Vistas de página en total

sábado, 13 de agosto de 2016

Letra chica





Tarde de domingo

_ “En trámite de habilitación”.
_ ¿No está habilitado?
_ En trámite. Eso dice el cartel ahí abajo, con letra chiquita.
Padre e hija cruzamos el amplio y descuidado jardín de la entrada y tocamos el timbre junto a una reja cerrada con fuerte candado. Pasaron dos de minutos. Una mujer asomó por la puerta del costado.
_ ¿Sí?
_ Venimos a ver a una interna.
_ Adelante.
Ingresamos a la residencial de ancianos por la habitación delantera, que suponíamos sería el living, pero resultó ser dormitorio. Cuatro viejitos acostados en camas que ocupaban casi todo el espacio elevaron hasta nosotros sus miradas vidriosas y ausentes, pero no nos detuvimos. Musitamos un saludo general con cierta culpa de intruso involuntario y seguimos a la mujer, que avanzaba en silencio. Al final de la casa (que supo ser en su tiempo orgullosa mansión y ahora es a la vez residencial en el frente e iglesia carismática en el fondo) encontramos la sala de estar, presidida por una enorme mesa y un televisor plasma colgando de una de las paredes. Cuatro ancianos en diversos grados de decadencia se encontraban sentados ante la mesa, otros dos en sendas sillas contra la pared opuesta, al costado, y tres en un enorme sillón, el más cercano al televisor y la película épica que nadie miraba. Dos más, dos mujeres, ocupaban un par de sillas que oficiaban de prolongación visual del sillón, contra la pared que lindaba con la cocina.
Los miré uno por uno. No encontré una expresión levemente lúcida. Ni una. Los más estaban con la mirada perdida, uno repetía sin cesar una frase ininteligible y mi tía canturreaba bajito una tonada sin palabras. La miré. En dos años que hace que no la veía pareció haber envejecido veinte, y debió haberse caído, a juzgar por una herida vendada en el costado de la cabeza, justo en el mismo lugar donde mi abuela se lastimó, trabajando en su jardín, un fin de año de hace tanto tiempo, el día antes de morir.
Mientras mi padre se le acercó, le tomó la mano y le habló un rato largo, yo decidí que había llegado a mi límite y me retiré a un costado tratando de ser invisible. Pero no lo logré. Primero fue la mujer de la casa, una de las dos empleadas que andaban de acá para allá trajinando con sábanas y cacharros de cocina:
_ ¿Es el hermano?
_ Sí.
_ Me pareció. Es igualito.
Sí, y no sabés cuánto, pensé, mientras trataba de no enumerar en mi cabeza las señales de que mi viejo se iba de a poquito y no tan lentamente enderezando hacia el camino que varios de sus hermanos ya habían recorrido. En ese momento una de las viejas pareció salir de su letargo y de pronto me dirigió la palabra.
_ ¿Ese niño es suyo?
Supuse que se referiría a un chiquilín que estaba jugando en el jardín, y que debía ser hijo de las cuidadoras.
_ No. No es.
_ Ah, ¿no es hijo suyo?
_ No.
_ Dios se lo conserve. La felicito, es precioso.
Y se embarcó en una compleja historia de familias, delitos y enfermedades, de la que pude sacar muy poco en limpio. Mientras me la contaba de vez en cuando miraba a la viejita que tenía al lado y me hacía gestos de que estaba loca y la tenía cansada, mientras la aludida permanecía viendo el vacío sin expresión alguna. Comencé a preguntarme si estarían todos medicados. Yo he visto miles de viejitos al aire libre. Enojones, frustrados, malhumorados o alegres y dicharacheros, pero era raro que justo diez o doce locos se hubieran dado cita en esa habitación, como esperando la muerte o el remedio. Lo que llegara primero.
_ Ahora no te me vayas a caer vos- Fue lo primero que le dije a mi padre cuando volvimos a respirar el aire puro de la tarde bajo el sol de agosto, camino a casa.
_ No. Yo soy más fuerte de lo que parece.
_ Yo la verdad es que antes de llegar a esto preferiría juntarme un montón de pastillas e irme de una vez- No pude evitar pensar en voz alta.
_ Sí, pero lo malo es que para cuando quieras ya no va a poder.-sentenció mi viejo, que a veces me asombra con su lucidez.
A veces.
A veces.
Seguimos caminando, charlando de temas inofensivos, mientras una parte de mi cerebro se obstinaba en recordarme el momento en que vimos a la tía sentada en el sillón y mi padre trató de hablar con ella.

