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sábado, 2 de julio de 2016

Julio 2016






Venía sentada en el asiento de los bobos del 100, comiendo disimuladamente unas papitas noissette que me compré de pasada en el Disco de Garibaldi, dado que la jornada de Quiroga se había extendido más de lo previsto y para cuando fui a los chinos ya me lo encontré cerrado.
_ Un boleto de una hora. Uan auar plis. Gracias. Tenkiu sou mach.- escucho de pronto a mi costado.
Lo miro: un alfeñique de 44 kilos de pelo blanco, lentes y ojos color agua. 
_ Menos mal que pasó el 100.- agrega para nadie- Porque los 103 ahora van llenos de Peñarol.- Lo cual era cierto; yo había dejado recién pasar dos 103 repletos de hinchas que venían cantando, gritando y golpeteando las manos. 
El alfeñique se sienta en el primer asiento de a dos, al lado del mío, y se pone a charlar con una abuela hipervoluminosa que viaja con nieta microscópica en la falda. 
_ Esta es la menor -explica ella-Tengo seis hijos pero solo nueve nietos. ¡Solo nueve! ¡Y son SEIS hijos!
_¡Ah, me canso!- dice de pronto el viejito de bufanda a rayitas, al otro costado. Una señora le acaba de dar el asiento, al que se sentó ipso facto una treintañera que fue rápidamente desalojada.
_ ¡Yo le dejé el asiento AL SEÑOR!!!
_ Ah, no lo vi, perdone.
El viejito arranca a explicar su reciente trombosis a otra anciana, que viene de bufanda y gorrito anaranjados y de lana haciendo juego, mientras yo me paro para darle el asiento a una cuarentona que dice estar embarazada. 
_ Yo voy hasta el 14.- aclara el viejito, y dos mujeres exclaman a coro:
_ ¡Pero este es un 100, no llega al 14!!!
Aunque parece que al final las convence, porque les dice algo y ambas concluyen:
_Tiene razón.
Y ahí llega mi parada y me bajo, tratando de no respirar al pasar junto al señor mugriento del primer asiento y a la vez devanándome los sesos por descubrir quién diablos es la señora de pelo largo que me sonríe desde otro asiento, junto a la puerta.
_ Es lo que yo considero.- está diciendo en ese momento en la parada una chica toda vestida de Peñarol a su novio ídem- Si todos corren hay que correr, y después se pregunta el por qué.
Y con esta reflexión dejo por unas horas el fascinante mundo de la Línea A de Cutcsa y sus adyacencias y pongo rumbo a mi hogar dulce hogar, donde hay menos gente, más silencio y alguna cosa para comer con más sabor a algo que las papitas noissette, de las que por otra parte ya no me queda ni una.

Feliz sábado.





No liga, no aprieta, no deja marcas. Favorece la circulación No produce mal olor. Dura más. Es un producto natural. La media de origen nacional es mucho mejor que la china, señoras y señores. 
El vendedor pregona su producto imbuído del mås convencido nacionalismo desde mi casa hasta la ex Cutcsa, ahí, en la cuadra del eterno mal olor y del bar ese que hasta hace poco ostentaba un cartel que prohibía jugar billar a las mujeres. Lástima que nadie le compra, pobre, y se baja en silencio. 
Seguimos el viaje sin más pregones, donde solo se oye la voz del chofer que a cada pasajero que baja le desea que tenga un buen día. 
Mañana de sol en Montevideo.

Que nunca falte.





Hoy es un viernes atravesado de arriba abajo por el tiempo. Cercado por el tiempo, rodeado, leitmotiveado, girando obsesivamente alrededor de esta cosa viscosa y virtualmente inapresable de la cual están hechos nuestros días y años. 
Viernes de carreras frenéticas y bastante alienadas, de pasos y charlas y miradas apenas. 
Viernes de tomar decisiones sobre los tiempos de otros. 
Viernes de extrañar a los que ya están fuera del devenir y los vaivenes. 
Viernes de necesitar una pausa, una inmovilidad, un respiro profundo y en silencio. 
Viernes de correr con promedios y buses. De encuentros y desencuentros, de vida y de muerte. De vida y de muerte. Tiempo y no tiempo, a veces camuflados con caretas que nosotros mismos hemos elegido. 
Viernes existencialista, en parte, pero no negro ni triste ni enojado. Consciente, eso sí, un poco. 

