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jueves, 12 de septiembre de 2013

1978





Yo le pedí, le rogué, la miré con los ojos más grandes que pude pero no me hizo caso.
_ Señorita, no quiero sentarme más con Jorge. Me muerde la goma, tira puntas de lápiz en mis cuadernos, me hace “arre caballito” en las trenzas. ¿Por qué no me pone con Loreley? ¡Por favor, señorita!
Pero Jorge siguió ocupando el banco de al lado hasta el 6 de diciembre: molesto, pesado, insoportable.
Lo vi años después: él estaba con un muchacho rompiendo a patadas el muro del costado de la Iglesia, y le dije de todo. Nos amigamos cuando ya se había hecho albañil y empezó a comprarme ropa deportiva en la feria para su hijo, pero al crecer el niño dejé de verlo. Hace poco encontré a la maestra de cuarto y supe por ella que Jorge, entre otros, había tenido a su padre preso por aquellos años.
Pobre Jorge.
Tener que compartir el banco hasta el 6 de diciembre con una nena molesta, pesada, insoportable, incapaz de ver más allá de una goma, un cuaderno y un par de trenzas.


1 comentario:

  1. Un micro que quema, Mariela; deja un ardor que perdura tras la lectura.

    Me gusta, mucho, el título. Cierto es que enfoca la optica sólo para quienes pueden suponer y conocer el escenario, pero es excelente.

    Un abrazo,

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