_ Hola, ¿sabés quién soy? Soy tu hermano. Y ella – dijo, señalándome- es Inés.

martes, 2 de agosto de 2016

Agosto 2016



Ir oyendo la música a todo volumen del 103, pensar de repente "Esa canción...a mí me encantaba esa canción!!" y de pronto darte cuenta de que estás cantando mentalmente el Voulez Vous de ABBA... 
Digno cierre del mes de la nostalgia contra el que siempre me manifiesto (de la boca para afuera, parece). 
Una es ochentosa, mal que le pese.

Vulevuuu... ahá!!!





Pancarta sobre 8 de Octubre:
"Felices 15, Jure! Te amamos. Mamá, papá, Nahu, Fer, Isa, Abuelos y primos". 
Me pregunto si la primera reacción de la chica al verla habra sido "aaaaw!!" o "Nooo!!", y no tengo dudas de cuál habría sido la mía. Lo que no logro discernir es si será una cuestión generacional o si siempre habré sido una cortamambo. 
No sé. 

Por suerte cuando yo cumplí 15 estas cosas no se estilaban. Fiuuu...





Autobombo. Capítulo 587
Salía del IAVA hoy a la una cuando las vi. Eran dos chicas de aquel quinto Humanístico que dejé a dos semanas de empezar, porque me coincidía con Florida. Ambas estaban muy serias.
_ Profe, queremos hablar contigo.
_ Hola. 
_ ¿Podemos hacerte una pregunta?
Uy. 
Se viene cobrada tardía de boleta por abandónica, pensé. O capaz que solo precisan materiales. O están haciendo una encuesta para estudios Sociales.
Pero no.
_ El año que viene... ¿vas a tomar sexto?
_ Si puedo, sí.
_ Ah, pero ¿vas a tomar Derecho?
_ Eeeh... no sé. 
_Claro, ¡lo que pasa es que vos amás a los Artísticos! 
Ups. 
Esto de tener alumnos en facebook hace que todo se sepa, y se ve que mi faceta pro-artístico se está haciendo demasiado evidente. Voy a tomar Derecho en 2017, si es que queda alguno cuando elija. El problema es que los de cuarto hoy me dijeron que tengo que estar en quinto, por lo menos en Artístico y Biológico, según algunos. Sin contar con el tema de que nada está claro antes de haber elegido las horas, aún en el séptimo (y venerable) grado. 
Conclusiones:
1) El IAVA es mi lugar en el CES.
2) Los de Humanístico (al menos dos) no me odian por haberlos dejado.
3) Tengo el mejor trabajo del mundo. 

Que nunca falte.





Una horda de señoras veteranas y madres con bebés irrumpe de pronto en mi bus semi vacío.
_Nos permite subir? 
_??
_Somos del 115 que va ahí adelante, que se rompió. 
_¿Se rompió? ¿Y el chofer dónde está? 
_No sé. Nos echó.
_¿Los echó?
El chofer de mi 100 asomó la cabeza por la ventanilla. 
_¡Eso no se hace, caballero!- empezó a gritarle a alguien a quien no pude ver. Hubo un sermón de varios minutos que no obtuvo respuesta, y al final arrancamos. El 100 va chatito de tanto peso extra, mientras yo escribo para no darle el asiento a ningu... 
Eeeh... No, nada. 
Las viejas y las madres ya van sentadas. Tiempo de distenderse y disfrutar de la marabishosssa música de bus. 
Hasta que suena un grito:
_¡Pedí parada hace media cuadra! ¡Guarda! ¿Dónde va a parar?
_Vas a parar cuando llegue tu parada; este no en un 115, es un 100!!! Tomate algo para los nervios, mujer! Yo ya estoy tomando, pero solo una pastilla por día, o hace mal, ta?
Y sigue el viaje, con el guarda bailoteando en el asiento con los ojos cerrados y haciendo palmas al compás de la música.
"Que suba la temperatuuraaa!!"
Me pregunto si estaré en buenas manos. 
Y la cosa sigue a todo reggetón, ay, diosss...

Ampliaremos.





¿Qué se puede hacer en un lluvioso mediodía de sábado?
Sí, eso. Corregir escritos.
Lorca murió por fusilación.
El autor es Gabriel García Lorca.
Fue madre de una maestra, eso lo incentivó en la escritura.
"Obras de sangre"
Martirio: es mujer.

Martirio tiene una avanzada edad. (24 años)


¿Qué se puede hacer en una tarde lluviosa de sábado? 
Sí, eso. Seguir corrigiendo escritos, ay, diosss... (menos mal que acabo de liquidarlos)
"Drama de mujeres" adelanta que es un drama (quilombo).
Se hace referencia a Poncio Pilates.
La Criada es también una sirvienta.
Lo que hace después es por digmencidad.
Martirio viene de Martirio, como que algo malo tiene. María Josefa es un nombre católico. Angustias es como angustiante.
Angustias significa "vejez".