O al menos eso espero.





_ Mi papá falleció en setiembre.- dijo el chofer mientras me alcanzaba amablemente el boleto. 
Lo miré. Veteranazo, con pinta de bonachón. Pero no me hablaba a mí, sino a una vieja que viene en el asiento delantero del COPSA. Ambos están felices charlando de muertos propios y ajenos,del barrio y del trabajo, y yo pienso qué lindo, cuando uno está en plena senectud, hablar de que los que se han ido son los otros y no uno, todavía, cuando escucho que la señora le pregunta:
_ Che, Marcelo, y vos cuántos años tenés?
Y el veteranazo se pone todo orondo y contesta:
_ Yo,si dios quiere, la semana que viene voy a cumplir 54. 
¡A la mierda! 
Tiene cinco más que yo. El viejito bonachón y medio decrépito que maneja el 14A Pando es un coetáneo con apenas cinco años más que yo, maldición, maldición, no, no, no, no.
¿Alguien sabe cómo borrar informaciones como esta del disco duro de la conciencia de una honesta viajera de bus que se topa de repente con la realidad cuando se dirige a dar clases como si fuera una joven alegre y casi primaveral bajo el sol de julio?
O, en su defecto, té de tilo, ¿tienen?

Oom.





Se llama Karina, tiene unos tres años y no conoce la serenidad ni los límites entre asientos. Su mamá tiene veintipocos; le habla y la rezonga todo el tiempo mientras maneja (ella) un jueguito de alimentar a un bicho amarillo en la tablet. Karina ya tomó Coca Cola, ahora anda con unos chicles en la mano y canta, habla, tose y me patea despacito, todo a la vez. 
Vsmos por Plaza Cuba.

Va a ser un largo viaje.





Puedo escribir los versos más inciertos esta mañana.
Escribir, por ejemplo: "El día está soleado
y no hay alertas rojas en la vuelta".
El despertador no ha sonado, pero mi cerebro me llamó a la hora exacta.
Ya es miércoles, aunque aún no es viernes.
Salgo de casa con sol, hecha un oso de buzos y camperas.
Voy sentada en un bus, sabiendo que no es el definitivo.
Puedo escribir los versos más originales esta mañana, hipócrita lector, mi semejante, mi amigo.
Ya no será. Ya no.
Ya no es mágico el mundo, he madrugado. 
Porque todas sus sillas son grises, yo le tengo piedad al 103.
Dame un café ahora, que aún es temprano.
Ta.
Acabo de subir al segundo bus y viene a toda cumbia: "prepárate que voy a castigaaar".
Así no se puede.
Me gusta cuando callo porque estoy como ausente.

Feliz miércoles.






Balance personal del ciclón subtropical hasta ahora:
Clases perdidas: 2 horas con un grupo, hoy (0 estudiantes).
Clases sacadas de la galera: 2, también hoy, con 5 valientes a los que les puse un trabajo para hacer en grupo alrededor de la estufita.
Empapes: 1, ayer, en Florida. Hoy ni abrí el paraguas (zafamosss...).
Viento: un poco ahora, parece.
Tareas extralaborales cumplidas con éxito: 1 aprovisionamiento en el Disco de Garibaldi (que TIENE BAÑO PARA LOS CLIENTES, oh oh, sorpresa sorpresa).
Acciones heroicas: 1 ir hasta la Ciudad Vieja (por trámites que tienen como fecha máxima de presentación la del viernes pasado).
Gatas acostadas a mi alrededor (en alfombra y sillón): 2.
Hora prevista para retomar la preparación de clases y corrección de parciales: No, olvídenlo. Imposible responder en medio de un ciclón subtropical con alerta naranja. Tal vez otro día, con suerte, en una de esas. Tal vez.
Hora de cierre del balance: 16.35.

