El verano comienza con el primer cascarudo que patalea de espaldas en la vereda y termina con ofertas de cuadernos y lapiceras. En el medio, luz, arena, bronceador, pies descalzos y mosquitos descontrolados. Un tiempo tan fugaz y cambiante como los amores que engendra, me digo, mientras miro de reojo el almanaque y comienzo a armar mi coraza.
Confiá en mí, corazón.
Este verano prometo defenderte.