Aguante La Poncia.





Bueno, esto es así:
Con el primer grupo (12 alumnos) hicimos un taller literario.
Con el segundo (2 alumnas), un escrito fuera de fecha. 
Ahora me dicen que en Florida no va a haber nadie.
¿Y yo, por qué no me fui de paseo? 
Uh. Es cierto que falté por el viaje a Italia. 

No digo nada.




Primero fue el asuntito ese de las fechas. 
Acababa de colgar en twitter la foto de un curso sobre mariposas con la leyenda "invitación para hoy", cuando de pronto vi que la fecha que ostentaba era la del lunes 29 de agosto. ¿Cómo que lunes 29? Miré la computadora: hoy es 26, pobre gente, la del museo, se equivocaron de fecha en el afiche, ¿tendría que avisarles? 
Al rato vi algo del liceo 71 previsto para el martes 30. Otra vez! ¿Qué le pasa a la gente hoy con las fechas? ¿Les cayó mal el fin de semana? 
Ahí me di cuenta de que hoy no era lunes sino viernes, y que el hecho de llevar dos días sin ir a Florida y la corrección de escritos al sol y la caminata de ayer por la rambla me había posicionado unos días por adelantado. 
Hoy es viernes. Repite conmigo: vier-nes. Viernes.
Y me apuré a arreglarme, que ya eran las siete y media y mi clase con el quinto Artístico 1 es a las ocho y veinte. 
Ahí fue el asuntito ese de la hora. 
Estaba ya con la mano en el picaporte de la puerta cuando me vino una especie de intuición, un manotazo de último momento de algunas neuronas que aún viven y luchan, y me di cuenta de que los lunes entro ocho y veinte, pero los viernes la cosa es a las nueve. 
Viene brava la percepción temporal esta mañana, pienso, pero no me quejo. Acabo de ganar la media hora que necesitaba para corregir unos escritos que me quedaron rezagados, y tengo por delante todo un fin de semana. 
Viernes. 
Viernes.
Viernes.

Que nunca falte.





ARIES: Hoy no rendirá en absoluto en contactos, negocios, tratos con terceros, ni le será conveniente trajinar en la calle, movilidad o viajes cortos. Tómelo en cuenta.
¡A la flauta!, me dije al pasar por el horóscopo de El País. Los astros no me sonríen, pensé, hasta que miré el resto de los signos: "Sería conveniente hoy evitar cualquier riesgo que involucre sus finanzas, medir sus gastos, esperar imprevistos y no innovar en absoluto respecto a ellas" (Tauro), "Le conviene buscar algo de apoyo en su familia y sus afectos más cercanos, en un día que le resultará algo caótico y muchas veces se le irá de las manos." (Géminis), y así todos. TODOS.
Ahí entendí. El que tiene el mala suerte es el empleado, que está podrido de tener que inventar versitos alentadores día tras día, por si acaso alguna vez alguien los lee, pobre. Hace bien en desahogarse. No le pegó para nada (en lo que a Aries respecta), pero hace bien. Ojalá siga estudiando y un día deje esta boludez para dedicarse a algo que le guste y en lo que pueda brillar con luz propia.

En pleno siglo diecin... veint... veintiuno.




Eios son venezolanos, y tienen unos 20 años. Eia se sienta junto a la ventanilla y él a su lado, pero solo después de ofrecerle el asiento a todas y cada una de las personas a su alrededor. 
El guarda, un señor sesentón con aire de Chanquete, los toma por su cuenta y empieza a hablar con eios de Venezuela, su cultura, política y literatura. 
Sorpresas de 405 en anochecer de feriado.

Que nunca falten.