Que siga así. Crucemos los dedos. Que siga así.





Tania aprendió a arañar la puerta haciendo un ruidito como si fuera una uña contra un vidrio. 

HDP.





Lluvia a cántaros en Florida. 
Cielo gris, en consonancia con el tema de hoy: El Pozo, de Onetti. 
Esta es la lluvia. 
Quien no la vivió no la comprende. 
Ríos de un metro de ancho y diez centímetros de profundidad a cada costado de todas las calles. 
La cañada mansa de la otra cuadra convertida en un par de horas en torrente marrón incontenible. 
Desaparecen las palomas. 
Desaparecen los taxis. 
Esta es la lluvia en Florida. 
La CITA se bambolea haciendo simulacros de accuaplanning sobre la cinta gris y difusa de la carretera. 
Las ventanillas del ómnibus se transforman en dispensadores de agua sobre hombros y asientos. 
Llueve a cántaros en Florida. 
Las extraordinarias confesiones de Mariela Rodriguez. 
Esta es la lluvia. 
Quien no la vivió no la conoce. 
Menos mal que aún me quedan galletitas de chocolate en la mochila y 30% de batería en el ipad. 
Sobreviviré para contarlo. 
Espero. Espero que no se me acaben ni la batería ni ( menos!) las galletitas de chocolate, digo. 

Ampliaremos.





"Voy a amarrarme como un velero a tu boca hasta que te vuelvas loca"
Un día de estos sí, me voy a volver loca, pero será por exceso de pseudo poesía de bus a tempranas horas de la mañana, ay ay.
Feliz lunes de ciclón.

Si me lleva el viento será porque no supe amarrarme como un velero. Mal yo.





El vendedor de medias que sube sl 405 esta mañana es muy prolijo, correcto y amable. Me dice "buen provecho" aunque no tomo su producto, porque me agarra comiendo un delicioso Batón de chocolate negro (en palabras del vendedor anterior, que omitió decir que el símil Batón era en verdad marca "EShow", aunque debo reconocer que no está feo). Un poco impostado de más, el de las medias: 3 pares por 50 peCsos!!", pero varios le compraron. 
"Si seguimos comprándole a cada uno que sube no nos va a quedar nada para gastar en el shopping" se oye una voz de madre con hijo pequeño en el asiento de atrás, al tiempo que la guarda va furiosa porque su relevo la dejó plantada.
Domingo pre ciclón, gris pero disfrutable.
Me voy a comer el segundo pseudo Batón

Que nunca falte.





Estimado amigo facebook:
Si por casualidad usted ve que en mi muro aparecen noticias de sucesos relacionados a la educación que se desarrollan en un liceo que no es el IAVA o en un departamento que no es Montevideo, haga de cuenta que me confundí y en vez de colgarlo en Liceos en Red lo puse en mi muro, lo que no es grave y en general no dura más allá de unos minutos. No se preocupe, ya lo voy a redireccionar al lugar correcto.
Lo que le pido que me avise es si aparecen en la página fotos de Roldana o crónicas de bus, vio? Que ya hoy mandé una foto de un perro perdido, y estas cosas en vez de mejorar se ponen cada vez más recurrentes.
Cuento con su amable solidaridad. 

Muchas gracias.











20.00 hs: Yendo a la asamblea en 3...2...1...
Tema: "Ola de robos".
Esto no presagia nada bueno. 
20.07: "Robos por todos lados. Cada vez peor" (comentarios de vecinas a mis espaldas, mientras esperamos para firmar).
20.26:  Una veterana se da vuelta, me mira y suelta: "Esto es el Piñeyro del Campo". Promedio de edades: 70.
20.29: Acaba de entrar un socio que hace meses le conté a mi viejo que había muerto. No soy una fuente confiable.
20.41: "Acá el problema también son los hijos de los socios, los ni ni, y sus amigotes..."
21.05: "Y FUCVAM dónde está?"
21.08:  "Si alguien tiene un padrino, que lo traiga. Necesitamos cualquier ayuda."
21.24:  Se picó. "Dejá de hablar de política que esto lo hizo tu partido!!!"
21.28:  Uuuuh... Ahora salieron con Artigas... "Nada podemos esperar sino de nosotros mismos..."
21.41: "Acá vivimos todos juntos. Blancos, colorados, azules y verdes, vivimos todos acá y nos conocemos hace 35 años".
(Y así, hasta 22.45, oooom!!)




