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lunes, 25 de marzo de 2013

SEMANA DE TURISMO





SÁBADO
Esta vez voy a terminar con el trabajo el primer día, así después me olvido. Ya hice una montañita con todas las pruebas diagnósticas por corregir. También tendría que ir a pagar el alquiler, preparar las clases de Florida, retomar la tesis, pintar, escribir.
Pero hoy no, porque viene un amigo. Mañana.

DOMINGO
Tampoco hay por qué enloquecerse; tenemos toda una semana por delante y hay una película que quiero ver.

LUNES
Ah, es verdad que la semana pasada no escuché a Dolina.

MARTES
Qué linda que está Roldana en la puerta; pide una foto. Varias.
Estaría para hacer un álbum de las dos. Y del living con las lámparas nuevas. Creo que hay una tuna que está floreciendo a destiempo.

MIÉRCOLES
Ah, sí, el otoño es lo que tiene: el sol del patio al mediodía es más que aprovechable. Tendría que ordenar los libros; cada vez que busco uno se me va la vida. De la ropa mejor ni hablemos.

JUEVES
¿Y el galpón?

VIERNES
Esta semana se llena de amigos en el chat, al teléfono, por WhatsApp. O vienen a casa, vamos al cine, a tomar algo. A ponernos al día.

SÁBADO
Un enlace lleva a otro; paso de un diario a youtube y de la biografía de Audrey Hepburn a la defensa de los regionalismos idiomáticos. Leo versos en los muros de todas las ciudades del continente. Cuelgo fotos y comento estados a diestra y siniestra. Tengo sueño atrasado y me arden los ojos, pero esto es adictógeno y puede más que yo.


DOMINGO
La reputa madre que lo parió al maldito domingo de turismo con doscientascincuentamil cosas pendientes y un sol que raja las piedras.
Soy una esclava, así no se puede. No juego más.

lunes, 4 de marzo de 2013

Fin de temporada





De golpe nos quedamos solos.

Nos habíamos acostumbrado a sus voces de ciudad y a sus razonamientos de otros. Dicen que son de acá porque vienen, saludan, preguntan por el pueblo y compran en los almacenes, pero no dejan de ser visitas. Sus sueldos y sueños están lejos. Ellos no queman naves.

Nos copian, vaya si nos copian; es su obsesión más profunda. Por tres meses imitan el atuendo pescador, la morosidad artesana, la musicalidad de las palabras. Creen que andar descalzos y sin linterna es una carta de ciudadanía pero son incapaces de sentir el invierno de cara a la mar.

Mañana sus hijos y los nuestros empiezan las clases; se acabó el recreo. Se vienen el frío, la soledad, el silencio, la oscuridad cada vez más temprano, y hay que ver cómo escaparle a los fantasmas y las cavilaciones inútiles. Espantar las dudas, no pensar muy lejos, esquivar los recuerdos. En eso estamos todos iguales.

De golpe nos quedamos solos. Y lo peor es que lo sabemos.