Sala de espera del SEMM, semivacía: solo un adolescente y yo esperando ser atendidos. Sobre una esquina, como siempre, un televisor prendido al que nadie miraba, hasta que llegaron ellas. Una señora que parecía provenir de lo más profundo de los tiempos, pese a venir ataviada con lindo bucito de lana color crema y championes Merriel haciendo juego, y su hija, bastante más descuidada, de unos cincuenta y pico medio mal llevados, diría yo. 
_ ¡Uh, está el informativo! ¡Me tienen TAN harta los informativos!- dijo la cincuentona, al tiempo que se acercaba al aparato para escuchar mejor lo que decía. 
Estaban pasando la noticia del terremoto en Italia.
_¿Y qué habrá sido: un tornado?- pregunta la viejita, que se ve que mucho de los detalles finos de la noticia no captaba, aunque sí entendió que era algo devastador. 
_ No, mamá, está diciendo que fue un terremoto. ¡Ay, mirá!- dijo de pronto, al comenzar los comerciales_ Ese perro es igual, igual al de la película. ¿Cómo era que se llamaba? 
_ ¿El de la película?
_ Sí, mamá, esa que vimos con el perro... ¿cómo era?
_ Rin-Tin-Tin.
_ Pero no. mamá... ¿Còmo va a ser Rin-Tin-Tin? Rex. Lo acabo de buscar. Era el perro Rex.- concluye la cincuentona, empuñando su celular cual preciado Larousse enciclopédico de bolsillo.
Y siguieron su diálogo, mientras yo me preguntaba si era mejor sacar a Rin-Tin-Tin del fondo de la memoria propia o a Rex de la memoria del celular, hasta que alguien dijo mi nombre y tuve que dejarlas. 
Me cayó bien la viejita. Flaca y petisa, elegante, etérea. 

Ojalá solo se fuera a controlar la presión. Pobre.





Ayer fue el día de demandarme y no obtener.
Primero, de mañana, me pidió comida un perrito negro que anda vagando por la cooperativa, pero iba apurada y no podía dar vuelta. Después una chica en la calle me quiso vender malva y carqueja. Un gatito me lloró desde lo alto de una anacagüita; ante mi carencia de escalera opté por dejarlo bajar solo, y a las horas ya no estaba. Cinco pesos para el boleto me mangueó una vieja maquillada y mejor vestida que yo en la Unión, y le dije que no tenía. Tania y Roldana estuvieron horas frente al platito pidiendo algo rico, les di atún, leche, sardinas, carne y whiskas sabor salmón, y siguieron con cara de "¿solo esto?". Como veinte lbros y quince escritos me pidieron que los leyera, y les dije que otro día, quizás. La tarde me demandó salir a caminar bajo el sol y contesté que hoy no pero en diez semanas en una de esas tal vez.
No sé si se nota, pero me estoy empezando a preocupar.

¿Cómo era aquello... carpe...qué?




" A ver si colaboran un poquito pasando hacia atrás que el fondo está vacío..."
La frase de todos los días, solo que esa vez la dice el chofer de la CITA. Upsss... 
Lo que faltaba: CITA - 103. 

Menos mal que solo faltan 10 semanas. Solo 10. 10.




"Es el único ómnibus que viene de Punta Rieles y va pal' centro. Por eso viene así, siempre."
¡Aaarranca la semana número 10 de mi cuenta regresiva! 
Saludos desde un 103 lleno de gente y cantopopu. 
Ojo que hay sol pero helado. 
Jueves feriado. Jueves feriado. Jueves feriado. 

Arrancandonga.




El abuelo les cuenta de una escuelita de fútbol a la que los va a llevar. Ellos son como cinco. La chica a mi lado les dice que se agarren fuerte, pero no les da su asiento, a la vez que comenta mirándolos: "la diferencia es que uno es más blanco y el otro salió más negro, pero ninguno salió a la tía". 
Los 4 varones y la nena charlan todo el tiempo con el viejo. 

Los niños saben.




Paso por los bancos de quinto Artístico repartiendo hojas y propuestas de escrito.
_ Mirá que hoy no te hice preguntas para responder con dibujos, ¿eh?
_ No, ya vi. 
Y al rato: 
_ Profe, mire que estoy haciendo las tres respuestas juntas. 
_ Bueno. Pero no te pierdas, y fijate que de alguna forma estén todas las respuestas. 
_ Sí.
Pensé que esta vez su escrito sería original, pero hasta ahí. Lo acabo de corregir. Ella hace seis carillas (SEIS) de respuestas integradas en un discurso interesante sobre el texto, y como yapa le agrega un monólogo interior de Dante en la selva.
Por esto me gustan los Artísticos.
En mi próxima vida voy a volver al IAVA y me meto de cabeza en Arte y Expresión. 

Que nunca falte.





Él venía borracho. Yo desde mi asiento no podía verlo, y comencé a escuchar la cosa cuando ya hacía rato que discutía para no pagar el boleto. La voz revelaba un estado lamentable. Escuché.
El chofer, un veinteañero amable y de buen humor, le explicaba que no tenía por qué llevar a alguien alcoholizado, y que además este era un 405, no un 100 como el choborra afirmaba. 
_Vas a tener que bajarte. Borracho y sin pagar boleto no te llevo. Te paré para que no pasaras frío, pero así no podés viajar.
El viejo se resistió, masculló incoherencias y al final fue bajado por el chofer ayudado por el guarda, otro chiquilín, también risueño y muy educado. 
Al final vi al vejete, que resultó no serlo tanto, sino un cuarentón de aspecto bastante prolijo.
Los dos muchachos del 405 reanudaron la marcha, algún pasajero les dijo algo gracioso, otros sonrieron, y aquí no ha pasado nada. 
Nunca vi desactivar tan magistralmente una posible escena violenta. 
Seguimos la marcha en buen clima y con excelente música.