_¿Si le digo que me estoy orinando parará el chofer?
_Eeeeh... No sé. ¿Tú vas a Tres Cruces?
_Sí. 
_Faltan unos 15 minutos todavía...
_Yo voy a preguntar. 
Y preguntó. Y paró el bus en los accsos. Y si orinó o no no soy quién para decirlo ni pienso preguntrle, pero el señor ha vuelto a sentarse en el asiento de al lado. 
CITA. 
Un mundo siempre desconcertante. 

Y sin baño.





Ellas estaban en pie de guerra ya desde antes de que yo llegara a la parada. Se les veía en los gestos y en la expresión airada. Cuando llegué, justo a tiempo para ver cómo pasaba un 103 de largo y la ira recrudecía, comprendí por dónde venía la cosa.
_Ahí vienen otros dos.- dijo la del gorro de lana.
_Vamos a ver si paran.-acotó la otra. 
El primero venía con espacio para cinco o seis personas más, pero siguió de largo, al tiempo que se detenía el de atrás, que venía en iguales condiciones de relleno de humanos y abrigos. 
_¡Iba vacío! ¡Me da una bronca cuando vienen vacíos y no paran! 
_Hacen lo que se les canta.
_Y la gente que reviente. 
_Todos los días lo mismo!
_Ya me puse mal. Ya arranqué mal el día. 
Y así hasta que una se sienta, en Pan de Azúcar.
No, no eran viejas neuróticas: tenían unos treinta, calculo. El sentarse le devuelve la distensión a la afortunada, aunque me quedo pensando si algún día podrán recuperar de alguna forma el tiempo gastado en quejas compartidas. 
¿Qué es más fuerte: el alivio de la catharsis del momento o la amargura que se va asentando en el alma?

Reflexiones de viernes en el 103, estimado lector.No esperes mucho más. Feliz fin de semana. Y que te paren todos tus buses.





21 de julio.
21 de julio y nos siguen llegando multas por mal estacionamiento en Italia, hace 4 meses. Ya van 3, y la última es de la comuna de San Quirico D'Orcia, donde ni recuerdo haber estado. 
Marchen 41 euros más rumbo al primer mundo.

Porca miseria.





Él tiene unos cincuenta años. Barba candado, camisa celeste y chaleco azul. Nos da los "pero muy buenos días" con exagerada voz de locutor y pasa a promocionar una pasta de aloe que saca todas las manchas y no deja aureola. Se ensucia la camisa con yodo, se la raya con lapicera y luego la mancha con grasa del COPSA.
Todos contenemos el aliento mientras trata de sacarlo todo con un cepillito, hasta que lo logra a pleno y volvemos a respirar, aliviados. 

No importa que ya lo hayamos visto un millón de veces. El señor de la pasta de aloe es nuestro mago predilecto, y algún día capaz que le compramos y todo. Algún día. Quizás. En una de esas. No sé.





¿Viste cuando tenías que despertarte a las cinco y media pero pestañeás, ves de repente que son las seis y diez y te mandás una heroica levantada, vestida, ida al baño, lavado de dientes, armado de mochila, apertura de ventana del fondo, preparación de atún con antibiótico para una y de atún común para la otra, salís sin maquillarte con los rulos apenas tranquilizados y no te animás a respirar hasta que te instalás en el asiento 28 de la CITA de las 7.00 a.m. con un par de bizcochos y un jugo recién comprados como endeble sustituto del sacrosanto y nunca bien ponderado desayuno caliente de todos los días?
Bueno, así.






