EL PROBLEMA

                         

El problema no es solo el barullo de mi vecino compartiendo sus gustos musicales con toda la cuadra, no es solo la campanilla de la puerta de calle que me hace saltar ni bien intento concentrarme en el libro que empiezo y abandono religiosamente hora por medio, no es solo el sonido del teléfono de línea ni el celular que me gritan que atienda, que actúe, que me mueva, ni los imperiosos llamados de las redes reclamando  un comentario trasnochado que asegure a alguien del otro lado de la pantalla que efectivamente, sin lugar a dudas y pese a todo, existe.

El problema es el hueco de tu voz y de tu risa en el aire que respiro. El problema es la ausencia de tus pasos. El problema es la certeza de un tiempo  mudo que se va a arrastrar entre sonidos sin alma hasta que el roce de tus dedos sobre mi piel vuelva a salvarme, quizás, del silencio.

ÉL Y YO

Nos miramos.
Somos solo él y yo, al menos hasta que cierro la puerta del baño y Roldana se cuela a último momento. Él intenta esconderse detrás de la cortina apelando a mi habitual simpatía por los más débiles, aunque no me engaña. Ya no. La batalla es ardua y me exige llevar mi menguada capacidad visual hasta límites absurdos pero al final lo logro y dejo sus restos estampados contra una de las baldosas de la pared.
Tal vez debería sentirme culpable, pero no: salgo del baño charlando con Roldana como si nada. Ambas vamos sonriendo.

CRÓNICA DE POST-BUS

El recital terminó a la una y media. Dos menos cinco me estaba bajando en la cooperativa, merced a un 103 hiperveloz y casi vacío que me trajo desde el Teatro de Verano en menos de un suspiro. Cuando me paré para bajar vi que lo mismo hacía un flaco, por la puerta de atrás. ¿Y este? No me irá a robar, ¿no? 

No, no me iba a robar, pero sí a saludar.

_¡Profe! ¡Cómo estuvieron esos Pixies, eh!

(Escena 759 de la película "Me conoce... ¿quién es?")

_ ¿Cómo andás? _ saludé.

_ Todo bien. Los vi desde afuera porque no tenía entrada. El jueves estamos ahí, ¿no?

_ Sí, dale, suerte, nos vemos!

Ni idea de quién es, pero que nunca falten los ex estudiantes que entre tanta opción sonora agarran para el lado del rock.

Ahora está saliendo el 5 de oro

Son dos mujeres en el 405, una rubia y otra castaña tirando a pelirroja. La rubia parece tener treinta y pocos años, lleva campera de jean, usa championes, tiene una voz terriblemente aguda y pasa la mayor parte del viaje embarcada en un quasi monólogo en el que la castaña apenas si mete un bocado una vez cada cinco minutos. Va a limpiar a la casa de la hermana de "la otra patrona" que tiene, porque "Qué se le va a hacer... Las cuentas no se pagan solas! Hay que trabajar! A no ser que uno se saque el 5 de oro. Ahora hay gente que se está sacando el 5 de oro. Desde que lo bajaron lo están sacando pila. No es difícil sacar el 5 de oro. Solo hay que ponerse a pensar los números."
Y con esta reflexión parece dar por concluido el tema e inicia uno nuevo: lo mejor es tomarse un taxi si uno va a una ciudad que no conoce (por ejemplo en un viaje que cuenta a Melo), porque el taxi lo deja a uno justo donde quiere ir.
La otra mira por la ventanilla y parece aliviada cuando la voz de pito se despide y baja en la Unión.
Y yo también.