Coche 67 de COETC. Chapeau.





"No seas taaan cruellll... No busques más pretexto-os!!"
Suena Cerati a todo volumen en el 100 que rueda contento bajo el sol de la mañana de viernes. Pasó apenas llegué a la parada, y el chofer saluda a cada persona que sube. 
¿Qué más se puede pedir?
_ Eeeeh... Un asiento. Un asiento no estaría nada mal. 
Qué le vamos a hacer: es la condición humana, siempre anhelando lo que no se posee. 
¡Un-a-siento!
¡Un-a-siento!
¡Un-a-siento!
Pero no. 
No hay asiento, se está nublando y para peor Cerati acaba de ser desplazado por Carlos Vives.
Todo mal, viernes, todo mal. 

Así no se puede. Así no.





Esta ciudad da para todo. 
Para llegar, por ejemplo, a Tres Cruces a las nueve y algo, ir saliendo distraída y encontrarse con un chiquilín de 14 o 15 años ejecutando una impecable Cumparsita en el piano disponible para todos bajo la claraboya central. 
O para ver, por ejemplo, a un viejito tan emocionado que tras el aplauso de la veintena de personas que nos quedamos a escuchar al chiquilín permaneció un minuto inmóvil, como hechizado. 
Esta ciudad da para todo. 

Incluso para salir de la terminal con los ojos húmedos y el alma contenta, al encuentro con la luna llena y el primer COPSA de la noche.




"Bien, damas y caballeros y demás seres humanos..."

Definitivamente, el tema de la diversidad está calando hondo en algunos vendedores de bus.





Comienzo el día con el espectáculo de dos teros corriendo a un halcón por el cielo de Camino Maldonado. 
Iba a poner "arriba los más débiles", pero no estoy muy segura de la correlación de fuerzas en este caso. Los teros se las traen.
Feliz miércoles desde un 316 a puro Rolling. 

Que nunca falte.





Hablando de la locura y la cordura, ¿de qué lado estaría una persona que conoce a alguien en una breve charla de diez minutos y un año después continúa enviándole mensaje tras mensaje sin obtener la más mínima respuesta? Ya me había pasado un par de veces antes, pero no a este extremo. 113 mensajes. Los acabo de contar. 
¿Debo empezar a asustarme? 
¿Debo escribir una novela? 
Esto no es como lo de Ángela Vicario y Bayardo San Román, aclaro por las dudas. No va a tener final feliz, ni que el señor fuera tan bello como Bayardo (que no lo es): si a algo le escapo y le he escapado siempre es a los perseguidores. 
Bicho raro, el ser humano. 
A veces me parece que cada vez lo entiendo menos.
Y me voy, que acaba de sonar el timbre. 

Hasta otra.





Esa difícil barrera entre ser uno mismo y pasarse para el otro lado... No se trata de una zona, es apenas una línea. Das un paso a la derecha o a la izquierda y de repente te fuiste de la cordura y sos el último en enterarse. 
No estoy hablando (hoy) de la locura en tanto drama, sino como comedia. 
Hablo de la chica que ayer iba caminando con una amiga, cargadas con paquetes ambas, y ella luciendo una hermosa cabeza articulada de cocodrilo de plástico verde sobre su propia cabeza, por ejemplo. Seguro que no le daban las manos, quedaba muy simpática y tal vez yo hubiera hecho lo mismo. 
O de los dos muchachos gigantes y con pinta de planchas que fueron durante el trayecto sentados en las escaleras de atrás del 7A escuchando A TODO volumen una música cristiana, hasta que me paré para bajar y me dieron paso.
O del señor de nombre raro que ahora me manda un mensaje a Liceos en Red planteando que nuestros jóvenes tendrían que tener su propia religión, una autóctona, nuestra, por aquello de que nada debemos esperar sino de nosotros mismos. 
O de la señora que se pasa publicando estados y fotos de sus gatas en facebook, qué sé yo. 
Capaz que la vida consiste en una serie de saltitos entre uno y otro lado, sin terminar nunca de definir a cuál mundo uno pertenece, o ni siquiera a cuál quisiera pertenecer. 
Y me voy para el IAVA.

Feliz martes.