El mundo se está poniendo raro con esto de los Pokemones aumentados. Los jugadores no parecen ser niños. Algunos ya han sido atropellados, dos se cayeron de un acantilado y otra encontró un cadáver mientras trataba de cazar algún bicho japonés de estos, pero es cierto que por lo menos hacen algo de ejercicio mientras caminan medio a ciegas con los ojos fijos en sus pantallitas individuales. Compiten entre sí pero no se miran. Cazan pero no lastiman. Es medio alienante, pero no parecen hacerle mal a nadie. Solo me preocupa que cuando desembarquen en Montevideo no los dejen entrar al IAVA. Ya sobreviví a la fiebre de los walkmans de los ochenta, las Tamagotchis de los noventa, los celulares de principios de siglo y las redes sociales de esta segunda década, pero no sé si voy a poder con Psy Duck y Vamo' a Calmarno'. 
Lo charlamos en unos meses. Si no me ven por aquí será que ando cazand... Eeh... No, nada. Nada.
Lo charlamos. 
Creo.
No sé.

Vemos.





Faltaban solo veinte minutos para que mi CITA de las 12.30 pusiera rumbo a Florida; salía yo del IAVA a las carreras como todos los viernes cuando un grito llegó hasta mis oídos, medio ahogado, porque venía del extremo opuesto del patio. 
_¡Mariela!
Me detuve, vi a un estudiante del año pasado corriendo hacia mí y pensé que me iba a pedir ayuda con algún tema de este año,
_Lucas, me voy corriendo!
_Dale, dale, seguí corriendo, pero antes decime algo.
_??
_¿Cuál es la ironía de la paloma de la paz de Picasso?
_ ¿Te das por vencido?
_ Sí, obvio. Ayer me pasé horas pensando y buscando, pero no la encontré.
Y se lo dije. 
Hay OTRA persona en el mundo que lo sabe, entonces. Esto dentro de poco se convierte en un secreto a voces. 
Pero mientras tanto...

Je.





Título de mail de hace un rato: "Mariela, ya está bien... ¡Es hora de mimarse!"

No sé, señor Booking... Me parece que no le he dado permiso para que dirija mi vida, vio... Meeee parece...





_ Hola. 
_Hola! ¿Cómo andàs? ¿Cómo te fue en Buenos Aires?
_Eeeh... Bien, bien. Si exceptuamos que me robaron el dinero y los documentos el domingo por la mañana y que por la noche estuve una hora secuestrada por un taxista en un callejón, aparte de eso, bien.
Decididamente, los diálogos con mis amigas se están poniendo cada vez mås bizarros.

(Ps: mi amiga está bien, el tachero solo la agarró de psicóloga obligada y honoraria para contarle todos sus problemas, y no estoy autorizada a revelar detalles)




Él tiene tres o cuatro años, y cuando me senté en el asiento de enfrente de golpe me asustó, porque le vi un ojo morado espantoso, aunque en seguida capté que solo era parte de un diseño de payaso, hecho con pintura. Aún pronuncia algunas palabras con dificultad pero ya va a "la escuela", aunque no es capaz de recordar su apellido. 
_ La maestra dice que lo tenemos que dejar en nuestra casa, por eso no lo sé. 
Es un niño común y corriente, en suma. 
_Abuela, ¿verdad que ya sé contar hasta sesenta?
En determinado momento la señora prende el celular. El niño parece crecer de golpe, se pone a hablarle de fondos de pantalla que quiere descargar para ella, y a explicarle como funciona el aparato, que toma por su cuenta y maneja con la mayor concentración.
Es un niño común y corriente de unos tres o cuatro años, en suma. 
Me pregunto cómo haré para presentarle a Dante y al Quijote, a Macbeth y a Gregorio Samsa, en pocos años. 

Ojalá para entonces haya aplicaciones que posibiliten el diálogo entre personas de universos diferentes. Tan diferentes.





