, la apartó, se limpió y le cobró el viaje. Ella no recuerda absolutamente nada. Solo que estaba sin un peso y fue a pedir dinero para pagar a la ex casa, donde los actuales dueños la reconocieron, olieron algo raro y exigieron al hombre un recibo, alegando que era para que el padre de ella abonara lo gastado. Todo lo que se sabe de la llegada a la casa es porque quedó registrado en una cámara de seguridad, porque la gurisa (repito) no recuerda absolutamente nada.
Hasta aquí los hechos. Hubo denuncias, hubo exámenes médicos, el hombre está perfectamente identificado, pero no le ha pasado nada, y sigue trabajando como si tal cosa.
Copio: "Desde la Gremial Única del Taxi especificaron a Montevideo Portal que no hay ningún protocolo establecido acerca de cómo proceder ante este tipo de denuncias, por lo que el trabajador puede seguir desempeñando la tarea hasta que la Justicia decida su imputación. Además, los taxistas no se someten a ningún tipo de pericia ni se les solicita el certificado de buena conducta emitido por el Ministerio del Interior antes de ingresar a trabajar."
¿Conclusión?
Estamos regaladas.
Seguimos estando regaladas.
Y después viene alguien a quejarse si levantamos la voz, porque claro: las mujeres buenas solo callan, aceptan y olvidan.
#harta
Saludos desde mi cafecito post feria y pre supermercado. El pulgar vendado es porque en una tienda pensé comprar unos recipientes para postre y se me clavó una astilla de vidrio, por lo que el dedo empezó a sangrar como si hubiera sido la gran cosa (y no una miniatura de un milímetro que me costó descubrir entre lo rojo). Las chicas de la tienda fueron muy amables, me dieron elementos para desinfectar y una curita amarilla, pero no puedo evitar sentirme una señora torpe de domingo, aunque la culpa no fue mía sino del fabricante desprolijo que hizo los platitos empleando personal esclavo.*
Y aquí estamos, escribiendo con el índice, cual señora torpe (y lenta) de domingo.
Menos mal que ya hice los promedios. 🤭
*afirmación que no puedo sustentar en base alguna, pero igual. Poco cuidadoso. Mala gente. No le compré los platitos.
Lo bueno es que mi vieja no se lo toma a la tremenda.
Lo malo es que mi padre dio en escaparse seguido.
Lo ni fu ni fa soy yo, que me lo tomo medianamente a la tremenda pero no logro escapar de este círculo vicioso.
_ Se fue otra vez.
Y al rato, mientras yo recorro el barrio a todo lo que da, forzando la vista en cada bocacalle por si veo a un viejito cansado recostado en algún muro:
_ Lo encontraron. Volvé.
El año pasado fue una vez. Ahora una vez por semana.
Ooooom...
Ps: No, mi vieja no quiere internarlo. Sí, ya pusimos rejas, pero él si las ve cerradas las agarra a patadas. No, no lo vamos a tener dopado. Sí, estamos todo lo alertas que podemos. Y así.
Saludos desde una mañana que arrancó con los maullidos del gato a las seis de la mañana, como siempre.
Saludos desde un día que al parecer es feriado para las hormiguitas que suelen comerse lo que dejan mis gatos en el marco de la ventana, porque no vinieron.
Saludos desde los cinco escritos que me quedan aún por corregir.
Saludos desde los planes de hacer mil cosas en mi casa, planes que se irán diluyendo suavemente una vez pasado el almuerzo y su café correspondiente.
Saludos desde la incomprensión de los actos de trabajadores del primero de mayo, cuando la mayoría no tenemos auto ni sindicato que nos acerque.
Saludos desde el gris y el viento, desde el otoño que se instala y desde la duda de cuántos primeros de mayo me quedan por vivir como feriados.
¡Salud!