Hace unos días les puse a mis Artísticos como tarea la escritura de un viaje por el Infierno a la manera de Dante, en el cual ellos elegirían sus guías, sus encuentros, los pecados y los castigos que encontrarían. Los resultados, como siempre, fueron movilizadores. Hubo trabajos que salieron del paso con el tema del humor (bienvenidos!!) y arrancaron el viaje con una señora que en el asiento de al lado del ómnibus les pedía ayuda con un celular, hubo quienes le dieron un sesgo político o de actualidad, hubo quien habló de la muerte de uno de sus amigos, en fin, fue duro pero liberador. 
Ayer leímos unos cuantos en uno de los grupos, sentados en ronda, en medio del más concentrado silencio. Un aplauso cerró cada trabajo, y merecido lo tenían. 
Yo me quedé con la idea de que hay un infierno del que no he podido hacer crónica alguna, porque duele mucho, y hoy terminé por sacarlo y hacerlo palabra, antes de que se haga herida, o que se me enquiste en el alma de manera irreversible. 
No es una lectura alegre, no hay chiste ni sonrisa ni reflexión constructiva, y puede llegar a doler. Por eso lo puse directamente en el blog, porque los golpes bajos sin aviso no son lo mío. 
Pero los infiernos existen, y a veces más cerca de lo que creemos. 

Ahí va, y probablemente lo más saludable sea hacer a la manera de Virgilio. Guarda e passa.





Venía cansada de viajes varios, a punto de terminar una eterna jornada de jueves, cuando escuché su voz:
_ Señoras y señores que viajan en este medio de transporte, tengan todos ustedes muy pero muy buenas noches. Como ven, ando con un bolso enorme, en el que hay... Bueno... Hay una caja de bizcochos, que me regalaron. Hay también ropa, ropa abrigada, porque después refresca y está brava la cosa. Y hay también mercadería. Hay galletitas dulces, hay rellenas y... Y hay galletitas rellenas. Una por 20, tres por 50. Espero que me hayan entendido. No porque ustedes no entendieran, sino porque yo estoy cansado y empiezo a hablar así: "uuuuununununuuuu", pero si no entendieron me preguntan y con gusto explico. Es que la bolsa está muy pesada y yo estoy cansado. ¡Una por 20, tres por 50!
Y vende varios paquetes. Es un treintañero rubiecito y un poco regordete, pero de buen ver. Antes de bajar se pone a charlar con el chofer:
_ La bolsa está pesadaza porque ayer compré mercadería. Los otros días salí con la guitarra a cantar en el ómnibus y saqué como 300 o 400 pesos. Buena plata. Para lo que yo canto está bien, porque yo no sé cantar. Hay algunos que ¡mamita querida! Son buenísimos. Pero yo no, nada que ver.
Se bajó con su bolsa llena de bizcochos, de mercadería, de abrigo por si a la madrugada hacía más frío todavía, y yo no le compré nada, porque había hecho mandados en la terminal y venía con una bolsa llena de vicios de la cual ya me empezaba a arrepentir. 
Un cantor honesto que es a veces vendedor confesional en el panorama del COPSA de la vuelta a mi casa. 
Ojalá le vaya bien. Esa bolsa tenía realmente pinta de ser pesadísima. Ojalá le vaya bien.
Cabe señalar que de la bolsa de vicios no me quedó ni el recuerdo.
Ojalá me vaya bien.






Salgo de casa apurada y siento que un poco me desubico al ir con un enorme paraguas negro de hombre en la mano bajo el sol y el cielo azul, pero no importa. Me lo prestaron el viernes bajo una lluvia torrencial y hay que devolverlo. 
Isis me sale al paso a mitad de camino y nos dedicamos un round de mimos, aunque no muy largo, porque la CITA no espera. 
Ya en ella compruebo que tengo al costado a una chica que saca cosas de una bolsita y las come ruidosamente y atrás a un péndex que por alguna razón apoya los pies en el respaldo del asiento. De MI asiento. Mío. No de él: mío. 
Lindo viaje me espera, pienso, hasta que paso por los cuernos de Batlle y veo un colorido cartel con fotos de un loro o una cotorra que se perdió y por el cual se ofrecen 500 dólares de recompensa. 500 dólares. 500. 
No pensar. No pensar. 
No pensar o termino tirando por la ventana las porquerías que mastica mi vecina, dándole un sopapo al apoya rodillas del asiento trasero y bajando de la CITA para ir a cazar recompensa con forma de bicho verde alado y parlante. 
500 dólares. 

Ya saben: Zona de Nuevocentro. Bicho verde. 500 dólares. No vale pintar gorriones. Suerte en pila.