Eran dos adolescentes, sentados uno frente al otro en el fondo del 103 que va al km 23. Uno muy pálido y prolijo, de unos 16 años, y el otro un moreno de bases llamativas, camperita turquesa y gorro de visera, que tendría uno o dos años más. Charlaban medio a los gritos, como para ser escuchados al menos por la mitad del bus. 
Empecé a prestarles atención cuando el negro contó que estuvo a punto de robar una bici a la que estaban dejando en un frente sin candado ni nada, pero alguien le ganó de mano. 
_¿Y vo' ubicà' a la parda Yanè?
_ ¿A esa? ¡Cómo no la voy a ubicar!
_ ¿Vo`sabé' lo que hace ahora? Va a mi casa, deja el monedero en la mesa, ahí, a la entrada, y cuando se va a ir se pone a llorar, que le faltaron 300 pesos.
_ ¿Y le faltaban?
_ ¡Yo qué sé! Se hace la viva, se hace. Como vio que yo estaba de vuelta en lo de mi vieja aprovecha, porque sabe mis... mis antecedentes.
_ ¿Y tu vieja qué hizo?
_ Le dio los 300 pesos. 
Ahí se interrumpió el cuento, porque el paliducho se puso a mirar por la ventanilla:
_ Mirá cuánta gente en 8 de Octubre. Ta bueno para hacer una razzia ahí... ¿sabé cómo comemo'?
_ Tas loco, gil... Terminamos en Gobernador Vigodet, en la 15. Dejá... 
Y siguieron. El morocho había vivido en un montón de casas, algunas veces con familias de amigos, en barrios "plagados de cantes", donde "por la noche la cosa se pone tensa". El otro se reía porque con lo blanquito que es nadie desconfía de él: 
_ Al contrario... Me ven por el cante y todos dicen "¿y este cheto? ¿Qué hace acá este cheto?"
A las cuadras se pusieron a gritarle a un amigo que iba por la vereda de enfrente: el Alfajor. Eso lo hizo acordar al "cheto" de la torta de cumpleaños que había comido ayer, antes de dormirse. Hacía años que no comía algo tan rico. No sé cómo se pusieron a contar de un amigo que se jactaba de robar Abitabs y Red Pagos, pero ellos no lo creían capaz. 
La charla ameritaba seguir por ese camino hasta el km 16, adonde iban, pero cuando me paré para bajarme el diálogo cambió de tono y temas, porque en la Caminera subieron tres uniformados, y ellos se pusieron a contar cosas de amigos, inocentes. 
Me bajé con una sensación agridulce, que no se me va con nada.
¿Cómo habría sido mi vida viviendo a los saltos con familias ajenas, en cantegriles peligrosos, siendo objeto de la desconfianza de los demás y soñando con tener una porción de torta de cumpleaños para comer antes de dormir al menos una vez al año? 
Jodida. Habría sido una vida jodida. 
¿Y si hubiera sido la víctima de un robo de alguno de estos dos gurises de hoy, cómo me sentiría? 
Jodida. 
Por eso la cosa esa agridulce no se va.

No se va.





Es el ritual nuestro de todos los días. Les doy el atún, me pongo a preparar mi desayuno (nótese la prelación de tareas) y en cierto momento veo a Roldana comiendo del plato de su hermana, que mira desde medio metro y no se anima a reclamar. Corro a la ladrona, pero sin éxito, porque para entonces Tania ya pide para salir por la ventana y la otra sigue comiendo de ambos platos.
Hace unos días mi amiga María me dijo que el veterinario le recomendó definir ella cuál era el Alfa de la manada, dándole la comida primero siempre a uno de sus perros, saludándolo antes que al otro, etc, cosa que parece lógica si hablamos de canes pero no me estaría funcionando en Mundo Gato.
¿Alguna recomendación? 
¿Eh? ¿Cómo? ¿Que estoy disimulando para no asumir qué cosa?
No sé de qué me hablan. Lunes, final, trabajo, vacac... 

No sé de qué me hablan. Volvamos al tema de las gatas.




Curva de domingo


Mediodía de Día del Padre en mi barrio. Gente en las calles. Niños orgullosos. Parejas paseando perros. Basurales. Un COPSA averiado frente al eternamente en obra Intercambiador Belloni. Un señor que se mata de risa explicándole el video que le muestra en el teléfono a su pequeño hijo, que lo mira con cara de "sos de otra generación y esto ya lo vi mil veces, pero te quiero igual". Chicas YA de minifalda. Sol y cielo azul en toda la vuelta. La góndola de las herramientas en Tienda Inglesa llena de mujeres haciendo compras para regalar a último momento a sus maridos o a sus progenitores. Más de veinte personas haciendo cola en la carnicería del supermercado. Más de veinte personas haciendo cola en la carnicería del supermercado (repito) pese a que ya era la una de la tarde. Perros vagabundos. Un muchacho sentado en la vereda con varios de ellos. Un ómnibus de UCOT que se tira con la roja y está a diez centímetros de chocar a un taxi. Un padre que se desubica y maneja con la nena en la falda, controlando ella el volante con sus pequeños bracitos de cinco años. Un par de cartas de oros tiradas en mi camino, mientras mis championes adorados no dejan de hacer su intolerable ruidito de criiik... chriiik... con cada paso que doy. Gente en las calles. Sol y cielo azul en toda la vuelta. Mediodía del Día del Padre en mi barrio.





Subo al 103 y lo veo hablando con una muchacha que va sentada enfrente, con su hija de unos 3 años en la falda. Es un cuarentón gordito y con olor a pata (según mi vecina de asiento, que acaba de abrir la ventana entre bufidos y quejas). Viene explicando de dónde sacó el caramelo que se ve que le dio a la nenita antes de subir yo:
_Lo que pasa que pagué con cien pesos y como era 99 y no tenía un peso el tipo me dio un caramelo de vuelto, y como yo no como caramelos...
Lo cuenta una, dos, tres veces. La nena no lo mira, abrazada a su madre, que no dice una palabra, hasta que se bajan. Él acto seguido toma el teléfono y hace una llamada:
_Hola, Tere. Sí, ya voy en el ómnibus. Al final no te llevo el caramelo aquel que te conté; se lo di a una nenita en el ómnibus...
Y se baja, con todo y olor a pata. 

Lo que será vivir todo el día en esa cabeza, me quedo pensando. Y cierro la ventana, que mi vecina quejosa ya se bajó también, y está frío el 103.





Seis menos diez. Cae la tarde en Río Branco. 
Estoy en la puerta de la agencia esperando que el coche 1 inicie sus interminables 80 horas de viaje a Montevideo cuando soy interpelada por una señora de unos treinta y algo: 
_Te puedo preguntar que asiento tenés?
_El 21.
_¡Ay, qué suerte, gracias a dios!
_Por?
_Porque mi hija de doce años-dijo señalando a una flaquita a su lado que parecía tan aliviada como ella- va a viajar sola a Montevideo, tiene el asiento 22, y yo decía "¡dios quiera que no le toque con un hombre!". Pero si va sentada con una mujer yo me voy tranquila.
Bienvenidos a nuestra habitual sección Cómo instalar prejuicios de género o Cómo asustar de los hombres a su hija, lección 1.
Y acá estamos, iniciando la Odisea nuestra de cada Río Branco-Montevideo.

Feliz fin de vacaciones.





Él es bellísimo, joven y un poquito arrogante. Me mira con sus ojos avellanados y yo sé que se sabe el más hermoso del pueblo. Lástima que a esta hora su interés principal está muy lejos de mí, y se ha pasado la mañana entera junto a la puerta de la cocina, acechando a los gorriones del patio. 
Su nombre es Gatón. Lo sé, lo sé, pero no es mi responsabilidad. Lo único que hice fue descubrirlo en un predio vecino, como a Guaytica, sembrar la idea de la adopción y esperar. Siempre surte efecto. 
El Gatón ayer no me dio demasiado corte, pero hoy ya está de lo más mimoso. Debe tener unos pocos años, es ágil y enorme. Corretea por el patio y trepa a los techos como si volara. Tiene voz ronca, y no ronronea. 