Entré al IAVA hoy y quedé de cara frente a un pizarrón que prohibía la actividad gremial, el cine estudiantil, el periódico liceal, etc. En un segundo entendí que era una intervención de los gurises del gremio por el próximo 14 de agosto, pero igual, algo se me removió mal por adentro en ese breve lapso de tiempo, y no fui la única. Los profesores en la sala nos pasamos cada recreo charlando de nuestra época liceal en relación a la dictadura: cómo nos había afectado, las injusticias que vimos o sufrimos o nos contaron, anécdotas graciosas o terribles de esos años. El pasado reciente y no tanto, en suma. 
Que nunca falten los jóvenes que piensan y nos hacen pensar, aunque sea en base a lo que han estudiado y (por suerte) no vivido. 
Que nunca falten los jóvenes. 

Me voy con la voz de Candeau en la cabeza. ¡Viva la Libertad! ¡Viva la República! Viva la Democracia!





Pregunta. 
¿Hay alguna reglamentación de la IMM de la radiotelefonía nacional que establezca que todos los agostos los pasajeros de bus deberemos ser bombardeados con la peor música ochentosa, siempre las mismas canciones, noche y día, llueva o truene? 
Basta de Last train to London. 
Basta. 
Basta. 
Ya hay gente con nostalgia de este siglo. Un poco de Bowie, por favor. No más Village People, Bee Gees o Rod Stewart. Les acepto que pongan Los Estómagos en un sitial de nostalgia, pero paren con Boney M. 
Basta.
Basta. 
Basta.
Y todavía quedan dos semanas de pseudonostalgia...

Oooom.





Una va llegando al IAVA medio de arrastro, y se cruza en la escalera con una alumna de quinto que la saluda:
_ ¡Ay, profe: te extrañé!
Y una entra al liceo flotando por encima de las baldosas centenarias. 

Que nunca falten.






Mis viejos toman mate en la cocina. Hoy a mediodía se vuelven a la laguna, y charlamos un rato mientras me preparo para ir al IAVA. 
_ Una cosa que tengo que hacer - dice el Cele- es llamar a Jacinto. Que no me olvide.
Mi vieja y yo hacemos como que es lo más natural y sin levantar la vista ni dar señales de impaciencia le decimos que no se preocupe, que ya lo llamó ayer de tarde. 
_ Ah, es cierto. Me había olvidado. 
Yo no digo nada, pero me viene a la memoria su charla con otra hermana ayer, a la que le dijo que no había hablado con Jacinto media hora después de haberlo hecho.
MIentras tanto la Choli hace un cuento atrás de otro, no se olvida ni de un nombre ni de una charla ni de un detalle de nadie ni de nada. 
Cuál será mi futuro, me pregunto. Para dónde arrancarán mis genes a la hora de la verdad. Y no quiero pensarlo mucho, que es lunes y la semana requiere que no arranque con ese tipo de elucubraciones. 
Me voy al liceo. 

Feliz lunes.

Nota:  Bajo al living después de lavarme los dientes. "Volvió a decir que tiene que llamar a Jacinto cuando estabas en el piso de arriba", me cuenta mi vieja mientras el Cele ha ido a a tirar la basura. La situación no parece según ella tan grave en general, pero el estrés y las emociones del viaje lo descolocan. 
Creo que apenas llegue al IAVA voy a ir derecho a la máquina del café, a ver si entre los chocolates y los capucchinos hay alguna opción de bebida reconfortante para el alma. 
Una tacita de felicidad con azúcar no me vendría nada mal a esta hora de la mañana.





El salón comunal de la cooperativa está lleno de socios que añoran una mañana de domingo con mate y nietos. La Asamblea arrancó temprano hoy, a las 8, y la voz del presidente suena cansada a través del micrófono: 
_ Por favor, señores, por favor. Un poco de calma. Así no podemos dialogar...
Yo lo escucho desde la vereda y sigo mi camino: es una instancia para elegir autoridades y mi viejo tuvo que venir a votar, porque el socio es él y a mí no me dejan. 

Desde el piso de arriba del comunal me mueve la cola el perrito chiquito que siempre viene a saludarme cuando paso. Varios socios están parados en la puerta, aprovechando el sol matinal, mientras la hija del socio 793 sigue su camino y piensa que algunas veces está bueno ser un excluido de la democracia barrial, pero no siempre. Solo los domingos de sol y en agosto.





"Mamá, lo que pasa es que después si estamos vos y yo en la parada y pasan mis compañeros de liceo parece que vos sos la adolescente y yo la madre...", escucho desde el asiento de atrás del 103, y me aguanto las ganas de cambiarme de asiento para mirar de reojo y ver si la gurisa tiene razón o exagera. Pero sigo oyendo: la madre le cuenta sus problemas laborales y la nena le indica qué tiene que decirle a quién y con qué palabras. 
Inversión de roles, usted dice, doctor Freud? 
103 de sábado al anochecer. 