Tiembla Guaytica. Por más mérito que haga (y está haciendo: desde que sobrevivió a la crucera está más mimosa, más gordita, más peluda, incluso) es difícil competir con este Adonis gatuno con aire de rebelde sin causa. De todos modos, y en defensa de la locataria, debo decir que los dos se hicieron compinches de primera, y se pasan las horas jugando entre los árboles del fondo.





Liceo IAVA. Mesa de examen de quinto año. Nueve profesores presentes. Un solo alumno. Libre. Un inspector. Y afuera el sol. Todo dicho.





La señora era gorda y morena. Se desplazaba con dificultad, y el chofer al notarlo arrimó bien el bus a la vereda. 
_Gracias, mijo. A mi edad algunas cosas son difíciles...
_No se preocupe, doña. Yo también voy a tener 60 años algún día 
_¿60? Yo tengo 75!! - y se bajó riendo. 
_La dejé contenta- dijo el chofer, en frase que apelaba tanto al guarda como a mí, única pasajera al llegar a la Plaza Independencia. Yo sonreí y no dije nada, pero el guarda la siguió.
_ Y acá a la pasajera, cuántos años le das?
_A ver... esperá que no la veo bien...-acotó el chofer, y al mirarme concluyó:- Unos 34...
Me bajé del ómnibus a las risas. 

Algunas mentiras siempre serán bien recibidas. Que nunca falten.






Los primeros dos días el sobre simplemente quedó ahí junto a la puerta, sobre el piso. En cierto momento me cansé de verlo tirado y lo traje a la mesa de la cocina, donde descansó otros ocho o diez días. 
Lo sé, es mi lado oscuro. No debería hacer como si no existiera, pero todo lo que viene con el nombre de la DGI estampado en el frente me paraliza año a año.
Esta semana (terapia de autosuperación y frases aleccionadoras al estilo de "¡tú puedes!!" mediante) he dado pasos gigantescos como abrirlo, leerlo e (¡incluso!) ir hasta un Abitab a pedir que me generen una contraseña, porque nunca sé si mi "última declaración" es la que se supone he hecho este año o la que hice en 2015. 
Harta de pagar sumas que nunca entiendo, hace cuatro años que dispuse que se me descuente todo y se me devuelva algo. El primer año tuve 19.000 de devolución. Bien ahí. El segundo, doce mil. Igual número de horas y grado... No entendí. El año pasado la DGI se dignó reconocer que me adeudaba una exorbitante suma, pero ni siquiera llegó a pagármela.
_ Tienes 70 pesos para cobrar, pero están retenidos.
No averigûé por qué. Ellos sabrán. 
Hoy acabo de entrar a la página y poner mi flamante contraseña. Lástima que (como rezaba el papelito que me dieron en el Abitab y no leí hasta ahora) la clave solo había sido válida por una hora, con lo cual me quedo sin saber si me deben, si debo, si me retienen, si voy a terminar en la cárcel o si debo escribir 100 veces "No debo quejarme de la DGI y su incapacidad para hacer estos cálculos sin martirizarme y hacerme sentir una completa idiota". Encima la clave estaba chiquitita y tuve que buscar una lupa para leerla. Mi ego se retuerce incómodo frente a los papeles que avanzan y exigen.
No se pierda el próximo capítulo de la telenovela del invierno: "No soy yo, sos vos", en las vacaciones de julio de todos los años, por este mismo canal.





Yo venía pensando que había ligado bien con el 316 de hoy. Lleno a reventar, es cierto, húmedo y caluroso, chino y con poco espacio, es cierto, pero con un guarda amable y un chofer que venía oyendo la presentación de No toquen nada. Me preparé mentalmente para escuchar el adelanto de Darwin cuando... horror de horrores: el chofer cambió la radio y puso un programa folklórico! 
Que linda Merceditas...
Así no se puede.
Así, no.

Renunciá, Bonomi.