Como la vida misma.





No es que se te vaya la vida en esto, pero pararte en Berro para bajar del COPSA en la próxima parada y ver que tu CITA se va en 5 minutos es algo así como un reto al destino. Hay varias cuadras por delante, dos semáforos y un millón de autos. Te vas a la puerta de atrás para ahorrar unos metros, llevás el pasaje ya en la mano y al bajar relojeás desde la vereda de enfrente el reloj de la terminal. 10.59, mierda, 10.59. Cruzás corriendo la calle, bajás los tres tramos de escalera rezando para no desparramarte en el piso, corrés esquivando gente y casas de comida y agradecés al destino cuando ves que el coche 1 a Florida está ahí, justo frente a la puerta. Arrancando. Le hacés una seña, frena y te espera. Das las gracias al chofer, te desplomás en el asiento 9 y tomás la decisión de salir de tu casa más temprano el próximo jueves, pero sabés que esta carrera no se termina ni hoy ni mañana.
2016: Año del Sin Tiempo. 
Hasta el 30 de Octubre quedan solo 12 semanas, sin contar esta.
Resistiré. 
Creo.




El señor de la pomada limpiatodo de aloe está en la parada de mi cooperativa. Es muy, muy pulcro, con la camisa impecable y un prolijo bolso cargado de productos. Un muchacho joven se le acerca. Tiene unos veinte años, es muy pobre, y tiene partido un diente de adelante. Anda medio desabrigado, para mi gusto, y su pareja es una cuarentona de calza negra y buzo verde, que mira a todos con expresión suspicaz. 
_¿A cuánto tenés las lapiceras?- pregunta el joven, y el señor Aloe le explica amablemente que no, que lo que él vende es otra cosa. 
_Ah.- contesta el otro- Es que ando pensando en comprar alguna cosita para vender en el ómnibus. 
_El trabajo es salud.
_Sí, jaja! Igual yo trabajo, ¿eh? Estoy de cuidacoche en la puerta del Pereira. 
_¡Esa es una buena parada!
_ Sí, es. Ahora voy y me quedo hasta la una de la mañana. A veces hasta las dos, si me dejan un auto a cargo y demora en salir. 
El diálogo se interrumpe cuando la pareja se sube a un 103 y don Aloe y yo hacemos lo propio con un 7A. 
_ Señoras y señores que viajan en este medio de transporte tengan pero muy buenos días- comienza a resonar la voz de locutor hiper impostada. 
Comienza el show de la pomada de aloe y las manchas derrotadas. 
El señor Aloe ama su trabajo, y se nota. 

Que nunca falte.




"UTE contrata equipos de sectrerías (águilas amaestradas) para combatir los efectos destructivos de los caranchos", acabo de leer en la página de Subrayado, y no me decido entre comentar lo insólito de unos bichos dejándonos sin luz o la necesidad urgente de diccionario por parte de un medio de prensa.

Así está el mundo, amigos.




No sé qué es mås sorprendente: que un apagón nos deje al borde del caos, el congelamiento y la incomunicación, o que el muchacho que va en el asiento de al lado venga oyendo ópera. Ópera en la CITA!!
Este en un mundo muy raro. 

Por suerte.




_ Gabriel, te lo dije mil veces: No-me-persigas!
_ Dale, una foto, qué te cuesta...
_ Bueh. Ta bien. Pero que sea la última vez, eh? 
_ Es que quise evitar la fiebre de tu piel y ahora que estas aquí no me puedo mover.
_ Ok, ok. Que sea como un destello de mi soledad, un adiós y nada más.
_ Mari, eso es de Los Traidores. 

_ Es lo mismo.





_ Hola, buen día, ¿cómo está?
_¿Cómo andás?- Nos saludamos con distinto nivel de sinceridad. Él está contento, acalorado por el trabajo, rodeado por dos de sus cómplices y por un par de vecinos jubilados de esos que nunca faltan cuando la cooperativa se pone a podar los árboles de las veredas. Yo lo odio, aunque no siempre. Solo cuando poda. 
_ ¿Lo van a cortar?- pregunto por las dudas, pensando en ir encadenándome al árbol en caso de respuesta afirmativa, pero él dice:
_ No, es solo un recorte de ramas por arriba.
Mentime que me gusta, pienso. Lo van a dejar casi puro tronco, como siempre.
Y me voy a trabajar con un nudo en el estómago. 
Malditos podadores. Ninguno conoce la mesura, todos son iguales, incluyendo a mi viejo, que fue quien plantó el árbol. Malditos podadores.